⁰⁷. De Sterrennacht

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𝓲𝓽𝓪𝓵𝓲𝓪𝓷 𝓰𝓪𝓵𝓵𝓮𝓻𝓲𝓮𝓼

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𝓲𝓽𝓪𝓵𝓲𝓪𝓷 𝓰𝓪𝓵𝓵𝓮𝓻𝓲𝓮𝓼


(⁰⁷) Llega el momento en que me pregunto si está bien

si perder lo que soy y lo que siempre he creído lo vale

si estoy perdiendo la cabeza por ti

y si esto que siento en tu interior lo sabes.



Waterford, Irlanda, Europa

Hacía mucho tiempo que no se hospedaban en un hotel, su madre siempre insistía que alquilar una casa alquilada, por más pequeña que fuese, era mejor, porque tenían su propio espacio personal. Por eso supuso que su madre pensó, ya que se quedarían sólo dos días en Irlanda, sería más conveniente un hotel... o tal vez Alma no había encontrado otro sitio para dormir por la escasez de tiempo con el que había buscado un hospedaje.

El lugar era lindo, y a pesar de lo familiar que se veía, con sus muebles de madera y sus colores cálidos, era un edificio inmenso. Allí, Alma había reservado una habitación para cada uno, así que Luca tendría su privacidad, y era justo lo que necesitaba para pensar apenas despertaba de un sueño con Caroline, o cuando se ponía a dibujar.

Dejó lo poco que cargaba en su cuarto, el cual consistía en una cama doble, con enredones rojos, una mesa con dos sillas, formando una pequeña sala, y un baño privado. Luego de inspeccionar el lugar, se reunió con su madre en el piso de abajo.

—¿Tu habitación queda arriba? —le preguntó a su hijo, mientras subía al ascensor en el que él ya se encontraba, Luca solamente asintió con la cabeza, frunciendo el ceño— ah, creí que quedaban en el mismo piso —aclaró, para encogerse de hombros y quitarle importancia.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó, mirándose en el espejo del elevador. Ya no tenía ojeras muy marcadas como hacía una semana.

—Y... yo creo que podríamos desayunar, apenas son las nueve de la mañana —sugirió.

—Me parece bien —le respondió.

Ya sentado y con la comida en frente, Luca masticó pensando en qué podría llegar a pasar esa noche. Había vuelto a viajar, lo que significaba que probablemente su horario de sueño cambiaría otra vez.

Alma analizó la mirada perdida de su hijo.

—Sabés que todo estará bien, ¿no?, esta noche te vas a acostar y vas a ver que soñarás con ella y despertarás feliz por ello.

El joven realmente consideró que su madre podía leer su mente.

Esa misma tarde, Alma se dirigió a ver aquella cafetería abandonada en el centro de Waterford, y Luca prefirió quedarse en su habitación, dibujando. Cuando anocheció, apoyó su cabeza en su almohada, y aguardó a que el sueño lo abordara, aunque éste tardó una hora -y un poco más- en llegar.

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