Capítulo 4.

90 5 3
                                    

Un Jeep.

UN MALDITO JEEP ESTABA PARADO FRENTE A LA CASA.

Obviamente sabemos quién es el conductor, ¿No es así?

Y ahí está él, mirándome con una amplia sonrisa mientras yo estoy aquí parada boquiabierta. Me despedí de Milo y cerré a mis espaldas, me encaminé hacia cierto uber que me miraba con gracia y en el momento que subí soltó una risita. Respire hondo y lo mire.

—Dime que sólo lo has alquilado, Jay.— dije en voz baja con mis dedos frotando mi frente.

Silencio.

Lo mire.

— Oh, no.

—Oh, si.— sonrió y acelero.

—Tiene que ser una broma, Jay.

—¿Acaso no es bonito?

Igual que su dueño..

Cállate.

—No dije que no lo fuera, pero no creí que.. — lo miré.— ya, dime, ¿a quién se lo has robado?— bromeé.

— Que mala impresión tienes de mi, ¿que te ha dicho Layne que no me he enterado?— pregunto, bromeando.

—Que eres un pesado— le saque la lengua mientras él sonreía— y que robas Jeeps— bromeé.

— Por ti robaría todos los Jeeps del mundo— soltó mirándome. Enrojecí al instante y me acomode en el asiento, él sonrió de lado.

—Tampoco me involucres en tu crimen, yo no he dicho que quisiera uno— bromeé.

—Todo sería más fácil si me comprara un Jeep—imita mi voz.

—¡Oye! ¡Pero no he dicho que quisiera uno robado! ¡Ni tampoco hablo así!— me cruce de brazos.

— Vale, vale.— sonrió gracioso acelerando.

—¿Que haremos? no me lo has dicho.— dije, cambiando de tema.

— He dicho que es una sorpresa, niña.— reprendió.

— A veces me da la impresión de que eres un abuelo— le saque la lengua.

— A veces me da la impresión de que eres un abuelo— dijo, en voz chillona.

—Aguafiestas— le dije cruzando mis brazos.

Él sonrió y me miro con un brazo extendido en el volante.

No me mires así.

O te beso..

Eso.

¡Lo sabía!

¡No! ¡Quise decir que no!

Venga, ya.

El camino estaba rodeado de arboles y un cielo azul hermoso, no tenía idea donde íbamos, pero definitivamente no era al lugar de anoche. Cuando estacionamos mire a mi alrededor, era lindo, sin duda alguna lo era. Había olas hermosas, una montaña a lo lejos y una pequeña carpa con un camino de palos de luces colgando, tumbler en todo el sentido de la palabra hijo mío.

—Ahora me dirás que aquí no has venido con nadie, como todo chico malo de libros.— dije, en broma. Él reía.

— Aquí no he venido con nadie, solo contigo, querida Jane— dijo en tono drámatico.

—He venido aquí pocas veces,de niño. Con mi madre— explicó.

— Es un lugar hermoso, digno de peliculas— sonreí mirando alrededor.

Noches de veranoWhere stories live. Discover now