─━I. Poco ver pero mucho sentir

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UNOPOCO VER PERO MUCHO SENTIR━━━─┉─ • 𖥸 • ─┉─━━━

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UNO
POCO VER PERO MUCHO SENTIR
━━━─┉─ • 𖥸 • ─┉─━━━

La cosa es, Ash es un chico que poco ve pero todo siente.

Sus ojos se ajustan fácilmente a la oscuridad que lo rodean, sus pupilas dilatándose un solo momento antes de que el mundo explote en colores y lo embriague con la belleza presentada frente a él.

Hay un agujero cerca de su pecho, uno que está casi todo el tiempo vacío y se come lentamente sus intestinos y no le deja respirar adecuadamente. Un agujero que succiona, y succiona y que no dejará de hacerlo nunca porque Ash siempre ha sido un chico del que los demás toman, pero jamás devuelven.

Su pecho se contrae y sus ojos se abren y el bebe los colores como un hombre privado de néctar por más de mil años, desesperado y frenético y ansioso. La gula le sube por la espalda y le abraza el cuello y con sus garras abre su boca y lo obliga a beber, beber y beber y no dejar de hacerlo hasta que esté satisfecho.

-Ash -el breve toque en su hombro lo trae de vuelta, y el vacío se cierra frente suyo y se oscurece y la fría realidad en la que vive vuelve a caerle como un balde de agua encima-. Ash. Contrólate.

Ash sonríe, pero la sonrisa se curva diabólica y quizás un poco seca, y se queda corta de alcanzar esa brillantez que añora con el pasar de los años. En cambio, su mirada se ajusta nuevamente sobre su blanco, sobre la maldición echa un ovillo en una esquina de la habitación, sus deformes brazos sostenidos fuerte alrededor de su asqueroso cuerpo.

Tiene cuatro ojos y tres brazos, una pierna que se divide en cinco y una cola que se arrastra por la superficie y crea un espantoso sonido, como el de una mujer llorando. Había estado oculta dentro de un frasco de perfume olvidado, lanzado frenéticamente contra el muro del decaído edificio y que había estado alimentándose de corazones rotos y sentimientos viciosos.

Gina aprieta suavemente su hombro y procede a alejarse de él, dos pasos hacia atrás y uno hacia la derecha, dándose espacio para poder terminar el trabajo.

-Entonces, ¿es este?

-Hah -responde Ash, tildando su cabeza y observando a la maldición con los ojos ligeramente entrecerrados. No puede ver nada más allá de la penumbra de sus anteojos-. El primero estaba en Nueva York. Sus vestigios aquí, frente a nosotros.

-Sigo sin comprender porqué no pudimos pasarle esto a la oficina de Washington.

Gina no está molesta. Eso lo sabe muy bien, porque si la mujer hubiera estado molesta, la maldición frente suyo no habría sido acobardada así de fácil. Gina la habría eliminado de raíz, la habría cazado como un lobo caza a su presa y se la habría tragado de un bocado.

La mujer lleva dos dedos frente a su rostro, el índice y el medio, y los cruza entre sí mientras murmura algunas palabras. Ash observa, complaciente, y el hedor del miedo le llega casi de inmediato a la nariz cuando la maldición comienza a hacerse pequeña.

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