Día 88 (Park Chanyeol)

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Cuando Park Chanyeol se había mudado a la que ahora era su casa, aún no había cumplido los ocho años. Sus padres habían decidido trasladarse de zona en la ciudad por temas de trabajo, lo que había implicado tener que decir adiós a su antigua escuela, a su antigua vida y aparecer de la noche a la mañana en un barrio totalmente nuevo, en una escuela en la que no conocía absolutamente a nadie.

Su madre lo había sentado en sus rodillas antes de la mudanza, le había acariciado el pelo y le había pedido perdón por lo súbito del cambio, por el problema que podía suponerle a un niño de siete años aparecer en un sitio nuevo poco antes de empezar el nuevo curso. Chanyeol la había mirado, había sonreído y le había dicho que no había problema, que todo estaba bien. Era lo que hacía siempre, lo que decía siempre, lo que siempre se esforzaba por pensar. Se trataba de ser positivo, en el fondo, de estar en el humor adecuado para intentar solucionar lo que quiera que estuviese mal. De evitar que su madre y los demás se preocupasen por él. De muchas cosas.

Por eso, también había sonreído al despedirse de sus amigos (Kris había estado allí, mirándolo con esa cara de aparente mal humor que ponía siempre que algo no le hacía demasiada gracia — es decir, un noventa por ciento del tiempo — con Tao, que apenas levantaba medio palmo del suelo en esa época, agarrado a su camiseta) y les había dicho que su nueva vida sería perfecta, que haría más de cien amigos nuevos (porque cien era un número lo suficientemente grande y que sonaba muy bien) y que se lo pasaría genial.

"¿Cien amigos?" había preguntado Tao, mirándolo desde abajo y limpiándose la nariz con una manga de su vieja sudadera. "¿De dónde vas a sacar tú cien amigos? Tendrás suerte si encuentras tres o cuatro"

"Llámame si alguien se mete contigo" había añadido Kris.

Chanyeol se había hecho el ofendido por semejante falta de confianza durante un grandioso total de diez segundos, pero al final se había echado a reír, porque iba a echar a aquellos dos de menos, y a pesar de lo serios que estaban, habría jurado que los dos estaban a punto de echarse a llorar. Igual que él.

Era un buen recuerdo de su antiguo barrio que llevarse a su nueva casa, después de todo. 

Una nueva casa que, descubrió al llegar, tampoco estaba tan mal.

Su cuarto, que fue lo primero que corrió a ver en cuanto abrieron la puerta, era mucho más grande que el que había tenido antes, y tenía metros y metros de paredes blancas que no podía esperar a decorar con todo lo que se le ocurriera pegar en ellas. Tenía una única ventana, en la pared frente a la puerta, que ofrecía una vista privilegiada y un tanto incómoda a la habitación del vecino, pero, salvo eso, estaba bien. Muy bien. Increíblemente bien.

La cosa había mejorado aún más cuando su madre le había dicho que había conocido a una vecina del edificio de enfrente — la madre del chico del cuarto al otro lado del patio — y que la señora en cuestión tenía otro hijo de su edad que, al parecer, estaba muriéndose por conocerlo.

Cuando le había pedido a su madre que lo invitara, sintiéndose ridículamente ilusionado, no había sido consciente de en qué lío se estaba metiendo, ni el impacto que iba a suponer en su vida aquella visita, hasta que había sido demasiado tarde. 

No sabía qué habría hecho, de haberlo sabido de antemano. 

Byun Baekhyun había aparecido con su madre (que llevaba un pastel) una tarde normal, en un día como otro cualquiera, y Chanyeol no sabía muy bien qué era lo que había ocurrido exactamente en su cabeza, pero aquel chico, con su jersey de rayas y el flequillo oscuro cayéndole sobre la frente, le había parecido sencillamente genial. 

Donde Chanyeol era desmañado, un tanto torpe y tenía una completa incapacidad para controlar qué hacer con su cara cuando estaba nervioso, Baekhyun era pequeñito, delicado incluso, y bonito, todo él dedos finos, cara aún un tanto regordeta y ojos llenos de luz.

88 Días [EXO; ChanBaek]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu