La serpiente y la oveja

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Voy a ver a la serpiente,

luego de matar a la oveja,

y sólo encuentro que cambió de piel.

Recojo los pedazos

y reviso los mensajes que le envié.

De la pobre oveja,

sólo lamento haberla matado.


La semana pasada, fui con la sierpe.

Comimos un poco,

jugamos otro poco

y hablamos otro poco (más pequeño).

Luego esa misma noche

ella estaba durmiendo

y me moría por entrar en su nido.


La misma semana, estuve con la oveja.

Comimos muy poco,

nos divertimos nada poco

y hablamos más (un gran enorme poco).

Luego esa misma noche

ella cayó en mis fauces

y me moría por morir envenenado.


¿Quién es ese idiota, el del pungi?

Sí, ese que mientras estoy

con la oveja, tan dulce

estás girando y ronroneando

en su rededor, como yo algún día te lo pedí.


"Ovejita mía" le digo

mientras le acaricio el cabello,

"Adoro estar contigo, me enseñas tanto"

pero yo no soy un animal manso

soy un cuento mal hecho

un borrador en la punta de un lápiz de un compulsivo.


Llegué y allí estaba la serpiente.

Sus ojos verdes reflejaban su malicia.

Se acercó lentamente;

había matado, estaba sucia

"No me importa la sangre", dije.

Aún cuando sabía que no me quería

dejé que sus escamas me dejaran inerte.


Después de cuatro noches de sexo y pasión,

no podía existir un "Te quiero"

pero ahí estaba yo,

diciéndolo

tan campante y recibiendo

un hiriente "Yo también".


Después de tanto intentarlo, de tanta ilusión,

debía siquiera existir un "Te quiero"

pero ahí estaba yo,

esperándolo

tan idiota y recibiendo

un hiriente "Yo no".

Poemas de amor, sexo y otras carenciasWhere stories live. Discover now