Capitulo III

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Una semana antes de entrar a Hogwarts Aria  se encontraba alistándose para ir al Callejón Diagon con Queenie y sus dos hermanos, quería que fuera su padre con ella pero no podía por miedo a que lo encontraran, pero ya se encontraba tratando de resolver eso para estar más con sus hijos y poder salir con ellos.

– ¿Entonces no puedes venir conmigo papi?– pregunto Aria secándose las lágrimas que salían de sus ojos.

– No princesa no pues ir pero irás con Queenie y con tus hermanos– trato de animarla Gellert.

– Pero yo quiero ir contigo papi– reprochó la pequeña.

– Que te parece si le digo a Queenie que te compre todo lo que tú pidas– pregunto a su hija, el sabía que cuando su hija salía le gustaban muchas cosas pero Queenie le ponía límites.

–¿ Absolutamente todo lo que quiera?– pregunto la niña secándose las lágrimas.

– Absolutamente todo todo lo que tu quieras princesa– contestó Grindelwald con una sonrisa viendo que había podido sobornar a su hija.

– Entonces bien– contestó la niña.

Queenie entro para irse y la niña le presumió que su papá le había dado permiso para que le comprara todo lo que quisiera, sus hermanos rieron ante eso y Queenie solo negó divertida al ver lo consentida que estaba la niña por su padre aunque era muy tierno para ella.

Los 3 hijos Grindelwald junto con Queenie se encontraban comprando los útiles de Aria, solo faltaba sus uniformes, su varita era especial según las palabras de Ollivander; tenía 25 centímetros de largo, hecha de madera de endrino con núcleo de Dragón.

Al salir de la sastrería a Aria se le antojo comprar un Helado, pero Queenie tenía que comprar unas cosas más para sus hermanos entonces le dijo que fuera ella por su helado y que los esperará ahí.

Ella no muy convencida se fue por su helado, y después de comprarlo se sentó en una de las mesas que estaban ahí hasta que una mujer muy elegante, alta y hermosa a palabras de Aria se le acercó y se sentó junto a ella.

– Hola pequeña¿también estás comprando tus cosas para Hogwarts?– le pregunto ella amablemente.

– Si así es– contestó Aria con la misma amabilidad.

– Yo acompaño a mi hijo junto con sus amigos, creerás que sus padre me dejaron a cargo de 7 niños, estoy agotada– dijo la señora y suspiro cansada. Aria al ver a la señora le sonrió.

– Se ve muy cansada, quédese aquí le traeré un poco de agua y un helado para que se refresque– le dijo la niña.

– Oh no querida no te preocupes yo- la interrumpio  la niña.

– Se que es de muy mala educación interrumpirla pero por favor déjeme ayudarla– Aria se levantó y corrió por un vaso de agua y un helado de sus sabores favoritos para la señora y claro también aprovecho para comprarse uno ella. Cuando tenía todo regreso con la señora que la recibió con una calida sonrisa y acepto el agua y el helado.

– Espero que le guste el pistache, es uno de mis sabores favoritos – dijo la niña mientras se sentaba a su lado.

– Gracias pequeña está delicioso– dijo ella.

– Me dijo que venia con 7 niños ¿acaso se encontrara alguna niña entre ellos?– pregunto la niña.

– No, lamentablemente no, no tengo hijas solo pude tener un solo hijo, conozco a una niña pero suele ser un poco empalagosa– dijo ella.

Ella sonrió asintiendo cuando 7 niños se les acercaron a las dos.

– Mamá ya terminamos de comprar ya podemos irnos– exclamó un niño rubio.

Strange LoveWhere stories live. Discover now