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Se habían repartido ya las labores, de recolección. Elaynne venía de Júpiter, de los mejores lectores y escritores de toda la galaxia, ella se encargaría de elaborar el trabajo en su computadora nueva. Se había perdido además la reunión con el príncipe de su planeta natal y estaba muy nerviosa. Tendría que disculparse un millar de veces antes de dejar de sentirse mal por ello, llegando a la cabaña se enfundó en un vestido morado largo, no era partidaria de los vestidos (aunque los amaba de corazón) sentía que se veía mal en ellos. Después de todo, lo más que tenía encima eran armaduras, pantalones, trajes de batalla... No vestidos. No tenía tiempo para buscar alguno que fuera de su total agrado, ni tampoco uno en que ella se sintiera bonita. Pero, no tenía mucho que hacer, su cabello aún tenía agua salada, lo cepilló un poco para evitar que se le cayera o enredara más, sacó de la caja que estaba en su habitación la corona y la colocó en su cabeza, era preciosa.

El cuarto se volvió completamente oscuro. Elayne perdió de vista su cabaña, la tarde soleada y en su lugar veía ahora una explosión de polvos estelares, como si estuviera en el corazón de una nebulosa. Oh el consejo de los Terianos era magnífico, en realidad, sí era una especie de nebulosa, pero estaba en otra dimensión. Una burbuja en el espacio donde los Terianos hacían interrogatorios, probaban magia, hacían hechizos, se recuperaban... Claro que todo se limitaba a por supuesto, a la familia real, los mejores guerreros y los habitantes que más habilidades y conocimiento poseían. Elayne como siempre, no había entrado ahí por ninguna de las anteriores, pero después de todo, se había ganado su lugar una vez dentro.

En el espacio donde estaban sólo vio la alta figura del príncipe Teriano, se acercó con las alas desplegadas de par en par el Príncipe estaba dándole la espalda a la chica, apenas se movió su larga cabellera tan blanca como la nieve cuando ella apareció.

-Llegas tarde- Su voz profunda no sonaba para nada amenazante ni sorprendida- Y además no estás donde deberías.

Elayne bajó la cabeza, no quería decepcionarlo, pero no quería estar cerca de sus compañeros de misión... No desde que habían dejado su planeta madre. De ser amigos cercanos ahora eran eso nada más, compañeros. Y no quería volver a ver a ninguno.

-Lo sé mi Señor... Pero- Él levantó la mano aún sin voltear a verle. Su melena tan blanca ondeaba, él poseía el elemento aire obviamente, ni en el espacio dejaba de tener aire/viento cuidándolo. Sentía el poder emanando de aquel joven príncipe.

-Si me dices mi Señor, me haces sentir viejo...

Terio. Hijo de los Terianos. Era lo que significaba su nombre, lo portaba con todo orgullo, Elayne voló para acercarse a él, no quería dejar esa locación. Suspiró. Las cosas para la chica parecían nunca ser sencillas aunque ¿Para quién si lo son? El joven y apuesto príncipe miraba en lo que parecía un holograma diferentes partes de Júpiter, estaba viendo que todo estuviera en orden. Terio con sus dos metros y medio de estatura era amado y aclamado por su pueblo y él a su vez... Los amaba con todo su ser.

-Lo siento... No me obligues a volver- Dijo Elayne como si tuviera cinco años, oh odiaba mucho todo aquello y sabía que a Terio le afectaba igual- Me gusta estar aquí.

-¿Otra vez sola Ele?- Llamó, la postura erguida y los brazos cruzados y doblados hacia atrás se movieron por un momento para dar una pequeña carcajada- No me gusta nada que una Teriana esté aquí, de este lado, con todos esos Venuarios andando por ahí sueltos.

Ah Venus. Ese planeta nunca se había llevado bien con Júpiter, en realidad con casi ningún planeta cercano, quizá con los habitantes de Mercurio, pero Mercurio era tan pequeño y lleno de pobladores abnegados nacidos para servir, no contaban realmente. Júpiter y Venus habían tenía confrontaciones reciente mente y no era una sorpresa. Desde que el Consejo Solario había decidido la expedición a Terra o Tierra, los Venuarios eran los primeros en pedir segunda mano para poblar. Pero las cosas no funcionaban así, les preocupaba a todos los planetas que Venus hubiera salido en el sorteo.

Conectando Estrellas *Notas de autora*Where stories live. Discover now