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Chaeyoung era la primera persona que hablaba conmigo desde... hace tiempo, mi esposo prefería que solo conviviera con él y a veces con su madre, pero mi curiosidad por aquella chica le ganó a su voz en mi cabeza que se la pasaba regañándome por permitir que la vecina haya entrado por la ventana e incluso haya cenado aquí. Quería despedirme de ella desde el balcón pero cuando me armé de valor para dar un paso hacia el exterior su voz se hizo presente.

— ¿Qué haces despierta tan tarde?

— Estás aquí. — Mi pulso se sentía en todo mi cuerpo, respirar era doloroso y mi cuerpo estaba débil al verlo parado en medio de la sala, ni siquiera lo había escuchado llegar... por poco podría haber encontrado a la nueva vecina aquí.

— Te pregunté algo.— Murmuró a la par que se acercaba a mí, su aroma... me hizo doler la cabeza en cuanto aquel olor llegó a mi, era el que tenía siempre que salía de noche, ya no era su perfume, ni siquiera tabaco y alcohol, era inexplicablemente nauseabundo.

— Yo no... yo no p~po...

—¡Carajo, habla bien! — Gritó justo frente a mi cara por lo que me encogí en busca de un refugio, pero mi esposo se apartó dos pasos hacía atrás y aclaró su garganta.— Sabes que odio cuando tartamudeas, así que respóndeme para que no me hagas enojar y despierte a todos en el edificio por tu culpa.— El enojo era notorio en su voz al igual que las venas en su cuello y manos por el gran esfuerzo que estaba haciendo en no gritar, o castigarme.

Inhalé "... 1... 2... tranquila..." exhalé, pero no pude calmar el temblor de mis manos, ni siquiera los escalofríos que recorrían mi cuerpo cuándo solo veía sus pies. — No podía dormir... y estaba limpiando. — Respondí con velocidad sin mirar su rostro.

— ¿Y qué hacías en el balcón?
— Yo solo quería ver la luna.
— ¿Ah sí? entonces quédate afuera para que duermas como la perra que eres y puedas ver la luna.— Me tomó del brazo enterrando sus dedos en mi piel haciendo gemir.

— Por favor no...— En un segundo recordé sus palabras.— Mi amor es invierno, por favor no.— no entendía por qué no me gustaba decirle de tal manera si desde que recuerdo él me pedía que le dijera así. "Vamos s... Mina, yo soy tu amor... jaja... "Mi amor" llámame así"

Su agarre en mi brazo se debilitó y pude ver gracias a la luz de la luna su semblante suavizarse. — Vamos a la cama.— Dijo con voz tranquila, llevándome de la mano hasta la habitación. Ahí el miedo se volvió a apoderar de -
mí, pensándolo mejor, prefería dormir afuera, ya que soportar el frío del invierno era mejor que sentir sus grandes manos apretar de manera brusca mi cintura y sus labios besar mi cuello hasta dejarlo mojado. Se apartó solo por unos segundos para apagar la luz de la habitación y escuché cómo quitaba toda su ropa dejándola caer al suelo para segundos después hacer lo mismo conmigo, no dije nada, ni siquiera puse resistencia cuando quitó hasta la última prenda de mi cuerpo, solo cerré mis ojos con fuerza comenzando a buscar una distracción en mi mente, encontrando un poema que había leído hace tiempo y aún no podía comprender.

"Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa..."

Me tenía sentada en sus piernas y yo aún no iba ni por la mitad del poema cuándo un suspiro de frustración sonó más que mis pensamientos, quizá tenía que ver con que su bulto no crecía, mi esposo incluso lo pegaba contra mi entrepierna pero no se endurecía. — Carajo.— Lo escuché mascullar.— Te prometo que haremos el amor, pero tienes que portarte bien para que yo no me vaya con alguien más... ahora vamos a dormir. — Me quitó de encima de él y guardé mis suspiro hasta que entró al baño, el peso en mi cuerpo se había ido, incluso el dolor de mis golpes no estaba, aliviada encendí la luz de la lámpara al lado de la cama para recoger mi ropa interior, colocándomela lo más rápido que pude al igual que la pijama. Mi esposo tardó en el baño lo cuál me dio tiempo a recoger su ropa, dejarla en el cesto y por fin meterme a la cama apagando la lámpara y cubriendo mi cuerpo y cabeza con las sábanas. Escuché la puerta abrirse y a él soltar otro suspiro.

— Eso me pasa por ir a pagar... — No comprendí sus palabras, pero al notar que no seguiría hablando desistí de encontrarles lógica, mis ojos pesaban más que antes y sin darme cuenta me dormí.

••••••••

La luz de un nuevo día golpeaba a través de las ventas y cortinas, obligándome a levantarme de la cama para iniciar con mi día, gracias al cielo a pesar de las pocos horas de sueño había podido despertar antes que mi esposo. Sin hacer ruido me cambie de ropa y até mi cabello para después ir a colocar la cafetera para que su café estuviera listo. Un tiempo más tarde mientras estaba limpiando la barra de la cocina mi esposo apareció vestido con ropa más informal pero sin perder lo que él decía era "elegancia"

— Voy a hacer las compras ¿Quieres ir conmigo? — Iba a morder mi lengua cuándo recordé que hoy era su día libre, pero su pregunta fue lo único que me importó.

— Sí.— Contesté feliz mientras rodeaba la barra para ir y abrazarlo. — Gracias.

— Ve a cambiarte y trae tus zapatos, tienes cinco minutos o me voy sin ti.— Ordenó dejando después un beso en mi cabello, me separé aún aturdida por tanta felicidad. "Es tan bueno, me dejará ir con él... yo le he mentido" Un amargo sabor llenó mi boca al pensar en cómo le había estado mintiendo a pesar de que él había sido tan bueno conmigo, debía decirle todo pero, no ahora. Sacudí mi cabeza para concentrarme en mis acciones y tomé ropa parecida a la de él para verme bien a su lado, junto a mis zapatillas deportivas que aún se mantenían blancas y perfectas debido al poco o mejor dicho nulo uso.

— No tardé cinco minutos... — Mis ojos se llenaron de lagrimas y dejé caer los zapatos para así correr hasta la puerta intentando abrirla, pero cómo en la noche ésta estaba cerrada por fuera.— No tardé cinco minutos.— Dejé mis lagrimas corrieran libremente en mis mejillas, no podía mantener la respiración por más de un segundo y mis piernas no aguantaban mi peso, dejándome caer sobre mis rodillas frentes a la puerta esperanzada a que mi esposo volviera para llevarme con él.

Estuve de rodillas hasta que mis lagrimas dejaron de salir, podía sentir el ardor en mi piel al estar sobre el suelo así que resignada me levanté y volví a la habitación para colocarme nuevamente mi ropa anterior, y guardar los blancos zapatos. Sin ganas ni emoción comencé con mi tarea de ordenar el departamento ansiosa de que la noche llegara y así pudiera sacar la basura... aunque no era mucha.

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pta si me puso triste porque yo sé mejor q nadie que Mitang no tardó 5min ㅠㅁㅠ

BreatheWhere stories live. Discover now