Llego a la mansión de los tíos de Carla. La música resuena antes de entrar y hay una multitud de gente danzando de aquí para allá en el jardín. Sin duda, Carla tiene muchas amigas. Yo la conozco de clase, vamos juntas desde primaria.
Busca a Leila o a alguien que conozca y encuentro a Ester, otra muy buena amiga.
-¡Hola guapa! Cuánto tiempo, no nos hemos visto desde el último día de clase -me saluda, mientras me abraza.
Se ha vestido muy mona: un vestido por encima de las rodillas blanco, con un chaleco sin mangas por encima y unos tacones negros.
-Si algún chico te ve así, cae en tus redes directo -le halago.
-¡Oh, lo sé! -bromea ella.
Yo le sonrío.
-¿Sabes dónde está Carla, o Leila? -le pregunto, gritando, porque han subido el volumen aún más.
-¡Leila está dentro! -chilla.
Le doy las gracias moviendo los labios y me hago hueco entre la gente.
En la piscina ya hay unas cuántas chicas enrollándose con alguno que pasa o luciendo bikini simplemente.
Entro por la entrada y encuentro a Leila enseguida, hablando con un chico. No para de sonreír, y se nota que está un poco nerviosa.
Dudo entre si interponerme o no, pero de repente Carla llega hacia mi y me da un beso en la mejilla.
-¡Tía, cuanto tiempo! Tenía ganas de verte -me dice, cogiendome de los brazos.
-Y yo, ¡felices 16! -exclamó.
Ella me lo agradece y continúa saludando a invitados.
Este año, en septiembre, vamos a empezar ya Bachiller.
No sé muy bien que hacer, me encuentro un poco fuera de lugar. Leila sigue con el chico y yo salgo a fuera, para que me de el aire.
Me siento en una silla que encuentro y miro como la gente se divierte. El jacuzzi, raramente está vacío. O eso pienso, hasta que veo a unas chicas abalanzándose sobre él.
No van en bikini, van en ropa interior...
Aparto la mirada, no se como no les da vergüenza. ¿Serán amigas de Carla o se habrán colado?
Algo me llama la atención. Más bien, alguien. Un chico a lo lejos está bailando, y baila verdaderamente bien. Me animo a levantarme y me acerco hacia él, que ya tiene un par de chicas que le miran.
Él se da cuenta de mi presencia y me sonríe. Me fijo en sus ojos, verdes. Me quedo mirándolos demasiado tiempo porque para de bailar y se ríe.
-¿Te gustan mis ojos, rubita?
Yo me ruborizo y él se acerca hacia mí. Las dos chicas ya lo dan por perdido y se van.
-Simplemente, bailas muy bien. Yo también bailo -le confieso. No sé como me he atrevido a decir eso. ¡Maldita mi boca!
Él es más alto que yo, me intimida un poco cuando se situa a mi lado, pero no por su altura exactamente...
-¿Como te llamas? -dice, mientras sus profundos ojos me miran.
-Vicky -murmuro. Parezco indefensa a su lado. Es más, creo que me debería ir, y hacer como que no ha pasado nada.
-Yo Héctor. Encantado. ¿Te puedo ver bailar? -se atreve a preguntarme.
Casi sin pensarlo, respondo un rotundo no.
Héctor me toca la mano.
-Venga, Vicky...¿Vas a alguna academía o algo?
-Sí, aquí, a la de Madrid.
Él abre los ojos como platos.
-¡Yo tambíen! ¿Como es que no te he visto nunca?
-No lo sé, la verdad -le digo yo.-Tendremos horarios diferentes, puede ser.
El hace una mueca divertida. Unas chicas se acercan a él. Van en bikini.
-Hola guapo, te vienes a nadar? -le dice una rubia.
Héctor las mira.
-No, lo siento -responde al fin con una sonrisa.
Mi corazón empieza a latir fuerte. ¡Se queda conmigo!
Las chicas ponen una cara de fastidio y se van.
Ahora que me fijo, tienen razón. Héctor no es nada feo, al contrario, es muy atractivo.
Me pilla mirándolo y se vuelve a reír. Yo me culpo a mí misma por dentro.
-Me v-voy -tartamudeo, con mucha vergüenza.-Un placer, adiós.
Me alejo caminando rápido de allí, sin darla la oportunidad de decirme algo.
-Joooo, espero volver a verte de nuevo, Vicky -grita.
Se me hace una sonrisilla boba. ¿Qué me está pasando?