Cuestión de tiempo

6. Inseguridad

Cuando todo parece ir a mejor, cuando crees que todo es perfecto, cuando gastas más en sonrisas que en lágrimas, cuando crees que te quieres y por fin te aceptas... 

Llega ella para recordarte porqué no puedes ser feliz del todo.
Personificada o no, parece como si de un manotazo te robara todo aquello que llevabas construido, como si lo que ya creías logrado desapareciera con un "jamás podrás estar a gusto con todo" por bandera.
La inseguridad nos conquista, y una vez llega a nuestras vidas es una jodida inquilina que no nos dejará de habitar a lo largo de nuestra vida, con su maldita intermitencia.
Te reitera que nunca serás lo suficiente para nada ni nadie, que siempre habrán otras personas que te reemplazarían fácilmente al mínimo despiste, que no mereces nada de esta vida que sea bueno, que lo único a lo que deberías aspirar es a ser una infeliz disconforme con la realidad que le toca afrontar a diario.
Pero... ¿y si le reiteráramos nosotros que ella no va a poder con nuestra felicidad, no sería más fácil todo?
Sería lo apropiado, sí; pero cuando ella llega y nos pilla en horas bajas, todo el mundo parece caer a nuestros hombros y aplastarnos cimiento a cimiento cada célula de nuestro cuerpo y alma.
A veces preferiría dejar de ser tan vulnerable, pero muy a mi pesar, a veces llegas, me rompes y destruyes por completo, y por mucha garra que te eche, puedes conmigo por horas, días y semanas en las que siento que me hundes en lo más bajo que existe del subsuelo. A veces querría decir que todo va bien sin tener que usar una máscara que escondiera todo lo que fluye en mí.
Eres imposible de llevar, es improbable de que me libre de ti algún día y el viento te lleve lejos de mí porque siempre estarás siendo la monserga más aguafiestas que he tenido que aguantar en mi vida. A veces llegas incluso a personificarte en alguien o en varias personas y me recuerdas lo ínfima que es mi presencia para quienes me rodean y haces hasta que me lo crea.
Pero, querida y odiada inseguridad, seguiré con mi cabezonería plantándote cara hasta el día en que no esté en este mundo.