Capitulo II

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Habían pasado dos semanas desde lo que le pasó a Aria y Queenie no sabía que hacer, la niña no salía de su cuarto y mucho menos comía, sus hermanos han intentado hablar con ella o estar con ella pero, no lo permite. Es así como Queenie tomo la última medida que tenía.

Se dirigió a la prisión de Nurmengard para ir a visitar a su amigo.

– Queenie que bueno que vienes, he notado que la magia de mi hija está inquieta ¿Me puedes decir que pasa?– pregunto Gellert en cuanto vio a su amiga.

– Gellert... Ella te necesita–

–¿Pero que pasó?– Queenie se acercó a él y lo vio directo a los ojos para que pudiera entrar en su mente, así el se dio cuenta de lo que tanto atormentaba a su hija.

– Bien buscaré la manera de salir de aquí, haste cargo hasta entonces.– la mujer asintió y se fue.

A las pocas horas de que Queenie se fue apareció Dumbledore ya que siempre cada mes viene a verlo para sacarle información de donde se encuentran sus hijos, el sabe que Dumbledore quiere que ellos se unan a el para cuándo tengan que volver a pelear con Voldemort, pero Grindelwald no permitirá que se meta con sus hijos. Ya meses después de que naciera su hija Voldemort lo busco y lo intento matar pero no lo logro, Grindelwald sabe que en cualquier momento Voldemort regresará y habrán muchas muertes, es un mago peligroso aunque no más poderoso que el. Pudo haberlo matado pero el escapó.

– Sabes a qué vengo necesito a tus hijos – dijo Dumbledore.

– Y ya te dije que no te diré donde están, pierdes tu tiempo Albus–

– Sabes que tarde o temprano los encontrare, irán a Hogwarts–

– Eso si yo lo permito –

– Mírate Gellert estás aquí no puedes salir – dijo con burla.

– Eso lo veremos – contestó Gellert con una sonrisa.

A Dumbledore no le pareció buena señal eso pero no le dio tanta importancia y dio media vuelta para irse pero antes de salir se escuchó una fuerte explosión seguida de un fuerte temblor, y por todos los pasillos los aurores corrían ya que el lugar estaba derrumbandose, Dumbledore entro corriendo a la celda donde antes se encontraba para confirmar lo ocurrido ahí vio parado a Grindelwald envuelto en su magia.

– Me gustaría quedarme más tiempo aquí pero alguien me necesita, nos vemos Albus– sonrió con burla y desapareció sin dejar rastro.

Un mes  ha pasado desde que Gellert Grindelwald escapó de prisión, sus hijos no estaban enterados aún, la única que sabía era Queenie la cuál también estaba al tanto de todas las vidas que se perdieron ese día, debido a la furia del Grindelwald mayor incluida la muerte de los familiares del asqueroso hombre que se atrevió a tocar a su pequeña hija, prometió ese día que nadie se atreverá a siquiera tocarle un cabello y vivir para contarlo. Hoy era el cumpleaños de Aria sus 6 años. La pequeña se encontraba en su cuarto siendo peinada por Queenie quien trataba de darle ánimos, la mujer no tuvo más opción que borrarle parte de su memoria y eliminar ese momento traumático para ella, ya que si no lo hacía ella moriría de hambre y de deshidratación. La pequeña se encontraba triste porque extrañaba a su padre, ya que aunque lo viera en sus sueños quería estar con el.

–¿ Cuando veré a mi papá?– pregunto la pequeña.

– No lo se pequeña pero esperamos sea pronto– dijo ella y es que la verdad no sabía cuándo el podría venir.

La niña asintió y ya no quiso hablar del tema, la fiesta de Aria era pequeña, ya que no conocían a mucha gente, los principales eran sus hermanos y la poca familia de Queenie. Después de unas horas jugando en el jardín con sus hermanos por la entrada de este entro un hombre, que los 3 pequeños Grindelwald conocían a la perfección.

Strange LoveWhere stories live. Discover now