Cinco.

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Suni

Lizzie se movía de un lado al otro confusa, pero no quería decirle nada más de lo que ya le había dicho. Necesitaba confesar mis sentimientos, mis pecados y miedos con la única persona en la que confiaba además de Declan. Consideraba a Lizzie mi Unnie, una persona mayor que merecía respeto y que tenía mucha más experiencia que yo en el amor. ¡Estaba de novia con Marcus! Estaba segura de que entre ellos había una hermosa historia de amor. Tenía que serlo, en algún lugar tenía que estar ese amor del que le habían hablado, ¿no?

—Entonces, me estás diciendo que quieres deshacerte de tu comprometido...

Asentí varias veces, temiendo que ese deseo fuera demasiado real. No quería que nada malo le sucediera, simplemente deseaba que él se fuera de la escena para poder estar con Declan o que mi padre no lo tuviera en cuenta. No quería casarme con él, tampoco deseaba tener una familia o todas esas cosas que mi padre tenía para mí.

—¿Y por qué no lo quieres? —la mirada de Lizzie no juzgaba, pero yo me sentía así.

—Porque... él no es Declan.

Lizzie asintió, como si esa fuera la mejor respuesta que podría darle y siguió moviendose por su oficina. Empecé a sentirme nerviosa, temblando un poco por abrirme tanto a una persona con la que no llevaba tanto tiempo de conocer. ¿Era confiable? ¿Iba a contarselo a mi padre? ¿A Declan? Me mordí nerviosa una de mis uñas y me regañé internamente por eso, pero no podía evitar calmar mis ansias.

—Y este chico...

—Jiho.

—Jiho... ¿Tiene algo de malo? ¿Algo que podamos poner en tela de juicio o que puedas terminar toda esta locura de comprometerte con veintitrés años? —me preguntó y por un momento quise explicarle a Lizzie como funcionaba mi país en algunas familias. Por lo menos en la mía, con mis estudios terminados, tenía que hacerlo. Mi familia ya se sentía bastante avergonzada por tener una hija sin un novio—. Es decir, estoy por casarme, pero a tu edad me la pasaba peleando con personas en internet sobre si Larry era real o no.

No sabía que era Larry, pero mordí mi uña con más fuerza al no tener respuesta. Lizzie me miró furiosa, desaprobando el gesto, y bajé la mano hacia mi regazo.

—Jiho es un buen chico, viene de una buena familia de renombre y mis padres lo aman. Tiene el futuro asegurado... lo más probable es que nos casemos en mi país y tal vez... tal vez volvamos —no sabía eso, no era común y mucho menos con los planes que mi padre siempre decía que tenía para mi. Me quería cerca, mi madre me quería bajo su ala para poder controlarme como tantos años lo habían hecho.

Estar en Estados Unidos era un lujo, uno que se estaba terminando lentamente.

—Tengo un plan —dijo ella finalmente y vi el brillo en sus ojos. Su cabello rojo escapaba de su peinado y algunos bucles caían rebeldes, queriendo escaparse. Se notaba que estaba decidida con sus palabras y que iba a decir una locura. Conocía poco a Lizzie, pero sus planes eran descabellados pero efectivos. Yo necesitaba eso.

—Dime por favor que no es una locura... no podría...

—Lo es, mi querida Suni, pero tan efectivo que tendrás al tal Jiho lejos de tu radar.

Suspiré, sabía que venía algo terrible. ¿Iba a secuestrarlo y quedarme con sus documentos para pedir rescate a cambio de mi libertad? ¿Iba a decirle que lo odiaba y que prefería quedarme sin mi dignidad? Todo era posible con Lizzie.

—Vas a salir con Jiho...

—Salir con Jiho —anoté en mi pequeña libreta, eso parecía ser algo que podía hacer con total normalidad. Las citas eran algo a lo que estaba acostumbrada.

La asistente del jefe [Editorial Scott #3 ]Where stories live. Discover now