1

41 6 3
                                    

Kim Yaeri

Un nuevo día en el que mi vida seguía siendo un asco, debía ocultar las marcas que aguardaba mi cuerpo y hacerle creer a las personas que todo está bien y que todo era más que perfecto.

          Difícil situación.

Pero no había nada que hacer al respecto, solo tragarme mis lágrimas y sonreír, incluso me dolían tantas sonrisas falsas pero, habían días en los que ya no podía más.

—¿Yaeri estás bien? —desperté de mi trance volviendo nuevamente mi vista hacia mi amiga frente a mi— ¿Está sucediendo de nuevo, verdad?

—¿A qué te refieres SoHyun?

Intentaba desviar su pregunta pero era algo inútil, la castaña y yo siempre hemos sido mejores amigas desde pequeñas, conocíamos todo una de la otra y sabía exactamente cuando me sentía como basura, al ser ella quien primero soportó todo conmigo y quien me ayudó a dejar correr mis lágrimas aquella noche.

—Sabes perfectamente a que me refiero amiga. —toma mi mano entre las suyas por encima de su escritorio— ¿Por qué no terminas con todo esto Yaeri?, cada día va a peor.

—No puedo acabar con esto, es algo que debo soportar y lo sabes. —intenta aceptar mis palabras— Cambiemos de tema, por favor.

Asiente para después moverse hacia algunos de sus cajones a su derecha

—Tienes un nuevo paciente.

—Excelente, necesito concentrarme en mi trabajo. —da una media sonrisa mientras me entrega el expediente— ¿Quién es?

—No entiendo porque trabajas tanto, aún siendo la hija del dueño de este hospital.

—Me gusta ayudar a las personas SoHyun, solo eso.

Ambas sonreímos. Lentamente me acerco hacia ella para después dejar un pequeño beso en su frente, luego de eso la necesidad de abrazarnos se hizo presente. SoHyun siempre había estado para mi en todo momento, la primera vez que entramos juntas al colegio, la primera vez en que me enamoré de un compañero de clases, la vez en que cometí el peor error de mi vida...
Era una de las mayores personas más importantes en mi vida.

—Habitación 34.

—Entendido.

Sonreí nuevamente para después dirigirme por los pasillos hacia donde se encontraba mi nuevo paciente. Para muchos, incluso mi familia creían que era algo estúpido de mi parte trabajar, a pesar de ser la hija de uno de los cirujanos más importantes del país y dueño de este hospital, mi trabajo era la única manera de olvidarme de mi maldito infierno personal, era mi mayor motivación y nunca sería capaz de abandonarlo.

Mientras más me acercaba hacia la habitación correspondiente, fuertes estruendos provenientes de esta se escuchaban, no era algo común sin embargo no dudé en acercarme. Tomé el pómulo de la puerta en mis manos y decidida entré en el lugar.
Algunos enfermeros sostenían a un chico mientras otro de ellos intentaba ponerle una inyección, lo cual no estaba permitido, al menos no en mi forma de trabajar.

—¡¿Qué sucede aquí?! — alcé mi voz fuertemente, haciendo que todos volteran a verme, todos menos aquel chico— ¿Qué están haciendo?

—¿Doctora Yaeri? —todos hacen una reverencia, luego uno de ellos se acerca a mi— Lo siento, lo que sucede es que este paciente se resiste a sus medicamentos... —sonríe nervioso— Entonces tuvimos que utilizar la fuerza.

—¡Eso es incorrecto! —lo miro molesta, sinceramente no era mi forma de trabajar esta manera y no soportaba verlo— ¡Salgan ahora mismo!, Este es mi paciente y yo decido como atenderlo.

Las 145 Lunas De SaturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora