Dos.

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—¿Me esperas? Solo estaré un minuto —le expliqué a Jiho esperando que comprendiera que no podía dejarle entrar a la casa de mi jefe, sobre todo teniendolo encima casi inconsciente.

—¿Estás segura? ¿Puedes con él? —consultó mirando a Declan que balbuceaba sin motivo. Tragué, me preocupaba su estado, pero no podía dejarlo en ese momento—. No tengo problema...

—Ya has hecho mucho por nosotros, Jiho. Está bien.

Asintió y bajé del auto, abriendo la puerta trasera del coche para encontrarme finalmente con mi jefe. Él casi extendió los brazos sabiendo que venía y yo tuve que tomar valor para no enojarme por su manera tonta de comportarse. No era una persona que se enfadaba fácil, pero Declan lograba cosas en mi que nadie lo hacía. Podía hacerme sentir en las nubes y luego odiarlo con fuerza por un motivo tonto. Cuando me subía a la montaña rusa de emociones junto a él, a veces no sabía cuando iba a bajarme y si me había puesto protección para no caerme. Era extremo, en todo momento.

La casa de Declan era gigante, herencia de su padre quien había fallecido hacía un año. Marcus y su novia Lizzie se habían mudado mientras buscaban una casa para los dos, aunque se los veía demasiado cómodos para querer marcharse. Es por eso que al tocar el timbre, fue la pelirroja quien me abrió la puerta y me dejó casar. Yo estaba nerviosa, cargando a Declan como podía, aunque este ayudaba bastante al caminar. Marcus apareció en la escena, todavía de traje como si nunca se hubiera cambiado después de salir del trabajo.

—Por fin —susurró cuando nos vio y se acercó a Declan, pasando el brazo del joven por detrás de su cuello y así quitándome de las manos. Me sentí vacía cuando mi jefe me dejó y por un momento quise seguirlo, pero sabía que no estaba bien meterme tan de lleno en la vida personal de los Scott.

—Gracias, Suni, has sido muy amable —me dijo Lizzie con su voz tan tranquila que me recordaba a una hermana mayor que nunca había tenido, pero sospechaba que así eran en un mundo ideal—. Tengo algo que darte en el despacho de Marcus, ¿me acompañas?

Asentí, todavía con la mirada en la escalera, por donde se habían ido Marcus y Declan. Quería ir con ellos, sentarme al lado de Declan en su cama y tomarle la manito hasta que se encontrara mejor. Pero sabía que no tenía sentido que hiciera eso, no podía seguir quedando pegada a su vida cuando no podía. Se suponía que tenía que comenzar mi propia vida con un chico que parecía querer intentarlo.

Nunca había tenido novio, Jiho era el primer oficial y había casi por obligación. No me desagradaba y tampoco estaba en contra, siempre supe que mi padre iba a elegir con quien iba a casarme. Pero me daba un poco de tristeza saber que también había elegido quien iba a darme el primer beso.

Caminé por la casa observando todo a mi paso, encantada por lo bella que era incluso cuando la había construido un hombre tan horrible como el padre de Declan. Las pinturas parecían caras y prestigiosas, todas alumbradas por una pequeña luz que le daba un aire más profesional. Lizzie finalmente me llevó al despacho de Marcus, que se notaba que estaba en una renovación entre lo que era el despacho del señor Scott y ahora el líder de la familia.

—Disculpa el desastre, todavía nos estamos mudando... y Marcus quiere remodelar este lugar —me contó la chica mientras trataba de esquivar cajas. Yo dejé caer una sin querer cuando choqué torpemente contra una de ellas. Lizzie se rió y negó con la cabeza, pero no pareció importarle mucho. Finalmente llegó al escritorio y me alcanzó una pequeña tarjeta que tomé con curiosidad. Cuando la vi mi rostro se transformó por completo al darme cuenta de qué se trataba. ¡Era la invitación a una boda! ¡A la boda de Lizzie y Marcus!

—¡Se van a casar! —exclamé contenta al darme cuenta que eso era lo que ella me quería dar y me mostré realmente feliz al comprenderlo—. Que feliz me pone, Lizzie Unnie, se merecen ser felices para siempre.

—Siempre es mucho tiempo —bromeó ella con una pequeña sonrisa y se sentó en la silla que era de su prometido. Por lo que yo hice lo mismo sentándome de enfrente—. Creo que lo extendimos mucho... y ya no queremos que sea así. Quiero que vengas y no solo eso, quiero que sea una de las damas de honor.

Por un momento mi boca casi cae al suelo al darme cuenta lo que me estaba pidiendo, no podía creerlo y quise largarme a llorar en ese momento exacto. Lizzie, la chica que para mí era un ejemplo a seguir por completo, me estaba pidiendo que sea su dama de honor en su gran casamiento. Quise saltarle encima y abrazarla, pero tampoco quería comportarme como una cria que se emocionaba con cualquier cosa.

—Nada me pondría más feliz, Unnie. Es todo un honor —susurré mirando la tarjeta con los ojos llorosos.

Cuando había llegado a Estados Unidos pensé que iba a costarme encontrar gente con la que pudiera entablar conversación, sobre todo teniendo en cuenta que siempre me habían dicho que los extranjeros eran mal vistos en ese país. Pero los Scott, incluyendo a Lizzie, me habían demostrado que no había barreras por completo para conocerlos y que podían darme todo, incluso tratarme como familia.

A veces creía que los Scott eran más familia que la propia.



Esa noche Jiho me llevó a mi departamento, en dónde le conté sobre el casamiento de Lizzie con una gran sonrisa y él escuchó todo en silencio, pero atento a mis palabras por completo. No me gustaba ser una joven parlachina, pero estaba tan contenta y emocionada que no podía parar. Estaba pensando en el vestido, en la gran boda y en lo bella que iba a lucir Lizzie, ni siquiera estaba teniendo en cuenta que le estaba contando todo a un desconocido que no podía comprender nada.

Jiho era paciente, asentía y escuchaba con tranquilidad, como si quisiera saber, aunque yo sabía que no era así. Mis cosas nunca le importaban a nadie, lo había dejado bien en claro mi padre la primera vez que quise contarle algo de niña. Era un chico muy guapo, uno que seguramente conquistaría a todas mis amigas coreanas y no podía dejar de notar que seguramente en otro momento lo encontraría bellisimo. Sin embargo, no era rubio de ojos claros, ni tenía una mirada picara que me hacia suspirar. No era Declan, lo sabía.

Cuando me dejó en el departamento, trató de besarme y fue una de las cosas más extrañas que viví. Di un paso hacia atrás, horrorizada por su comportamiento y me enrocejí por completo. Nunca me había pasado algo así y tampoco quería darle el primer beso a un chico que acababa de conocer.

—Lo siento... —susurró apenado y su expresión me dio ternura porque se le notaba realmente avergonzado por su manera de actuar. Me reí nerviosamente porque yo tampoco sabía que decirle—. Mi padre me dijo que tenía que hacerlo... pero creo que recién nos estamos conociendo, ¿no?

Suspiré y asentí, contenta al saber que estaba en el mismo problema que yo. Estábamos obligados a hacer cosas que no queríamos, incluso cuando no las sentíamos. Humedecí mis labios y jugué con mis manitos, sin saber si podía decir lo que quería decir.

—Jiho... yo no puedo tener algo contigo —le dije finalmente armándome de valor. Su rostro se mostró se mostró sorprendido, pero asintió, casi sospechando que yo iba a decirle algo así—. Siento cosas muy fuertes por otra persona... no sé si pueda tener algo contigo y lastimarte así. No lo mereces, pareces buen chico.

—¿Tu jefe, no?

Asentí avergonzada, pero aceptando que no podía escaparle a lo obvio. Él suspiró, pero se acercó a dejarme un beso en la mejilla, casi dando a entender que estaba bien. Aquello me dio seguridad y tranquilidad, tal vez podíamos ser amigos.

Subí a mi departamento, saludé a mi conejo como correspondia y me di una ducha larga que adormeció todos mis músculos como esperaba. Cuando estaba por irme a dormir, mi teléfono sonó y me petrifiqué al darme cuenta que se trataba de un mensaje de mi padre. Sabía que iba a decir, estaba segura y no tenía ninguna duda. Lo conocía, conocía sus movimientos.

"Tienes una semana para empacar y volver a Corea"



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Nota de autora: Espero que les guste el nuevo capítulo ♥ Creo que voy a empezar a subir todos los sábados, no se olviden de comentar asi puedo saber si están leyendo o disfrutando la novela. Muchas gracias!

La asistente del jefe [Editorial Scott #3 ]Where stories live. Discover now