Capítulo 9

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Podemos iniciar mil veces una bienvenida para que sea perfecta en el instante indicado

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Podemos iniciar mil veces una bienvenida para que sea perfecta en el instante indicado.

Marco Barcelata (Bluish Black) 

°°°

20 de octubre

Pequeño Owen:

Mi caminar fue lento cuando me dirigí a casa de Kale hoy a medio día. No estaba seguro si tocar a la puerta que antes era de los Rodríguez y ahora de una familia desconocida —al menos el resto de ella—. Fue buena idea.

Cuando me postré frente a la puerta y llamé al timbre no estaba seguro, los nervios se hacían presente. El cuerpo lo tenía frío, como si en el lugar estuviera a cinco grados. Esperaba a que su madre o su padre habrían, pero no fue así.

El gran cuerpo desconocido que abrió la puerta llevaba un Bowl de plástico en la mano derecha y un gran vaso de refresco de cola bajo el brazo. Su cabello estaba relamido hacia atrás y llevaba puesto pantalones spandex azules que le llegaban hasta la cadera, los cuales se perdían en su torso desnudo.

No era Kale, pero su cara estaba en él; como una calcomanía impresa. Su voz era gruesa y áspera, y muy varonil. Retrocedí cuando exhaló de mala gana palabras interrogantes:

—¿Asunto?, ¿Eres?, ¿Vendes algo?

No le respondí de lo sumido que estaba de la vergüenza, así que el chico me cerró en la cara la puerta con el pie.

Volví a tocar, casi al instante de que la puerta rebotara en mi nariz. Y se volvió abrir de nuevo, pero la cara del joven ya mayor; no se encontraba nada alegre.

—A ver chico... no queremos galletas o lo que intentes vender, así que retírate de aquí. —se dispuso a cerrar de nuevo, pero metí el pie, haciendo que me golpeara con el marco y el borde de esta. Casi me retorcí del dolor y él se burló de mí con una carcajada —¿En serio? Tantas ganas tienes de vender.... —buscó alguna cosa a mi lado, esperando ver el producto.

—¿Está Kale? —me dispuse a preguntar con los ojos llorosos por el golpe. Me miró de nuevo: su mirada era casi igual que Kale, los mismos ojos oliva y la barbilla cuadrada. Este gritó hacia el interior de la casa con fuerza.

—¡Chico... chico, ven acá! Un pequeño Oompa Loompa pelirrojo te busca —Lo fulminé con la mirada al oír que se refería hacia mí como Oomopa Loompa.

—Greg. Me llamó Greg —comuniqué.

—Sí, como sea muchachito —dijo con desprecio.

Kale apareció detrás de él con aquella sonrisa, y apartó a su hermano hacia atrás para poder acercarse a mí.

—Veo que ya conociste a mi hermano Gregory. Espero no te haya molestado — Moví la cabeza en seña de negación. Su voz era amable, casi angelical en mis oídos.

Besos sabor a FluoxetinaWhere stories live. Discover now