9. adagio

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Aunque tengo sueño cuando paso a la habitación, la nostalgia se hace presente una vez más cuando veo sus cosas más personales.

Casi puedo verlos aquí hablando de cualquier cosa, puedo imaginarme a Amaia poniéndose todo su skincare frente al espejo del baño mientras me cuenta cualquier cosa sobre los artistas de la disquera, puedo imaginarlos aquí acostados por la mañana cuando tocaba la puerta para llevarles el desayuno que compraba cuando me quedaba aquí...

Esos recuerdos que están en mi cabeza y no quiero que se vayan nunca porque es lo único que me queda de ellos.

Mi mente baila entre esos pensamientos como si fueran una película mientras busco otro juego de cama que termino poniendo en el piso porque es doloroso y muy creepy dormir donde ellos dormían habiendo pasado tan poco tiempo.

Comienzo a desempacar algunas cosas, mis cosas de aseo personal entran al baño y las coloco en la repisa junto a las que fueron de ellos y mi vela con olor a mango se hace espacio entre los portaretratos de la mesita de noche.

Me enrollo entre las sábanas y por primera vez no lloro por recordarlos pero hasta eso se siente mal. Me siguen doliendo en el alma ¿Cómo puede la gente seguir con su vida cuando algo así les pasa?

Poco a poco mis ojos comienzan a cerrarse sin que yo me dé cuenta y caigo dormida.

Pero siento que he dormido cinco minutos cuando escucho voces fuera de la habitación.

No es como que me importe, he aprendido a vivir en esta ciudad escandalosa poco a poco.

¿Por qué este escándalo es diferente? ¡Por Dios solo quiero dormir! ¿Y si se metieron a la casa? Quizás creyeron que seguía deshabitada.

Me levanto de un brinco y veo por la poca luz de la ventana que afuera aún es de noche.

Camino con cuidado a la puerta y poco a poco el ruido se convierte en voces.

Para ser exacta las voces de Juan Pablo Isaza y Joaquín Sabina cantando Pongamos que Hablo de Madrid a un volumen que indiscutiblemente no es el adecuado para la madrugada.

- ¿Acaso te has vuelto loco? - es lo que digo al salir de la habitación.

Hago reparo de que analiza mi pijama de zebra y lo que sea que iba a decir al respecto, se lo traga.

- ¿Usted qué hace despierta? - es su respuesta.

- Pues no puedo dormir porque Joaquín Sabina y su corista estrella no paran de cantar a las fucking tres de la mañana - le digo como si no fuese lo más obvio del mundo.

- Lo siento pero si la musa llega tiene que encontrarme trabajando.

- ¿Y trabajas en no dejarme dormir o qué?

- Si trabajara en no dejarla dormir créame que se daría cuenta y créame que no estaría así de molesta - me guiña un ojo.

Está sentado en el sofá de la sala con un portátil en las piernas y una taza de café enfrente. Lleva un pantalón de pijama negro y una camisa de algodón gris y simple como él.

- Asshole... ¿Podrías callarte y buscar tu bendita musa cuando sea de día?

- Nope - me dice poniéndose unos audífonos gigantes sobre la cabeza.

- Ojalá nunca más necesites un favor mío, Juan Pablo Isaza.

Doy media vuelta y me regreso a la habitación.

Él se calla, pero Sabina sigue cantando en el reproductor de la sala y yo me cubro la cabeza con la almohada para tratar de dormir una vez más.

Él se calla, pero Sabina sigue cantando en el reproductor de la sala y yo me cubro la cabeza con la almohada para tratar de dormir una vez más

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¿Está temblando?

El piso se está moviendo

¡ESTÁ TEMBLANDO!

Me levanto de golpe para huir a la zona segura más cercana y me encuentro a Isaza de cunclillas justo al lado de mi cama improvisada moviéndome con euforia.

Bueno, si no iba a morir en el temblor seguro me muero de un infarto.

- ¡Hasta que por fin! Párese que vamos para la disquera - me dice.

- ¡¡Gonorreatriplehijueputaimbécilfaltaderespetomalparido!! - grito cubriéndome entera con una cobija hasta quedarme sin adjetivos de alto impacto y sin aire.

- ¿Cuántos años tiene? ¿Seis? Párese, no va al colegio. Vamos a trabajar - dice quitándome las cobijas para que ya no pueda taparme con ellas.

- Te juro por Dios que me vuelves a despertar así y no vas a vivir para contarlo, Juan Pablo - me cubro con la almohada.

Supongo que gané el punto porque se queda muy muy callado.

Hasta que siento cómo me cae un chorro de agua fría encima y grito como la niña del exorcista.

- Ori dijo que debíamos presentarnos a nuestro primer día formal de trabajo hoy...

- ¡No me importa lo que haya dicho tu querida pornstar lawyer! Eres un imbécil - me levanto de camino al baño para darme una ducha y cambiarme la ropa mojada.

Me doy una ducha rápida y salgo con una camiseta sin mangas y un pantalón de yoga porque parece que será un día fresco en Madrid.

- ¿Va a ir así al trabajo? - dice Isaza apoyado en el marco de la puerta de la habitación.

- No voy a ir a la disquera.

- Pues es lamentable porque tengo órdenes estrictas de Amaia Martín de llevarla así sea amordazada, mire, lo dice acá - camina dentro con lo que supongo es su carta para mostrármela - Y son órdenes de Amaia, no la voy a desobedecer ni porque esté tres metros bajo tierra porque seguramente encuentre la manera de joderme desde el más allá si no hago caso.

"Debes llevar a Lalita a la disquera aunque se niegue, si después de ir decide no involucrarse está bien, pero DEBE ir. Es una orden, para ambos" leo el papel que claramente tiene su letra en él.

Y entonces recuerdo esa última noche juntas.

Ya sé que crees que no es lo tuyo, pero eres la mejor persona que conozco para resolver conflictos y además eres sumamente creativa, eso sin contar que tienes una cabecita muy racional para los negocios.

Ay Amaia ¿En cuántos líos más me vas a meter?

- Está bien, sí iremos - le digo a Isaza - Pero solo voy a ver todo desde la distancia.

- Por mí maravilloso - responde.

Me cambio por algo un poco más formal aunque él va como un día cualquiera con una camiseta de una guitarra y un jean azul.

Cuando salimos del edificio él toma el rumbo hacia el metro y cada paso que damos hacia él siento mi corazón latir más fuerza.

Veo a mi alrededor sin saber muy bien qué estoy mirando o buscando y trato de respirar profundo pero mis pulmones parecen llenos desde antes de empezar a inhalar así que siento una presión en el pecho, el aire definitivamente no me pasa de la garganta.

- ¿Podemos tomar un taxi? - le pido.

- ¿No llegaríamos más rápido en metro?

- No importa, no tenemos prisa ¿Cierto? - él se encoje de hombros - Vale, pediremos un taxi.

Y es así como comienza otra aventura con mi roomie.











Adagio: significa 'despacio’ en italiano, es un término musical que se utiliza como indicación de tiempo.

Machu Picchu ~ Juan Pablo Isaza (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora