el disco de oasis. ||

II.

—Vaya... —dijo Matt cuando me recogió en casa y giré sobre mis talones, dejándole observar la espalda al descubierto de aquel vestido. —¿Es que acaso he podido tener más suerte?

—No —bromeé mientras me acercaba a él para besar castamente sus labios y sus ojos azules me observaron nuevamente con detenimiento, como si quisiera memorizar la ropa que llevaba puesta. —¡Me voy! —Les hice saber a mis padres y cerré la puerta tras de mí. Llevábamos juntos desde hacía tres años, cuando ambos acabamos la universidad empezamos a trabajar en Edimburgo y poco a poco Matt y yo, que en todos nuestros años de amistad nunca nos habíamos planteado nada entre ambos, comenzamos a hacerlo. Todo había sido tan fácil, tan cómodo, que realmente parecía una relación de mentira. —Tú también estás muy guapo. —Le hice saber subiendo a su coche y me guiñó el ojo en respuesta. Hacía tan solo un año que habíamos comenzado a vivir juntos y no nos estaba yendo mal, al final era vivir con mi pareja y mi mejor amigo a la vez, todo rodado.

Llegamos a la casa de Cameron donde los demás nos esperaban y fruncí el ceño cuando observé una fila de coches aparcados fuera. Matt y yo bajamos del coche y caminamos dentro de la casa observando una gran cantidad de personas allí que únicamente nos sonaban del instituto.

—¿En qué momento una fiesta pequeña has decidido convertirla en Project X? —fue lo primero que dije cuando llegué junto a nuestros amigos y Cameron me miró dando un tragó a su copa y moviendo la cabeza en una dirección. Cuando mis ojos hicieron caso a sus indicaciones observé a Harry apoyado sobre la pared mientras hablaba con una chica que ni siquiera conocía de una manera coqueta.

—Tu amigo ha decidido que invitar a todas las chicas de Holmes Chapel sería una buena terapia para distraer a Dean.

—Más bien para distraerse él —Ronnie dijo rodando los ojos mientras le miraba y finalmente negó con la cabeza acercándose a Matt y a mí para darnos un abrazo. —Vamos a por vuestras bebidas, olvidemos que tenemos la casa de Cameron llena de féminas que solo quieren revolotear alrededor de Harry Myers. —Ronnie me cogió de la mano guiándome a la cocina a pesar de que sabía de memoria donde estaba. —A veces me saca de mis casillas, de verdad —continuó quejándose de Harry y reí entre dientes. 

—¿Le habéis dicho algo? —quiso saber Matt mientras se servía su copa.

—¿Tú crees que hemos podido? Es imposible acercarse a él sin una chica a su alrededor, al menos sé que mantendré el disco de Oasis a finales de verano, realmente no creo que pueda conseguirlo.

—No subestimes los encantos de Harry —Matthew dijo con diversión.

—Ojalá me equivoque.

(...)

Salí al patio a fumar con Dean mientras la gente continuaba dentro, habían pasado un par de horas desde que aquello empezó y el alcohol comenzaba a notarse en cada uno de nosotros. Dean dio la primera calada al cigarro y me miró.

—¿Qué voy a hacer con mi vida, Madds? —pronunció y sonreí de lado tristemente. Sabía perfectamente que, aunque Dean hubiese intentado hacerse el fuerte ante nosotros, estaba derrumbado por dentro.

—Tienes muy buen currículum, mucha experiencia, eres joven, estoy seguro de que no tardarás en encontrar algo —quise convencerle y expulsó el aire entre sus labios, le observé mientras hacía aquel gesto, su pelo rubio se encontraba rapado como había acostumbrado a hacer estos últimos años y sus ojos verdes seguían transmitiendo paz. Dean Scott podía considerarse el chico más guapo de Holmes Chapel, desde la infancia todo el mundo se había encargado de hacérselo saber, incluso le ofrecieron un par de colaboraciones en agencias de modelaje cuando ya fue mayor de edad, pero se negó, no quería tener nada que ver con aquella industria pues odiaba el hecho de que la gran mayoría de gente creyese que solo era una cara bonita. Después del instituto se decidió por estudiar económicas y finanzas, consiguiendo graduarse como uno de los mejores de su promoción y entrar en una de las mejores consultoras de Escocia, hasta ese día.