Capitulo 2.

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Al otro día los languetazos de Milo me despertaron, la verdad es que lo cierto era que prefería eso a los gritos de mi madre por toda la casa, gritando —¡El que no esta vestido y listo para desayunar subiré y le echaré agua helada en la cara!—

Era temprano, iba a salir a correr pero,en ese momento, Milo apareció en mi habitación con su correa para llevarlo de paseo. Vale , iremos de paseo entonces.

La casa  de mi tía estaba frente a la playa prácticamente, lleve a Milo a caminar por ahí; No había muchas personas, aunque, la verdad es que a las siete de la mañana solo saldría los que tienen que trabajar, y después estoy yo; sacando al perro de paseo, vaya loca.

Era un lugar hermoso, pero poco interesante por lo que me ha dicho mi tía.

No  tuve tiempo de pensar más nada, ya que, Milo como todo un buen cachorro se soltó de mi agarre y comenzó a correr a toda velocidad.

—¡Milo! ¡detente!—  Le gritaba, pero él sólo corría feliz.

Gracias a dios que más adelante parecía haber un chico que lo detuvo, Milo lo langueteaba feliz mientras movía su colita.

—¡Ey pequeño Milo!— Le decía alegremente el chico. Parecía que se conocían.

Llegue hiperventilando, y eso que salgo a correr casi todas las mañanas. Milo de verdad me ha hecho correr.

El chico se  giro hacía mí, con una mezcla de duda y gracia. Era alto, delgado,con ojos miel entre tonos grises y pelo castaño desordenado.

—Dios mío Milo, has hecho correr a la pobre chica.— Lo regañaba, pero se veía su mueca de gracia.

Me moría de vergüenza, de verdad estaba rojísima. Milo saltaba y jugueteaba.

—No le veo gracia, Milo.— Lo miraba amenazante, él se sento cabizbaja. Me dió ternura, opte por bajar a su altura y acariciarle su pelaje.— Vale, te perdono por esta vez.

El chico miraba la situación con diversión.

— ¿Quien se resistiría a esa carita, verdad?— Reía, mientras yo me ponía de pie para mirarlo avergonzada.

—La verdad es que nadie, a menos que seas un insensible sin corazón— Dije divertida, él sonrío.

—O un amargado que odie los animales, en ese caso me encargaría de matarlo con estas dos manitas—Me mostró sus manos.

Le sonreí, nos quedamos mirando por lo que pareció una eternidad. Recordé la exposición de fotografía de mi tía, se iba a cabrear si llegaba tarde probablemente.

—Bueno..un placer chico de la playa cuyo nombre desconozco y me ha ayudado a detener a Milo, ya nos deberíamos ir.— Él sonreía mientras yo sostenía la correa de Milo.

— Igualmente chica de ojos castaños cuyo nombre aún no se y ha corrido a Milo por toda la playa.— Me avergoncé al instante, él reía.

Nos alejamos bastante y Milo me miraba extraño.

—No me mires así,señorito.— Milo tenía su lengua fuera y miraba con su carita de costado.

Había salido a correr, después de todo. Gracias, Milo.

Luego de un rato llegamos a casa, no había nadie. Solo una nota en la mesa, reconocí su ortografía al instante.

Jane, cielo; iré antes a cuadrar todo, cuando estes lista llámame y te recojo. Te quiero.

                                                                            Tía deb.

Noches de veranoWhere stories live. Discover now