Más de un pretendiente.

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Capítulo 42: Más de un pretendiente.

El eterno día de castigo al fin termina. Cuando la campana suena para anunciar el final del día escolar, Percy no puede evitar sentir un gran alivio. Ese, sin duda, fue el peor castigo que ha tenido.

Annabeth toma sus cosas y sale volando del aula como una exhalación. Percy se toma unos segundos para salir, puesto que no quiere reencontrarse con la listilla fuera del aula. Ahora más que nunca está totalmente decidido a mantenerse lejos de Annabeth. Él se esforzó mucho en mantenerla lejos para que ella siguiera adelante y así ninguno seguiría sufriendo, pero la dura realidad es que él es quien no puede seguir adelante. No sin Annabeth. No puede soportar tenerla cerca, sin poder mirarla y sin poder besarla. Y sus celos... Oh, sus celos sin duda son un problema. Un problema gravísimo. Solo le confirman lo que ya sabe: que está perdidamente enamorado de Annabeth, que todos esos años de odio solo eran una forma de autodefensa por el dolor que ambos se causaron mutuamente.

Todos esos sentimientos y esas emociones deben parar ya. Eso solo les está lastimando a ambos y no es justo para ninguno. Percy lo sabe, pero lo complicado es aceptar la realidad y continuar con su vida. ¿Cómo va a hacer para apagar sus sentimientos?

Percy sale al patio exterior, feliz de estar al fin a la luz del día, rodeado de civilización. Busca a sus amigos con la mirada y los divisa a muy poca distancia a todos reunidos, a excepción de Zack. Percy lo prefiere así. No habría podido controlarse si lo ve a la cara, sabiendo que está tratando de conquistar al amor de su vida.

Antes de que Percy llegue a alcanzar al grupo, ve que Leo se separa del resto para acercarse a Annabeth.

—¿A dónde fue Leo? —pregunta Percy luego de saludar a sus amigos.

—Pues hemos hecho una pequeña apuesta —dice Jason con una sonrisa malévola—. Él supo que le confesé a Piper mi usuario a pesar de que habíamos dicho que mantendríamos un perfil bajo. Así que lo reté a decirle su usuario a Annabeth. Veinte ziales a que no se atreve.

—Pues parece que sí se atrevió —comenta Frank viendo como Leo charla con una sorprendida Annabeth.

—Tu adicción a las apuestas no es sano —bromea Percy—. Que bueno que tu padre tiene mucho dinero, sino estarías en la ruina.

Jason suelta una jovial carcajada.

—Dices eso porque siempre te gano.

Antes de que Percy pueda recordarle que ganó la apuesta de ser amable con Annabeth, Leo regresa con una sonrisa de oreja a oreja.

—Dame mi dinero, Jason Grace —dice Leo, triunfante—. Le confesé a Annabeth mi identidad. Quedó bastante confundida que se lo confesara sin más, pero después de los gritos que le lanzó a Percy no me atreví a decirle que fue por una apuesta.

A regañadientes, Jason le da el billete de veinte ziales a Leo.

—Para la próxima te venceré —dice el rubio—. Lo prometo.

—Mientras tanto este bebé y yo nos divertiremos mucho. —Leo besa el billete y lo guarda en su bolsillo—. Con esto puedo comprarme al menos cinco pizzas.

—¡Entonces puedes invitarnos a comer a todos! —dice Nico.

La sonrisa de Leo se esfuma.

—¿Estás loco? Tengo una cita con Calipso.

—¿Y piensas engordarla con cinco pizzas para que nadie te la robe? —cuestiona Jason, divertido.

Leo se toca la punta de la nariz.

Te quiero (Como te odio, Percy #1.5) ✔Место, где живут истории. Откройте их для себя