22. 2023-Agoney

341 40 70
                                    

2023. Agoney

Decir que no pego ojo en toda la noche sería exagerar un poco. Sí que veo cómo cambia la hora en el reloj casi cada minuto, de espaldas a Raoul, dejando que me abrace por la cintura, aún a unos centímetros separándonos. En mi cabeza, da vueltas de campana la idea de que lo de anoche fue un espejismo y que en realidad nunca voy a poder confiar en él.

En algún momento consigo dormirme, porque la siguiente vez que abro los ojos, son las ocho de la mañana. Paso unos dos minutos con la vista al techo hasta que soy consciente de que no voy a ser capaz de seguir compartiendo cama con él, no sin hablarlo.

Salgo de la habitación arrastrando los pies por el parqué. Actúo como un sonámbulo cuando llego a la cocina, agarro una taza y empiezo a preparar café para dos.

Vamos a hablarlo, y lo haremos bien.

Me quedo pillado con el sonido de la cafetera funcionando, así que no me doy cuenta de cuando Raoul entra en la cocina hasta que no rodea con sus brazos mi cintura y deja un beso en mi cuello.

—Tranquilo... —Suelta una risita sobre mi piel—. Solo quería un beso. No te has quedado en la cama esta mañana.

Me giro entre sus brazos y dejo que nuestros labios conecten enseguida. Agarrando mis caderas, me sube a la encimera y se cuela entre mis piernas con facilidad, mientras su lengua explora los límites de mi boca. Suelto un jadeo cuando nuestras lenguas se enredan en una pelea sin muchas ganas de ganador, con lentitud y una sensualidad que nunca había tenido.

—Echaba mucho de menos esto. —Suspira tras morderme el labio inferior. Tenerlo a tan poca distancia altera mis sentidos de más de una manera.

—Yo también —admito, acariciando los lados de su cuello.

—Cuando nos mudamos juntos ya no estábamos en época "luna de miel", así que estas intensidades están bien ahora que hemos vuelto a eso, ¿no?

Asiento y permito un nuevo beso. El último hasta que hablemos, me digo a mí mismo para autoconvencerme de que no soy idiota.

En el momento en que Raoul empieza a sobar mis muslos con las manos, apretando y acercándose a zona peligrosa, bajo las mías hasta su pecho, separándolo de mí.

—Espera. —Cierro los ojos—. Vamos a hablar antes, ¿vale?

—¿Hablar? —Frunce el ceño, comenzando a llenar su rostro de esa preocupación y confusión que lo caracteriza—. Vale, pero ¿todo bien?

Ahora decidiré la respuesta a esa pregunta, así que de momento lo dejo con la intriga. Aprieto los labios mientras él da un paso atrás, permitiéndome respirar un poco.

—Se supone que estamos en una etapa de más comunicación, de no rayarnos y que no haya problemas, así que no voy a dejar que esta pregunta que no se me ha quitado de la cabeza en toda la noche me arruine esto.

—Estás casi hiperventilando —observa, en tono bajo y cuidadoso—. Respira y dime qué te preocupa.

Le hago caso y me tomo unos segundos para que todo mi cuerpo se llene de oxígeno. Lo necesitaba, y me alegro de que se preocupe porque no me dé una embolia. Pongo una mueca que no ayuda a despreocuparlo, pero es lo único que me sale ahora mismo.

Sé que no puedo retrasarlo más, así que decido ser directo, por mucho que me duela pronunciar mi gran duda.

—¿Por qué anoche usamos preservativo, Raoul? —Parpadea, escuchándome, pero no parece reaccionar—. Tú y yo nos hicimos las pruebas y todo estaba bien. Hace años. —Remarco la última palabra.

Viéndole la cara, tengo miedo de que la explicación sean los nervios de ese momento y que no se acordara y yo acabe de quedar como un tóxico de mierda. estoy a punto de retirarlo todo, pero su rostro cambia. Para muchos será imposible de vislumbrar, pero nos conocemos demasiado.

Pareja de oro-RAGONEYWhere stories live. Discover now