• El dialecto •

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¿Alguna vez leíste una historia con una trama interesante, personajes bien definidos y una locación preciosa, pero los diálogos no tenían sentido con respecto a quienes hablaban? ¿Qué si un aristócrata francés y su prometida se saludaban con un "hola" aún cuando estaban en pleno siglo XIV? ¿O un integrante de un grupo de rock basado en Los Ángeles que se refiere a sus compañeros de banda como "boludo"? A eso se refiere el lenguaje de los personajes, un elemento tan importante como cualquier otro a la hora de escribir una historia.

Si quieres que tu historia se sienta auténtica, es importante saber ubicar a los personajes, no sólo en la lengua que hablan en la zona geográfica en la que se desarrolla, sino también tener en cuenta el tono en cada circunstancia (si es coloquial o formal), la época con sus formas de expresión y lenguaje particular, la clase social o si pertenece a un grupo con una jerga específica, como los médicos o los abogados o las pandillas, sin dejar de lado la biología de los personajes, ya que no es suficiente con especificar que los personajes masculinos tiene un tono más grave y los femeninos más agudos, sino que la psicología es distinta, tienen necesidades a la hora de dialogar diferentes y eso queda reflejado en su forma de expresarse.

Pero quizás, lo que más nos llama la atención cuando estamos leyendo una historia que no está bien contextualizada, es el mal uso del dialecto regional. Y es que no basta con que la lengua coincida con la que se habla en el lugar, sino que esté bien empleada.

Las variantes dialectales o dialectos son la variaciones regionales de una lengua, es decir, se trata del conjunto de diferencias lingüísticas que existen en zonas geográficas colindantes, que poseen ligeras diferencias entre sí, tanto en la forma de hablar (entonaciones diferentes), como en las palabras usadas, pero conservando una inteligibilidad mutua.

Por ejemplo, nada más en Latinoamérica, la cantidad de dialectos es muy amplia a raíz de la enormidad del territorio y a las diferencias históricas. Si bien, la mayoría de la población habla español como lengua madre, dependiendo de la región, puede hablarse español amazónico, boliviano, caribeño, centroamericano, andino, chileno, colombiano, ecuatoriano, mexicano, mexicano del norte, paraguayo, peruano, puertorriqueño o argentino. Cada uno de estos dialectos tiene sus propias expresiones idiomáticas y regionalismos que lo hacen único, a veces empleando palabras totalmente distintas para denominar a un mismo objeto, o usando una misma palabra para significados distintos.

Un ejemplo peculiar es el producto del maíz cocido que se suele consumir en el cine, el cual tiene más de 20 nombres distintos en español: pochoclo, pororó, pururú, anca, pipoca, cabritas, palomitas, popcorn, crispetas, maíz pira, rositas, canguil, cotufas, poporopo, millo, canchita, poscon, pocorn, popcon, cocalecas, pop, gallitos, etc.

Sin embargo, en la mayoría de las historias escritas en latinoamérica, se suele emplear un tipo de español más neutro, con la finalidad de generar mayor alcance y difusión a lo largo de este amplio territorio. Mientras más personas puedan entender lo que dice el texto, más lectores potenciales va a tener.

Sin embargo, se debe tener cuidado y mantener un buen balance en la historia. Si se regionaliza mucho, se cierra la puerta a nuevos lectores de otras latitudes, pero si se neutraliza mucho, los personajes pierden identidad.

Otro ejemplo interesante, son las historias que incluyen personajes que hablan idiomas o incluso dialectos diferentes, y usar ese recurso a nuestro favor para que el lector pueda diferenciar quien está tomando la palabra en el diálogo o incluso quien está narrando esa parte de la historia. Por ejemplo:

―Yo te dije, ese chamo tenía toda la pinta de ser un mentiroso ―afirmó Mariana con ese gesto tan displicente que hacía con la boca.

―¿Qué decís? Si hasta ayer te encantaba. Si es por vos, me casaba mañana.

―Son unas exageradas, güey ―intervino la diplomática del grupo―. Tampoco es como si el chavo sabía qué pasaba. Relajen, ¿quieren?

Otro caso interesante, es el de novelas escritas en español, pero que se desenvuelven en locaciones donde no se habla español. Por ejemplo, las dos situaciones que citamos al comienzo. En estos casos, podemos emplear muchos recursos literarios que le den credibilidad a la historia.

Si estamos hablando de una novela de época, aunque la historia transcurra en la Francia del siglo XIV, podemos usar expresiones de un español más formal y anticuado para darle la sensación al lector de que está en otra época. También podemos incluir algunas palabras clave en el idioma original usando letra cursiva. Por ejemplo:

―Buen día, mon cheri. Hoy luce usted especialmente hermosa. Definitivamente, el rojo es el color que le da vida a sus mejillas. Y ese brillo delicado que muestran sus ojos, ¿es por el vestido o por mi presencia?

Lo mismo podemos aplicar para el segundo ejemplo, si se trata de un estadounidense que además dedica su vida al rock, de seguro hablará con sus compañeros de banda de una forma mucho más coloquial. Sin embargo, utilizar el lenguaje coloquial de nuestra propia región latinoamericana no funciona tan bien en este caso.

¿No te ha pasado que vas a ver una película que transcurre en cierto país y está doblada a un español que no es el tuyo? Si eres de latinoamérica, ¿alguna vez viste un episodio de Los Simpsons doblado al español de España?, o si eres español, ¿doblado al español latinoamericano neutro? ¿No es fea la sensación de no entender la mitad de las cosas? Intenta ver Shrek en otra versión, incluso en inglés con subtítulos. De seguro no te reirás porque ni siquiera son los mismos chistes.

Bueno, lo mismo pasa en el caso del roquero. Hay que contextualizar al personaje dándole una voz acorde a su género, edad, la época en la que vive y, por supuesto, la región en la que se desarrolla la historia. Por ejemplo:

―Hoy no, Charlie. Yo sé que es una fiesta importante, pero últimamente todas las fiestas a las que nos invitan son importantes. L.A. vive de fiestas importantes. Hoy sólo quiero tocar, bro.

Si bien esa palabra "bro" puede ser traducida de muchas formas distintas y todas tener sentido regional (che, amigo, cuate, mano, pana, hermano, etc.), para dejar la historia un poco más "americanizada" y coloquial, se puede usar la palabra en inglés.

Por último, no olvidemos las historias que tienen un lenguaje propio, como lo vemos en El Señor de los Anillos, donde cada raza tiene su propia lengua. Si quieres incursionar en la Filología e incluir algo similar en tu historia, recuerda colocar al final de cada capítulo un pequeño glosario con los términos que inventaste, así el lector no pierde los significados.

Como ves, son muchas las cosas que debes tener en cuenta a la hora de caracterizar personajes. Por eso, quizá conviene que, antes de escribir sobre un personaje, te tomes un café con él y charlen un rato.

♥ Marifer30v ♥

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