Capitulo 51

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Nora solía caminar por la playa cuando era muy pequeña.

 Le encantaba la sensación de la arena entre sus dedos y las gotas de agua prófugas por las olas que de alguna forma terminaban en sus pies. Ademas del sonido. Dios, el sonido de las olas lo era todo.

Por ello la sorpresa le inmovilizo de golpe, cuando llegaron a su destino en Abu Dabi. La mansión que residirían daba justo a una playa espectacular. Lo recuerdos la golpearon con fuerza. 

Solía salir a la playa con su madre, aunque tuviesen que levantarse muy temprano para estar solas, por que si había gente, Nora no tenia permitido salir de la torre. Habia preguntado incontables veces por que, y su madre, con expresión triste, incontables veces había evadido el tema. 

Hasta que el nos encontró.

— Señorita, ¿Se encuentra usted bien? — Nora se sobresalto. Se había perdido tanto en sus pensamientos que había olvidado en donde se encontraba. 

  — Perfectamente.—  Contesto, con su tono frió de costumbre. El mayordomo retrocedió, confundido.

— Déjela, hombre.—  Le dijo Jane, recostada de la enorme camioneta negra en donde habían llegado hasta allí. Tenia un cigarrillo en la mano izquierda, Nora no pudo evitar pensar que no había dejado de fumarlos desde hacia casi tres días. No estaba pasando por su mejor momento, tenia el cabello semi-enmarañado y ojeras enormes bajo los ojos.—  Así se este muriendo no dirá nada, ni pedirá ayuda. Es una perra con todos.

Nora mordió su lengua para no decir algo que desataría una discusión. 

— Saldré un rato.—  Dijo, mientras varios hombres vestidos de negro pasaban por su lado: La reunión era dentro de diez minutos, nadie quería faltar. 

— ¡Oye, oye! —  Jane le detuvo, visiblemente contrariada.— Larry quiere su mano derecha con el.—  Nora sintió orgullo al percibir su tono de envidia. — No vas a ningún lado.

Nora le ignoro y camino hacia una pequeña puerta que separaba la cerca de la mansión de la playa privada. Jane, sin embargo, camino igual de rápido lanzando el cigarrillo lejos y deteniéndola por un hombro.

— He dicho que no.— Murmuro tirando de su brazo.

— Y yo digo que no me importa.  — Con un movimiento brusco se libero. Pero Jane no se rindió. Nora sospechaba que buscaba una forma de pelear. Quería desahogarse. Por un segundo sintió lastima. 

— ¡Detente, maldición!  — Jane era bastante diestra en las artes marciales, pero Nora era una asesina maestra entrenada desde la niñez. La balanza no estaba de su lado. Con un solo movimiento, la empujo hacia atrás, sin embargo, Jane hizo una llave digna de un ninja y le sostuvo por detrás. Nora, enojada, la empujo con tal fuerza que la dejo caer hacia el suelo y miles de raíces emergieron a la superficie envolviéndole las piernas. 

Lycans I: EclipsisWo Geschichten leben. Entdecke jetzt