Pequeñas peleas y charlas con amigos.

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Capítulo 4: Pequeñas peleas y charlas con amigos.

Al final del día...

Leo se adelanta a Percy para llegar al aula dónde impartirán los castigos por hoy. Percy no tiene tantas prisas, así que una vez más pasa por su casillero para dejar sus libros de las clases pasadas (a las que sí entró) y varios minutos después, entra en el salón.

—Y como es de costumbre, el señor Jackson llega tarde —logra escuchar decir al profesor de Matemáticas. Es verdad, va tarde, pero siempre ha ido tarde. Ya es casi una tradición.

Mira la hora en su teléfono, hace quince minutos debería haber llegado. Mira la puerta del aula que está frente a él y finalmente entra.

Luego de que el profesor lo mirara con cara de pocos amigos, Percy va hasta la última fila y se sienta, pero el profesor le manda a sentarse en el puesto junto a Annabeth.

A regañadientes, se sienta dónde le indican. Y agradece en su mente que en ese salón los puestos sean individuales, no dobles como el resto.

Mira hacia el reloj sobre el pizarrón, apenas han pasado veinte minutos, por lo que le queda cuarenta minutos más de tortura. El profesor sale de ahí, diciendo que tiene que atender una rápida llamada.

Percy abre su cuaderno por la parte final y comienza a arrancar tiritas de papel. Las arruga hasta que quedan en pelotitas y comienza a lanzárselos a la listilla. Annabeth ni se inmuta. Pero Leo comienza a reírse y ella le lanza una mirada asesina. Percy le lanza otro papelito y ella se pone de pie con gesto amenazante.

—¿Hacia dónde se diría, señorita Chase? —cuestiona el profesor cuando vuelve a entrar. Annabeth no dice nada y vuelve a sentarse. El salón se mantuvo en silencio durante un rato, hasta que Percy se cansa de la falta de sonido y habla.

—Ey, profe ¿Qué tal unos chistes? —pregunta el chico. El profesor le lanza una mirada de "cállate", pero Percy simplemente lo ignora— ¿Qué pasa si un pollito levanta una para y después la otra? ¡Se sube al autobús!

Leo comienza a reírse estruendosamente. El profesor solo suspira con cansancio y Annabeth rueda los ojos.

—¡Ese te lo había dicho yo! —Recuerda Leo entre risas— ¡No puedo creer que aún lo recuerdes! Pero tengo uno mejor.

—¿Cuál? —pregunta con curiosidad el ojos verde mar.

—Tengo un loro que si levanta la pata derecha habla inglés. Y si levanta la izquierda habla francés.

—¿Y qué pasa si levanta las dos?

—¡Se cae! —responde Leo reventando en risas otra vez. Percy también ríe, pero es más por la contagiosa risa de Leo y por piedad que por el chiste.

—¡Silencio los dos! —exclama el profesor Edward enojándose. Casi al instante sus carcajadas de detienen.

Percy no para de mirar el reloj cada pocos minutos, pero no parece avanzar. O quizá esta descompuesto. Cuando al fin termina el castigo, el chico se dirige hacia su auto, totalmente feliz de que al fin haya terminado el día.

Horas más tardes, en la casa de Percy...

—¿Hoy te peleaste con Annabeth? —le pregunta Zack a Percy. Zacharias ya está acostumbrado a las constantes peleas entre su amigo y la rubia, y siempre le ha entretenido ver la cara de Percy al contar lo que paso.

—Le he prestado una camisa porque Jason me lo pidió. Una apuesta, más bien. Y le gane —Percy sonríe con arrogancia.

—Felicidades por ganarle a Jason... ¿Pero estas seguro de que no lo hiciste por ella y no por una tonta apuesta?

Te quiero (Como te odio, Percy #1.5) ✔Where stories live. Discover now