9. La indiferencia

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Es incómodo.
Trabajar con Daniel después de esto, es incómodo.
No cruzamos ni una mirada a lo largo de la mañana, menos una palabra.
Él ha intentado hablarme en numerosas ocasiones, pero siempre lo evito. El dolor que me produce su voz, su voz...
Como duele su voz. Cómo entender la magnitud de esta pena, por algo que ni siquiera llegó a comenzar. Creo que ese es el problema, que me imaginé tanto con él , idealicé tanto todo, que me he pegado la hostia antes de empezar.
-Gabi, espabila. Lleva eso a la cinco- me dice Jorge dándome un ligero toque en el hombro.

Llevo todo el turno distraída, le he cobrado mal a dos personas y he confundido varios pedidos, creo que necesito un descanso.

-Jorge- él me mira y me hace un gesto para que continué hablando

-¿Puedo tomar un descanso? Estoy un poco distraída- digo después de dejar el plato en la cinco.

-¿Estás bien?¿Quieres hablar?- se preocupa él. Daniel pasa por mi lado y me mira intentando averiguar de qué hablo con Jorge, pero yo aparto la mirada y le pongo ojitos de cordero a mi jefe.

-En otro momento quizá, ahora solo necesito darme un baño. Me quedaré luego media hora más de las cinco- le sonrío como un angelito.

-Venga tira- me dice mientras ríe.

Me meto en el almacén con mi bañador en mano, la parte de arriba roja tapa de forma triangular mis pechos, y la braga de color negro se ajusta perfectamente justo debajo de la enorme y blanca marca de nacimiento que asciende hasta mi ombligo, me encanta este bikini. Toalla al hombro y contenta por poder despejar mi mente dándome un baño en la piscina, salgo sonriente del almacén, encontrándome de frente bruscamente con Daniel en el pasillo. Después de todo el día se estableció contacto visual, que rápidamente se interrumpió por el descarado repaso de arriba abajo que me dio él. Sus ojos se abrieron en sorpresa, sus ruborizadas mejillas destacaron, pero no formuló palabra, se dio la vuelta y continuó con sus labores.

Mis piernas moviéndose en el agua mientras me expongo al agradable calor solar sentada en el borde de la piscina, pienso en él y mi pecho se encoge. Recuerdo sus palabras y el dolor amenaza con desbordarme de nuevo, pero aprieto los dientes intentando aferrarme a otro dolor, trago saliva. Mi mente funcionando a toda velocidad, dándole vueltas a lo mismo una y otra vez, el estrés y la impotencia aflorando de nuevo, mi piel ansiosa de su calor pero carente de él, mi cuerpo anhela el breve tiempo que obtuvo su cariño, brevemente intenso, intensamente hiriente.

La ansiedad de todos los pensamientos en seguido colapsa mi mente y me tiro de una vez a la piscina, el frío del agua cubriendo mi piel y mi pelo, desprendiendo de ella el calor de su cuerpo, enfriando mi mente, pero sin poder aliviar la profundidad de mis sentimientos. Permanezco debajo del agua, la ausencia de aire haciendo que mi mente se nuble dejando a un lado la imagen de sus ojos, aguanto aún más debajo del agua, la relajante sensación de no poder pensar en nada hace que no quiera salir, la falta de oxígeno comienza a hacerse presente, pero igual permanezco abajo, no quiero salir, no quiero volver a la superficie y darme cuenta de que nada a cambiado, no quiero. Mi pecho se hunde en busca de aire, sigo sin salir, me mareo y todo da vueltas, sigo sin salir, el involuntario movimiento de coger aire amenaza con tragar agua, y al final me veo obligada a emerger a la superficie cogiendo una ansiosa bocanada de aire que llena mis pulmones al instante. La respiración continua agitada por su falta durante un rato, los claros pensamientos regresando paulatinamente, el ardor no desaparece, pero si se ha aliviado un poco. Ahora mismo me siento capaz de lidiar con esto, ahora sí, solo necesitaba un momento.

Salgo del agua y me tumbo de una exagerada dramática forma en el suelo, notando su calor contra mi piel y el sol a mi espalda, cierro los ojos mientras me seco al natural. Es momento de hacer frente a mis responsabilidades, ya he refrescado la mente, ahora toca trabajar.

ROTA (cuando el alma pide auxilio)Where stories live. Discover now