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Estaba por tener un mejor amigo, sólo que en ese momento lo detestaba

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Estaba por tener un mejor amigo, sólo que en ese momento lo detestaba. Y él a mí. Se encargaba de mofarse de mí cada vez que podía.

—¿Está usted prestando atención, señorita García?

Escuchar mi apellido me hizo pegar un brinco. Si decía que no escuché nada de lo que nos estaba tratando de enseñar, el profe de Matemáticas podía decidir que merecía un cero en esa lección.

—Sí, señor.

Tragué saliva.

—Y... ¿De qué estamos hablando, me puede ilustrar? —cruzó los brazos en espera de una respuesta.

Traté de llamar a mi subconsciente para ver si los últimos comentarios de clase venían a mí, pero sólo había un fuerte olor a cigarrillos que provenía del profesor y que no me dejaba pensar.

No podía darme el lujo de distraerme en las clases, Jacobo aprovechaba todas las ocasiones en que yo metía la pata para iniciar una burla. Desgraciadamente, el grupo entero siempre le seguía el rollo.

El profesor Tomás, me miró a través de sus gruesas gafas con decepción cuando hice un largo silencio.

Como era de esperarse, un "buuu" humillante vino desde el asiento de Jacobo y los demás lo siguieron como ovejas. Estaba demasiado harta y creo que también estaba hormonal. Mala combinación.

La ira se arremolinó en mi estómago y, sin pensarlo, golpeé mi pupitre con las palmas de mis manos. El estruendo sorprendió a todo el mundo... incluyendo al profesor, quien se giró en redondo y me miró con enfado.

—Le agradecería que no hiciera eso —su tono de voz era suave, pero no era amable.

—Y yo le agradecería que no permitiera que ellos se burlen de mí.

Otra bulla creció para provocar al profesor en mi contra.

—¡Suficiente! —elevó la voz hacia el grupo—. Vuelva a hacer eso —me advirtió señalándome con su dedo larguirucho—, y la mando a dirección.

Nuevamente, los compañeros se rieron. Y lo que creía que había sido un ultimátum para ellos, se terminó yendo por la cloaca, igual que mi dignidad. Al final, ellos hacían bullying y salían bien librados.

El profe Tomás retomó la clase y las burlas cesaron por el momento.

El problema era que llevaba menos de dos semanas en esa nueva escuela y el grupo entero ya había decidido que yo sería su blanco de burlas. Era agotador y frustrante.

Lo bueno, es que tenía un par de amigas: Caro y Belén. Ellas eran primas y siempre estaban riéndose de tonterías, era fácil estar a su alrededor. Caro era mi amiga desde hacía siete años y me caía muy bien. Fue ella la que me convenció de abandonar el colegio anterior e irnos al nuevo instituto. Ambas estábamos huyendo de un profesor lascivo y de otro que creía que los adolescentes no debíamos existir.

Corazón de TiempoWhere stories live. Discover now