Ocho.

470 75 55
                                    


—¿Que miras tan sorprendida? No es la primera vez que viajas en avión, ¿no?

La voz de Declan en otro momento me podría parecer interesante, incluso hermosa, pero en un viaje de más de seis horas me estaba empezando a resultar insoportable. Habíamos viajado juntos a Los Ángeles por capricho de él y sentía que estábamos cometiendo una locura extraña.

A diferencia de mí, Declan quería ser un empresario editorial exitoso, no un editor y por eso estaba obsesionado con encontrar escritores para la editorial Scott. Yo tenía la complicada tarea de buscar personas destinadas para ese puesto y si bien encontraba mucho en plataformas online, ninguna persona parecía agradarle lo suficiente.

Pero al parecer esta persona había sido todo lo que necesitaba y una parte de mí se preguntaba que había visto. Era una escritora de plataforma que estaba llevando el guión de una serie exitosa y él quería que empezara a trabajar para él. Para los Scott.

—Necesito alguien así, moderno, joven, capaz de adaptarse a nuevos lectores —decía, tal vez demasiado convencido de la idea mientras veía las nubes debajo de nuestros pies. Me encantaba viajar, era algo que me había gustado desde muy pequeña y agradecía que Declan me diera la oportunidad de viajar a su lado. Incluso si era un pesado y pasaba todo el viaje hablando sobre lo convencido que estaba de su idea.

—¿A quién quieres convencer, Declan? —le pregunté entrecerrando los ojos porque no tenía porque darme explicaciones de su corazonada. Si él pensaba que era una idea brillante, yo iba a creerle por completo. Era mi jefe y, además, una persona que admiraba mucho.

—¿Yo? A nadie, vamos.

—No tienes que convencerme, ¿sabes?

Se río, poniendo los ojos en blanco como si no me escuchara.

—Yo creo en ti, Declan. Deberías saberlo.

Lo observé unos segundos, esperando que se riera de la situación y en cambio tomó mi mano. Mi cuerpo se desconectó de mi cerebro por un segundo cuando comprendí que Declan estaba besando la piel de mi palma. Sus labios se quedaron posicionados más tiempo del que debían y creí que me iba a derretir. Pero sobreviví, aunque no sabía por cuanto tiempo.

—Y estoy profundamente agradecido por eso.

No soltó mi mano, sino que la entrelazó con la suya y no me importó en lo más mínimo la situación. Pusimos una película al mismo tiempo en nuestras pantallas y yo me quedé dormida sobre su hombro porque la nueva película de Marvel me aburría y me costaba seguirle el ritmo tan rápido sin subtítulos. Una cosa era hablar con las personas, con pausas y contexto, otra era entender a miles de superhéroes hablando rápido. Prefería descansar la mente por unos instantes.

Además, me gustaba la sensación que estaba viviendo y lo agradable que era todo eso. Suspiré lentamente sobre su hombro al quitarme los auriculares con una sola mano y me quedé lentamente dormida con ese ruido marrón en mis oídos.

Desperté en Los Ángeles o eso fue lo que dijo el piloto cuando Declan me despertó con un suave susurro en mi oído.

—No siento la mano, Sunsun.

Avergonzada, lo solté finalmente y noté que él había puesto la manta sobre mi cuerpo, seguramente por el frío que estaba viviendo en ese momento. El aire acondicionado del avión estaba demasiado alto y entendía que era a propósito por el tiempo del exterior. No sabía si era la mejor idea mantenernos así y luego lanzarnos a ese tiempo, pero no dije nada porque conocía el calor de Corea y lo pesado que era.

—Menos mal que has despertado, la azafata estaba mirándome demasiado y no quería caer en su tentación.

Mi mente tardó en procesar lo que acababa de decir y cuando lo hizo no pude evitar poner mala cara. ¿Estaba jugando conmigo? Me tomaba la mano, me tapaba y mientras pensaba en la azafata. La observé desde donde estaba, sonriendo de esa manera perfecta que tienen las personas lindas y que lo saben. Resoplé mirando por la ventana, no quería envidiar a una mujer así que traté de ignorar la situación por completo. Declan era soltero y se suponía que podía hacer esas cosas.

La asistente del jefe [Editorial Scott #3 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora