El idioma de las flores+

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Dicen que el idioma de las flores es el más hermoso que puede existir, otros dicen que no es tal, que es un invento de aquél que sueña con ser una flor. Otros pueden considerar a las flores como el camino hacia el amor, ya saben, así como las rosas tienen un significado, las margaritas igual, algunos creen que si le regalas la flor indicada a la persona que amas, ella se sentirá totalmente alagada y correrá a tus brazos sin importar que.

Como ya dije, todo eso solo son comentarios de personas que no han conocido el amar a alguien y perderlo gracias a tus propios miedos y errores. Creen que hablar de algo como las flores les traerán el recuerdo de alguien que ya no está, muchos dicen que las flores solo homenajean a los muertos, ya que en vida no lograron hacerlo. No creo que eso tenga algún significado para el amor. Con las flores puedes traspasar el alma de alguien o simplemente utilizar las palabras a tu antojo, siempre es necesario usar las palabras correctas al momento de dar una flor.

—Eloísa, ¿Puedes dejar de pensar en qué sabe qué, y venir a ayudar?

Mis pensamientos son interrumpidos por la voz de Emily, mí mejor amiga, ambas trabajamos  en la florería que está cerca de nuestro hogar, la cuál somos las dueñas, también vivimos juntas, somos nuestra propia compañía en este desértico mundo.

—¡Ya voy! Estoy acomodando las gardenias.

Deje a un lado las maravillosas flores y me encamine a la pequeña oficina. Em, estaba con las cuentas de los ingresos de este mes. Ella está estudiando para profesora de matemáticas, y es muy hábil con los números.

—¿Y cómo vas?

—Bueno, nuestros ingresos subieron este mes, esperemos que sigamos así.

—Dalo por hecho, ayúdame a acomodar todo, debo ir a la universidad.

—De acuerdo, pero porfa piensa en lo que te dije, necesitamos contratar a alguien.

—De acuerdo, luego lo hablamos, ayúdame o llegaré tarde.

Estoy en mí último año de medicina, y planeo especializarme en cirugía.

Terminamos de acomodar todo, me quito el delantal de trabajo y le pasó el mando a Emily, agarró mis cosas y salgo a toda prisa.

Nunca me gustó correr, en la secundaria todo lo que tenía que ver con deporte lo evadía, hasta las clases de educación física. Llegué con apenas cinco minutos de retraso, por suerte la primera hora nos tocaba con la profesora Mackenzie, una mujer de casi cuarenta y seis años, muy amable.

Me senté en mí lugar de siempre, al frente en la fila del costado, toda mí vida he sido una de las mejores alumnas, y a pesar de ser una chica inteligente nunca se me dificulto hacer amigos, es más siempre me gustó estar rodeado de chicos de mí edad, de alguna forma u otra, aliviaba el sentimiento de soledad en mí.
Al terminar la hora, salí del salón a sentarme en mí lugar especial, atravesé el recinto y me fui hacia la parte de atrás, un jardín oculto en donde había millones de platas y flores, era mi zona de investigaciones y demás. Aprendí a ver de otra forma el mundo que me rodeaba.

Al pasar un tiempo, me di cuenta que se me hacía tarde, me dicen que cuándo comienzo a divagar no puedo salir de este trance en el que se mete mí mente.

Me dirijo al edificio principal de la universidad. Está conformado por varios edificios en donde se sitúan las diferentes áreas, sin contar que tiene: laboratorio, sala de música, de arte, gimnasio y un gran planetario. Es una de las universidades más influyentes del país e ingresar es un reto demasiado difícil.

Pasado el medio día, salí del edificio y me dirigí al local para reemplazar a Emy. Al verme agarró sus cosas y salió corriendo.

—¡Nos vemos en la noche!—. se despidió con un grito y una sonrisa.

Negué sonriendo, me coloque el delantal y comencé a regar las flores. En eso escucho la campana, la cual significaba que teníamos clientes.

—Hola, buenas tardes  ¿Ya vio algo que le guste?—. Era un hombre, parecía de apenas unos cuarenta años, vestía un traje muy clásico y elegante.

—Bueno, en realidad; la cosa es así, quiero regalarles flores a mí esposa pero no estoy seguro de cual llevar—. Se lo escuchaba acomplejado, como si el no poder decidirse lo estuviera matando.

—Dígame, ¿Es alguna ocasión importante? ¿cena? ¿cumpleaños?

—Es nuestro aniversario de bodas.

—Tengo justo lo que usted necesita. Ya vuelvo.

Me dirigí al depósito y saque de la maseta cuatro ramos de «Gladiolos» color rojo. Volví con el hombre que me miraba de forma expectante.

—Sin duda los Gladiolos son para esta ocasión muy especial. Significan "recuerdo", con ellos podrá hacer que su esposa recuerde todos los momentos hermosos que vivieron juntos.

—Son hermosos, gracias—. Me agradeció con una sonrisa, dejó el dinero sobre el mostrador, busque su cambio y le desee suerte con su aniversario.

Me encantaba cómo las flores causaban esa reacción en los clientes, la mayoría se iban con una sonrisa en el rostro cada vez que las recibían, y yo era feliz con esas sonrisas.

Al anochecer, cerré el local y me fui al departamento que quedaba enfrente, ingresé en el yendo directo a mí hogar, a esperar que regrese Emily, eran alrededor de las 22:00 pm, no debía de tardar.

Al entrar, me recibió el aire frío del departamento, era mediados de mayo, el frío se venía con mayor rapidez, a los minutos llegó Emy estremeciéndose por la ventisca. 

—Dime por  favor que hay algo para comer.

—Recién llego, veamos que hay para comer. —deje mis cosas sobre el sillón, y me encamine a la cocina por algo comestible, mí estómago exigía comida y yo no era quién para negárselo.

Encontré fideos, por lo que me puse a hervirlos, agarre unos huevos,  y ya tenía la comida lista.

Prepare la cena y la lleve a la habitación de Em, en donde me esperaba sentada en la cama revisando su celular. El departamento era de dos habitaciones, más la cocina, un baño y una pequeña sala. No era muy lujoso pero para dos universitarias está bien.

Hablamos de diferentes cosas, yo le conté sobre el cliente en la florería y ella me dijo que había conseguido a alguien para trabajar en la florería. No digo que la idea me desagrade pero siento que nuestra rutina cambiará radicalmente y eso es a lo que le temo. Siempre hemos sido Em y yo, las dos contra el mundo.

—¿Puedes tomarle tú la entrevista?

Eleve una de mis cejas en su dirección.

—¿Por qué yo?

—Tengo un examen mañana, y no creó llegar. Por favor Elo, yo la próxima te cubro—. Intentó convencerme con su tonta cara de perrito mojado, y sabe que logrará hacerlo.

—Esta bien ¿A qué hora vendrá?

—A las 14:00 pm. Yo tengo que ir a la casa de una compañera por un trabajo y luego me iré directo a la escuela a rendir.

—De acuerdo, no te preocupes—. La tranquilice con una sonrisa.

Junte los platos y los lleve al fregadero. Apague las luces,  pase por el cuarto de Em para despedirla, me encamine a mí habitación y me puse mí pijama, me abrí paso entre las sábanas para caer profundamente dormida. 

¿Me dejas amarte?✔️Where stories live. Discover now