Nunca paran de doler

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🎶Lost Without You - Freya Ridings🎶

Presente

Le cuento todo lo que pasó a la mujer de los risos, en su cara no hay ningún signo de que esté culpándome o juzgándome, pero, honestamente, no importa. Da igual si el resto cree o no que yo causé todo esto, porque yo sí lo sé, y eso es suficiente para atormentarme.

Leigh se mantiene en el mismo estado durante todo el viaje; no se mueve y necesita ayuda para respirar, la herida más grande que tiene es en el abdomen, además de una contusión cerebral importante. Lo único que puedo hacer es seguir tomando su mano. Estoy segura de que ella hubiese sabido qué hacer y qué decir, pero yo estoy en blanco. Trato de enfocarme en su voz que no deja de resonar en mi cabeza, de lo contrario perdería el control y no puedo permitirlo. Ella querría que me controlara. Es más fácil hacerlo por ella que por mí, siempre ha sido más fácil hacer las cosas por el resto que por mí.

Quizás ese es mi mayor problema. No hago las cosas por mí, no es motivación necesaria, no siento que valga el esfuerzo.

Cuando mi respiración comienza a volverse un poco más descontrolada me obligo a desviar el rumbo de mis pensamientos y me enfoco en el contacto de nuestras manos. Observo sus dedos finos, sus yemas llenas de cayos por tocar tanto la guitarra, sus uñas pintadas de rojo intenso, el anillo que le regalé hace unos días para navidad, los cortes en su palma, la sangre seca...

Termino desviando la mirada también.

Estoy bastante segura de que ya le han avisado a sus padres y de seguro están en camino al centro de salud. No sé qué les diré cuando los vea, no sé cómo los podré mirar a los ojos.

Cuando llegamos al hospital ellos me piden que me aleje, pero no los escucho y trato de seguirles el ritmo lo más rápido posible, hasta que cruzan unas puertas que llevan al pabellón de cirugía y un guardia me impide entrar.

Después de haber llorado todo el camino en la ambulancia, siento que no me quedan lágrimas, que mi voz está desgastada y mis piernas ya no tienen fuerzas para seguir sosteniendo este cuerpo destruido. Y mientras el guardia me pide con determinación que espere en los asientos, me doy cuenta de que nada de lo que haga hará que toda esta situación se arregle. Nunca puedo arreglar nada, solo empeorarlo, así que me obligo a obedecer al guardia y me voy a esperar a que mis pesadillas no se hagan realidad.

Me quedo en silencio mirándome las manos manchadas de su sangre y mi estómago se revuelve. Comienzo a reproducir las imágenes de hace un rato mientras siento la bilis subir por mi garganta. Cierro los ojos y me obligo a bloquear los recuerdos, pero invaden mi cabeza como todo en mi vida: descontroladamente.

Soy capaz de ver el humo por todas partes, el coche azul de la señora Callen completamente destrozado y el cuerpo de su hija en el asiento del conductor con la cara llena de sangre y un gran pedazo de metal incrustado en el estómago.

No me doy cuenta de que mis manos están hechas puños en mi regazo hasta que comienzo a sentir el dolor de mis uñas insertándose en mis palmas, y suelto el aire contenido.

Es mi culpa.

Todo lo que toco se destruye.

No merezco estar aquí.

Soy veneno...

—¿Nita? —alzo la cabeza al oír esa voz tan familiar—. ¿Qué sucedió? ¿Estás bien?

Lo siguiente que sé es que tengo las protectoras manos de mi hermano encima de mí verificando que no esté herida. Y aunque estoy repleta de ellas, él no las encuentra, porque no son de las que se pueden ver, son invisibles, están abiertas al rojo vivo, y duelen, nunca paran de doler.

Avery retrocede unos pasos, visiblemente confundido. Su expresión está teñida de preocupación. Su cabello caoba está completamente mojado, lo que me hace pensar que ha comenzado a llover afuera.

Ella ama la lluvia.

—¿Nita? —repite Avery ese estúpido apodo que me puso cuando apenas sabía hablar, lo veo acuclillarse frente a mí y tomar mi rostro entre sus manos. El contacto se siente extraño, pero de alguna manera también es reconfortante. Antes de Leigh, mi hermano siempre fue mi lugar seguro—. Por favor, háblame.

—¿Cómo llegaste aquí? —pregunto, él no quita sus manos de mi rostro en ningún momento.

—Meghan le dio mi número a los padres de Leigh, estaban desesperados porque no estaban en la ciudad y tu no contestabas las llamadas de nadie. Vine lo más rápido que pude. ¿Qué fue lo que pasó? Dijeron que también podías estar herida...

—Tuvo un accidente —respondo, es todo lo que mi maldito cerebro puede hacerme decir.

Se pone de pie, lleva las manos a su cabello húmedo y mira hacia todos lados.

—¿Estabas con ella? —pregunta finalmente y en respuesta niego con la cabeza—. ¿Leigh está bien?

—Está en cirugía. Llegué al lugar cuando ya había ocurrido, yo... —mi voz se quiebra dolorosamente—, llamé a la ambulancia.

—Oh, June —dice, su tono se vuelve débil. Se sienta a mi lado y pasa su brazo por mis hombros para acercarme a él—. ¿Cómo...?

—Se va a morir —susurro con la voz áspera, él se tensa y me rodea con más fuerza.

—No se va a morir. Ella es fuerte. Sé que te lo ha demostrado muchas veces, no será diferente ahora.

Quiero creerle, pero no puedo.

Me oculto en el hueco de su cuello porque quiero que me proteja como siempre lo ha hecho, pero no encuentro alivio. Sin embargo, lo que sí encuentro son mis lágrimas. Sollozo por largos minutos donde él lo único que hace es sobar mi espalda con la protección y amor de un hermano mayor.

Ojalá fuera suficiente. 

 

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Entre tormentas y arcoíris (lgbtqia+) (Completada✔️) Publicado por planetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora