─━XII. Shock

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DOCESHOCK━━━─┉─ • 𖥸 • ─┉─━━━

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DOCE
SHOCK
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Yuuji siente la presión en sus hombros, aunque cree que tal vez se trate del peso encima de estos y el dolor en su pecho.

Cree, porque aun es capaz de recordar con vívida perfección los cuerpos amorfos y sucios y verdosos y deformes. Aún puede y eso duele y se siente como si cada célula en su cuerpo estuviera a punto de reventar, de estallar de desaparecer.

Duele.

Ahí tras sus costillas en cada ranura en cada espacio, donde le palpita el corazón u le canta la canción de la derrota.

Duele.

—Mira esto —recuerda que le dijo Nanamin mientras ambos estaban de pie bajo la incesante lluvia, sus ropas colgándoles del cuerpo encharcadas y húmedas—. Aquí.

Y la foto. La foto que se suponía que no debía existir porque las maldiciones no debían aparecer en ningún tipo de dispositivo que no fueran sus propios ojos conectados a su cerebro.

—Son humanos —dice Shouko a través del teléfono, su voz extrañamente tranquila—. O bueno, al menos eso es lo que eran. Son como los tres del cine. Las estructuras de sus cuerpos fueron alteradas con un ritual.

—Si eso fuera todo, lo habríamos notado —dice Nanamin mientras se deja caer en el sofá junto al de Yuuji, un quedo suspiro escapando sus labios—. Nuestros oponentes estaban llenos de energía maldita tal como un espectro lo estaría.

Y Yuuji piensa.

—Bueno, tendrías que pedirle explicaciones a quien sea que haya realizado el ritual.

Yuuji recuerda.

—Salta a la vista también que alteraron sus troncos encefálicos —sigue diciendo la mujer y Yuuji casi puede imaginarla en su morgue, con la bata y las mesas y los humanos no humanos—. Seguramente para confundirlos y trastornar su conciencia.

Ieiri-san debe estar a solas en su laboratorio, examinando y viendo y probablemente encontrando más información de la que se pensarían posible.

—También se puede alterar un cuerpo para que sea capaz de usar energía maldita —dice—. Aún se sabe poco de la relación entre el cerebro y la energía maldita. Por cierto, ¿está escuchando Itadori?

Nanamin le mira de reojo con el rostro levemente ladeado y Yuuji, a pesar de sí mismo, sabe perfectamente a dónde va esto.

—Hola, Ieiri-san.

—Itadori, debes saber que lo que los mató fue el shock resultante de que alteraran sus cuerpos. Tu no mataste a nadie, así que no pienses cosas raras.

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