39. Nuevos caminos

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Tenían exactamente una hora para contestar cada pregunta de la evaluación y mientras el resto de los empleados y practicantes trabajó en ello, los grandes puestos de la empresa charlaron sobre lo bien que respondían los clientes antiguos de la empresa a los nuevos cambios que la misma estaba ejerciendo en cuanto a ofertas y descuentos.

Joseph estuvo ausente la mayor parte de la reunión y le costó mucho trabajo despegar los ojos de Lexy, a quien podía ver a través del cristal que los dividía y a quien anhelaba escuchar y besar sin aprensiones.

—¿Dudas de ella? —preguntó Juan Rosales, el gerente de la zona sur, con el que compartía una larga lista de experiencias positivas.

Joseph negó con la cabeza y se vio obligado a dejar de mirar a Lexy para centrarse en lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

—Solo miraba lo concentrados que están... —mintió y se sintió fatal cuando entendió la poca credibilidad de sus palabras.

—Temen equivocarse —susurró Juan y se acercó al vidrio para detallar a los empleados, cada uno sumido en su propio examen—. Hay muchas preguntas capciosas y, al final, un par de respuestas propias. Nada de protocolo, ni política de riesgo, solo lo que ellos piensan.

—Interesante —siseó Joseph y miró otra vez a Lexy, quien escribía con prisa en la hoja blanca y movía la boca con divertidas muecas que le embrujaron.

Desde allí, Joseph Storni, se vio obligado a separarse de su secretaria y, si bien anheló regresar a la sala de conferencias y aunque fuera dirigirle la mirada y perderse en sus maravillosos ojos verdosos y pardos, no pudo y tuvo que unirse al resto de sus compañeros como una oveja más del gran rebaño.

Pasó el mediodía en una eterna reunión junto al gerente de la zona sur y el resto de los jefes de sucursal que lo acompañaron ese día y aunque estaba atento a cada cosa que allí se decía, sus ojos estuvieron clavados en Bustamante, quien se hallaba en su misma mesa, revisando las respuestas de las evaluaciones que los empleados y practicantes de Open Global había respondido por la mañana.

El hombre separó las evaluaciones en tres y tras entregarle el resto a su participativa secretaria, se reservó en su poder dos documentos que a Storni lo pusieron a pensar.

El gerente general solicitó un pequeño descanso que se acompañó con café y algunos bocados salados y dulces que asombraron a los hambrientos hombres y mientras los dependientes del hotel repartieron la comida, Bustamante se sentó a su lado, liderando la alargada mesa y tocó con suavidad su brazo y todo para llamar su atención.

Storni apretó los dientes cuando entendió que debía mirarlo y de seguro escucharlo y se preparó para recibir algún comentario negativo referente a sus acciones, pero la cosa fue diferente y Joseph se quedó estático cuando el hombre conversó.

—Ayer cené con Rosales y piensa igual que yo referente a tu secretaria —susurró, mirando a Joseph con grandes ojos y refiriéndose al gerente de la zona sur—. Revisamos su expediente y vimos que cursó algunos años de Relaciones Públicas...

—Sí-sí —titubeó Joseph muy confundido.

El corazón se le estaba sacudiendo dentro del pecho con demasiada exageración y aunque intentó controlar su respiración para sosegar todo nervio que se le metía por debajo de la piel, no pudo y las piernas le empezaron a temblar sin mayor razón.

—Nos gusta, Storni y te la vamos a quitar.

—¿Qué? —preguntó confundido. Ya empezaba a deducir que los despedían a los dos o que perdía a Lexy por su culpa e irresponsabilidad—. No-no entiendo —alegó después.

Siempre míaWhere stories live. Discover now