24

497 78 7
                                    

Nunca digas adiós

Felix me cobijó en la cama y me trajo una bandeja con una taza de café y galletas con chispas de chocolate, como las que me dejaba frente a mi puerta cuando éramos niños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Felix me cobijó en la cama y me trajo una bandeja con una taza de café y galletas con chispas de chocolate, como las que me dejaba frente a mi puerta cuando éramos niños.

Lo agarre del brazo antes de que se marchara nuevamente a la cocina y lo atraje hacia mí. Necesitaba un abrazo suyo, le necesitaba demasiado y no quería que se fuera de mi lado. Podría pasar el resto de mi vida aferrado a ese abrazo con tal de no despertar otra vez en la realidad.

—Tranquilo, Binnie. Iré apagar el horno y vuelvo a acostarme contigo, ¿de acuerdo? —asentí con la cabeza como un niño pequeño. Me había transformado en eso después de la noticia, era icónico, pero al final Felix si había conseguido un hijo porque me cuidaba como si fuera uno. Y muy pequeño, no podía hacer casi nada sin él acompañándome. Me daba miedo hacer algo y estropearlo más. Ya había destruido el sueño de Felix, no podía arriesgarme a cometer otro error.

Cuando volvió, encendió la televisión y se quitó las pantuflas para colarse bajo las sábanas. Ninguno había ido a trabajar. No quería nada. Nada salvo algo que nunca tuve y nunca tendré.

Rompí a llorar cuando Felix me estrechó entre sus brazos y mi rostro a la altura de su pecho. Su olor me hería, su respiración me acuchillaba, su voz, su mirada, la forma en que lo sentía quebrarse junto a mí por mi culpa. No me lo merecía, Felix era demasiado bueno para alguien como yo y recién me daba cuenta.

—Ya, ya pasará. No tienes que preocuparte, me basta con que sigas a mi lado por siempre. El hecho de tenerte ya me hace feliz —lloré con más ganas.

Estuve así unas cuantas horas, cuando me dormí, Felix se quedó viendo televisión, pero sin soltarme ni un minuto. Él era el fuerte en esta relación, yo el inútil.

No quería moverme, ni siquiera pensaba que eso fuera una opción. Quedarme por siempre en mi habitación tal vez fuera lo mejor que podría hacer y dejar que Felix no sufriera conmigo, no sería tan egoísta para hundirlo en esto.

—Hey, ya despertaste, bonito. ¿Tienes hambre?¿Quieras que te traiga algo? —me dijo en cuanto me vio con los ojos abiertos. Me besó en los labios, pero el beso me supo salado, melancólico y marchito. Sin embargo, lo disfruté.

—No, gracias. Quiero quedarme aquí un rato más.

—De acuerdo. Iré a ducharme —asentí en silencio y lo dejé ir al baño.

Apagué la televisión con el control remoto y me quedé como un objeto. No me moví hasta que Felix salió de la ducha con una toalla amarrada a la cintura. Como la mañana del día en que me pidió tener un hijo.

𝑀𝒶𝓇𝓇𝓎 𝑀𝑒 || 𝐿𝒾𝓍𝒷𝒾𝓃 /𝒞𝒽𝒶𝓃𝑔𝓁𝒾𝓍 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora