Extra

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Observo muy bien los detalles de los dos anillos que tengo delante antes de decidirme

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Observo muy bien los detalles de los dos anillos que tengo delante antes de decidirme. No sé cuántas horas llevamos aquí, pero sigo sin saber cuál elegir.

No es que no quiera tomar una decisión, de hecho estoy agobiado de estar aquí, es solo que necesito que sea la correcta, que no me arrepienta después y sea el indicado, el que años más tarde vea y diga: sí, elegí bien, no me equivoqué.

Tampoco me olvido que debe gustarle a Mireia, porque va a ser para ella, tiene que ser el más adecuado a su estilo.

—Sigo diciendo que el de la derecha me gusta más —comenta Sebastian mucho más tranquilo de lo habitual. Se está tomando muy en serio lo de ayudarme, sabe que es importante para mí—. Es el que veo más Mireia de todos los que nos han enseñado.

Asiento, sí, es uno que podría llevar perfectamente, tiene todo lo que le gusta, los detalles son elegantes y no es muy sobrecargado, al igual que el diamante que adorna el centro, del tamaño adecuado y resplandor correcto. Es muy bonito.

El problema es que pienso lo mismo del otro.

Lo cojo entre los dedos para analizarlo, aún más, intentando ver si he pasado por alto algo que me ayude a tomar la decisión, o si lo tengo entre las manos me llegará una intuición mágica que me haga saber que es el indicado.

Pero nada.

Sé que no hay prisa, que no van a echarnos de la joyería, menos al estar acompañado de Sebastian, ya que gracias a él estamos en la zona privada y nos está atendiendo el dueño, es solo que quiero tomar una decisión.

—Me voy a quedar con el de la izquierda —acabo por decir después de darle un par de vueltas más.

Sebastian gira la cabeza y enarca una ceja.

—¿Ese? ¿Seguro?

Sé que no me lo pregunta para hacerme dudar, solo porque quiere cerciorarse de que lo estoy, por eso me mira de esa manera, esa que lleva haciendo desde que tengo memoria, como si supiera lo que tengo en la mente y si estoy mintiendo o no.

—Sí, lo estoy.

O eso creo. No quiero dudar más, porque ya tengo suficiente con el cacao mental sobre cuál va a gustarle más a Mireia.

¿Sebastian también lo pasó tan mal cuando le compró el suyo a Lena? Recuerdo ese día, vinimos a la misma joyería, yo también lo acompañé, y él, para lo que es, aparentaba tranquilidad.

—Es una gran elección —confirma el joyero con una sonrisa para apoyar mi decisión y que me sienta cómodo con ella—. Estoy seguro de que a su pareja le va a gustar mucho.

Ojalá pudiera saberlo con tanta certeza como lo ha dicho él. ¿Qué opinará Mireia cuando lo vea?

—Y tanto que sí, mi James elige muy bien las cosas. —Sebastian me da una palmada en la espalda para darme ánimo y apoyo—. Es el que me gustaba más a mí también, has hecho bien.

La verdad tras su sonrisaWhere stories live. Discover now