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11 años
Perdidos

Lia estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban BangChan y Minho, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Felix.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Felix era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Hyunjin haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Yeji las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Felix se comportaba como el hermano mayor de mi hermana, siendo yo quien debe usar ese lugar.

Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Yeji, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era feo? ¿No le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí, pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrado, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Minho esta
tarde con Cherry.
Seguramente me diría "lleva a Felix". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Yeji, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el niño de rizos podría ser mi amigo.
Error, eso jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos, mis padres le pagaban la educación a Felix y a Chaeryeong. Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que debían hacer.

-Seo Changbin, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema - salté en mi asiento y aparte un mechón de cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo solo riera y me acomodara el cabello con delicadeza.

Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Lisa, que estaba sentada junto a Felix. Ella le susurró algo y se rió más fuerte, pero a Felix no pareció hacerle gracia.

-Te estamos esperando, Changbin - me dijo la maestra, caminando hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental, eso me molestó.

Miré hacia el lado y Lia se encogió de hombros, ella tampoco había prestado atención. Minho y BangChan tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.

Sentí ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.

-¡Changbin descerebrado! - Gritó Lisa desde el primer puesto. Toda la clase estalló en carcajadas, excepto mis amigos, Lia y Felix, que seguía tan serio como en un funeral.

En una mirada fugaz que le lancé, vi como él gesticulaba algo con los labios. Me estaba mirando directamente y decía algo. Aproveché que todos reían y que la maestra trataba de hacerlos callar para entender el mensaje "Amor", eso le entendí.

-Amor - dije en voz alta en el preciso momento en que hizo un silencio en la sala.

-¿Cómo dices, Changbin? - me preguntó la maestra.

𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 || 𝐿𝒾𝓍𝒷𝒾𝓃 /𝒞𝒽𝒶𝓃𝑔𝓁𝒾𝓍 Where stories live. Discover now