Pobeg

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Escaparse.

Aphelios había descubierto algo. Era autista.

Nunca se lo imagino y cómo hacerlo si nunca había salido de la casa, si nunca había tenido contacto con alguna persona ajena a su familia. Sus padres contrataban a tutores especiales para él y para su hermana. Aunque ella era más libre, Alune podía tener amigos, podía salir a encontrarse con ellos y él no, ahora entendía porque.

Esa misma noche hubo una pelea, exigía una explicación del porqué lo habían escindido. Era un humano, era una persona como cualquier otra, quería salir y conocer al mundo.

Esa fue la primera y última vez que Alune vio a su hermano así de enojado. La chica había presenciado todo el conflicto. En punto dado, su padre, harto de los reclamos de su hijo, sin paciencia alguna ya, tomó uno de los brebajes que su esposa fabricaba. Tomó por las mejillas a su hijo e hizo que se tragara todo el liquido. La chica al verlo se acercó rápidamente para intentar detener a su padre. Este la apartó lanzándola lejos y entonces Aphelios aprovechó para zafarse y hacerse a un lado.

Su respiración era entrecortada, lágrimas caían a la par que los restos del veneno que había estado en su boca, su garganta ardía a montones, sentía que se sofocaba. Comenzó a toser frenéticamente a tal punto que no dejaba de escupir sangre, su vista comenzó a nublarse y solo pudo escuchar la voz de su hermana llamándome para después perder el conocimiento.

Después de horas de cuidados por parte de su hermana, el joven abrió los ojos, sintiendo aún el dolor en su garganta. Miró a su hermana y cuando intentó hablar el dolor se hizo más y más fuerte, el único sonido que había salido era un gemido áspero.

—No te fuerces, Phel... tu garganta está muy dañada... si hablas ahora callarás para siempre.— dijo cubriendo la boca de su hermano. —Mi padre salió por asunto de negocios, estará devuelta por la noche. Mamá está en su habitación, lamentándose por lo que padre hizo... y también por haberte ocultado eso..

Aphelios se sentó en la cama, aún se sentía furioso pero no con su hermana, sabía que ella no tenía la culpa de nada. Sonrió con tristeza y, nuevamente, lágrimas comenzaron a brotar de sus oscuros ojos. Su hermana le miró con melancolía, se acercó y lo rodeó con sus delgados brazos.

—Lo siento tanto, Phel, jure a mis padres siempre protegerte... pero ahora, más que nunca, estás sufriendo...— susurró aquellas palabras sintiendo el peso que estaba sobre los hombros del chico.

Aphelios negó y abrió su boca para articular las palabras que no podía decir:

"No es tu culpa..."

Su hermana entendió perfectamente y de sus ojos también brotaron unas cuantas lágrimas.

—Estoy contigo— fue lo único que supo decir antes de que ambos muchachos escucharan un estruendo que venía de la puerta principal. Ambos hermanos se separaron del abrazo y se miraron extrañados, Aphelios se levantó rápidamente y le indicó a Alune que se quedará en la habitación.

El pelinegro al salir escuchó un grito que provenía de su madre, se alarmó y se apresuró en ir a investigar de que se trataba. La escena que vio era grotesca.

Un hombre, alto, calvo y fornido tenía entre sus manos el cuello de su madre, estrujándolo, ahogando a la pobre mujer.

Se quedó unos segundos observando, sin saber qué hacer.

Infernum. ~Sett x Aphelios~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora