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Capítulo 10: Educación sexual.

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Al día siguiente me cuesta mirar directamente a mis jefes durante el desayuno, puesto que mientras lo hago lo único en lo que puedo pensar es en Ibor relamiendo sus labios repletos de glaseado en la cocina o en Weston con la mano sumergida en el i...

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Al día siguiente me cuesta mirar directamente a mis jefes durante el desayuno, puesto que mientras lo hago lo único en lo que puedo pensar es en Ibor relamiendo sus labios repletos de glaseado en la cocina o en Weston con la mano sumergida en el interior de los pantalones de su esposo, mi cuerpo sofocado por la vergüenza y el miedo de que alguno de ellos haya llegado a la deducción de que los vi. A raíz de ello me enfoco únicamente en el cuidado de W y Genevieve, ayudándolos a alistarse para otro día de clases, asegurándome de que lleven consigo cada ítem en la lista que formulo en mi mente.

Sus loncheras con el almuerzo, en el caso de Gen, y las meriendas que Caroline preparó para ellos. El delantal que W tanto odia para las tareas con pintura y pegamento en el pre-kindergarten y su nuevo auto rojo para enseñárselo a sus compañeros. Cuento las mariposas en el cabello de Gen para asegurarme de que estén completas cuando llegue y reviso que sus tareas de matemáticas para el día de hoy estén dentro de su mochila, lo que me permite hacer con el ceño fruncido. Tanto ella como su hermano se visten por sí mismos en las mañanas, lo cual los hace niños muy listos e independientes, pero no puedo evitar arrodillarme frente a ellos antes de que Steven los lleve a clases. Con suavidad acomodo un poco los rizos de Gen y ajusto la camisa de Weston Jr. para que se vea tan bonito y elegante como Weston. Diría como Ibor, pero la mitad del tiempo el jugador de fútbol está entrenando o en pijama y eso conlleva que no use camisa. Sonrío cuando aliso su cabello rubio hacia atrás, lo cual W considera que ya es demasiado, huyendo de mí hacia Steven. A pesar de su negativa a que lo peine, sin embargo, me mira antes de cruzar el umbral de la puerta con su mochila colgando de su espalda. Esta es más grande que él, lo cual le confiere el aspecto de una adorable tortuga, pero lleva tantas cosas al kínder que no puede ser de otra manera.

—Adiós, Sofía. —Su ceño se frunce mientras ve de Gen hacia mí—. No te vayas.

Mi peche se hunde y se hincha al mismo tiempo al oírlo. Lo calmo dirigiéndole la palabra mientras me incorporo, consciente de que estas deben deberse al hecho de que ya le ha dicho adiós a varias niñeras debido a su hermana.

No es que ella tenga la culpa.

—No lo haré. Te espero aquí.

Sonríe hacia mí y empieza a caminar con sus piernas cortas hacia el auto que conduce Steven, quien abre la puerta trasera para él. Gen le sigue después, simplemente asintiendo hacia mí. Su uniforme es de falda y camisa, pero he notado que siempre lo complementa con un suéter que oculta ambos, cubriendo sus piernas más allá de sus rodillas y cayendo de uno de sus hombros debido a su gran tamaño. Me despido de ellos en el umbral de la puerta, alzando mi mano en el aire, y al darme la vuelta hago ademán de dirigirme rápidamente hacia mi habitación para pasar la mañana adelantando los primeros temas de mi maestría, pero termino desistiendo de ello, mi mano sobre el barandal de la escalera, y regresando a la mesa.

Por alguna razón Weston no acompañó a los chicos hoy y habla con Ibor de deportes, aun en pijama. Dentro de mi mente lucen más como un par de amigos que como esposos. Los dos se callan, prestándome su total y completa atención cuando aclaro mi garganta, mi mirada gacha y mis mejillas rojas. Por el rabillo del ojo noto a Caroline bajándole el volumen a la televisión para que puedan escucharme mejor.

Nuestra (Posesión #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora