Egoísta

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🎶I Can't Carry This Anymore - Anson Seabra🎶

Presente

No sé cuánto tiempo pasa sin que haya noticias de cómo va la cirugía, Avery me mantiene en sus brazos todo el tiempo mientras yo dejo que me reconforte, solo se mueve para ir por café para pasar la noche. Es una suerte que estemos de vacaciones, pero, a decir verdad, si no lo estuviéramos me importaría una mierda la escuela. No tengo cabeza para pensar en algo más que no sea ella.

Es el peor inicio de año que he vivido, y si es así como comienza, no sé si quiero saber cómo va a seguir.

—Mamá quiere hablar contigo —dice Avery sacándome de mi congelamiento momentáneo.

Se me vuelve a formar un nudo en la garganta y me tenso completamente. No quiero saber nada de ella por el momento, es la última persona con la que quiero hablar, y no sé cuándo sea capaz de hacerlo otra vez. No sé si es por vergüenza, porque me duele o porque estoy demasiado molesta.

—Dile que estoy bien —me acurruco contra su costado, pero él se aparta—. No preguntes. No quiero hablar de eso ahora.

—Nita, ¿qué más pasó hoy? —pregunta ignorándome por completo. Me giro para encararlo y me está mirando con el ceño fruncido y el celular en la mano, finalmente suspira y se relaja—. Le diré que estás bien, pero cuando todo esto pase hablaremos sobre eso, ¿de acuerdo?

Aprieto la mandíbula. ¿Cuando todo esto pase? Parece convencido de que no es nada más que un percance, casi como si en la próxima media hora fuéramos a ver a Leigh saliendo por esas puertas blancas riéndose sobre lo estúpido que ha sido todo. Y no es así. Probablemente, todo esto jamás pase.

Lo único bueno de eso es que significaría que no tendríamos que hablar jamás de lo que ocurrió con mi madre hace unas horas. Pero tener esa esperanza me hace ingenua y retorcida.

Avery está volviendo a rodearme con su brazo cuando los escucho: los padres de Leigh.

Alzo la vista y veo cómo los Callen se acercan con una expresión de preocupación y consternación terribles. El padre de Leigh viene tomando del brazo a su esposa, su cabello negro está igual a como lo tenía mi hermano cuando llegó, lleva puesto un abrigo negro y mientras se acerca puedo ver que tiene sus ojos celestes hinchados. Elizabeth está peor, tiene el cabello rubio todo alborotado y el rostro completamente rojo, sus ojos cafés están aún más hinchados que los de su esposo, al igual que sus labios.

Cuando llegan hasta donde estamos lo primero que hace la mamá de Leigh es envolverme en un fuerte abrazo.

—¿Estás bien, June? ¿Te hiciste daño? —cuestiona con preocupación, niego con la cabeza para tratar de ocultar el dolor que me provoca que estén preocupados por mí cuando yo ni siquiera iba en ese coche—. ¿Qué fue lo que pasó?

Su voz se quiebra y se aleja de mí para dejar que su esposo la abrace.

Trato de encontrar las palabras para intentar contarles qué fue lo que pasó exactamente, ya que lo único que parecen saber es que su hija tuvo un horrible accidente que la dejó con serias heridas en todo el cuerpo, siendo la peor la que tiene en el abdomen y el golpe en la cabeza.

Me quedo en silencio mientras ellos esperan a que hable, Avery me toma de la mano pero no dice absolutamente nada. Él tampoco lo sabe.

Finalmente me armo de valor y les cuento por qué Leigh perdió el control del vehículo y cómo fue que llegué al lugar tan rápido, guardándome para mí lo que pasó antes de eso.

—Lo siento —susurro.

—Sentirlo no deshará lo que pasó —me reprocha la señora Callen, y me quedo inmóvil mirándola. Está molesta y lo merezco, pero me duele. Se gira hacia su esposo hecha una furia. No puedo culparla, seguro está queriendo enfocarse en algo más que no sea el hecho de que su hija lleva al menos dos horas en cirugía—. Yo le dije que no saliera, pero ella insistió en que debía hacerlo porque tú la necesitabas —se gira de vuelta hacia mí—. ¿Alguna vez dejas de ser tan egoísta?

Y esa es la misma persona que minutos atrás me abrazaba creyendo que estaba herida. Si hay alguien a quien culpar, nadie dudará en hacerlo. Culpar es fácil, sobre todo si es a mí. Yo misma soy una experta.

—Elizabeth —dice su esposo con tono de advertencia—. Ella no tiene la culpa. No te ensañes con June, no es el momento para ponernos a discutir.

—Está bien —murmuro mientras me abrazo mi cuerpo—. Sé que no debí...

—¡Claro que no debiste! —me interrumpe la señora Callen—. Sabes lo peligroso que es conducir durante esta época del año, sobre todo sabiendo que Leigh es capaz de hacer cualquier cosa por ti y lo imprudente que es, pero, claro, no pudiste pensar en eso porque la necesitabas. ¿Cuándo vas a entender que mi hija no es un centro de rehabilitación para tus... problemas?

Me hago pequeñita mientras siento el brazo protector de mi hermano acercarme hacia él.

—Señora, no es el momento. Mi hermana está tan preocupada como usted —dice con la voz calmada—, no hay necesidad de hacer esto más difícil.

Por un momento me enoja que me defienda, porque las palabras de la mujer son verdad. No pensé en nada más que en mí cuando la llamé y le pedí que dejara la seguridad de la casa de sus abuelos para venir a verme porque estaba perdiendo la cabeza. Es mi culpa, y si ella muere, tendré que cargar con eso por el resto de mi vida. Si es que logro tener una vida.

—Es mi hija, esto no puede ser más difícil —espeta la madre de Leigh, y se gira hacia su esposo, quien me mira con tristeza y lamento.

—June —dice el señor Callen mientras su esposa se seca las lágrimas para intentar mantener la calma—. Esto no es tu culpa, ¿de acuerdo? Elizabeth solo está alterada.

No le respondo, simplemente me alejo de mi hermano y me voy a sentar a donde estaba antes. Me llevo las rodillas al pecho y me hago un ovillo en la incómoda silla. Cuando me doy cuenta, mis mejillas están empapadas y siento que me falta el aire.

Inhala. Exhala. Inhala...

¿Cómo pude hacerle esto a ella? ¿Cómo se supone que pueda perdonarme a mí misma si Leigh deja de respirar?

—¿Por qué no me contaste eso? —pregunta mi hermano cuando llega a mi lado, no suena a reproche, más bien suena a que está tratando de entender qué demonios pasó. No me gusta su pregunta, pero me sirve para desviar mis pensamientos—. ¿Mamá tiene que ver con algo?

—Av, no me hagas hablar de esto ahora —le suplico sin mirarlo, mis ojos están fijos en el piso manchado.

—Sí, tienes razón, no es el momento. Lo siento.

Espero que ese momento no llegue nunca. 

 

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Entre tormentas y arcoíris (lgbtqia+) (Completada✔️) Publicado por planetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora