Capítulo Cinco

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Advertencias: Este capítulo contiene algunas escenas un poco fuertes o gráficas. Abstenerse de leer si son sensibles. Muchas gracias.

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Habían pasado ya unos pocos meses desde aquellos sucesos. Ya era otoño y las hojas habían caído de los árboles. La nieve por su parte comenzaba a cubrir de a poco el entorno, y la tierra parecía muerta e insípida, por lo que pájaros e insectos se aminoraban yendo a la hibernación o la migración a lugares más cálidos.

Faltaba sólo un mes para Navidad, es decir, para el aniversario de la noche en que Shinji había llegado a vivir con Kaworu de manera involuntaria pero muy conveniente para todos. Los chicos se sentían ansiosos por celebrar las fiestas de fin de año con alegría, abundancia y plenitud.

Lamentablemente, ni Shinji ni Kaworu podían imaginar lo que estaba por ocurrir.

Después de todo ese tiempo de espera y paciencia, Gendo finalmente encontró la oportunidad perfecta para llevar a cabo su siniestro plan. Una mañana, mientras observaba desde la distancia, habiéndose asegurado de que el dueño no se encontraba, vio a Shinji salir de la mansión, lo que indicaba que era el momento adecuado para actuar.

Con sigilo, Gendo se acercó al lado del muro que rodeaba el patio trasero de la propiedad. Asegurándose de que nadie lo estuviera observando, sacó algunos de los frutos litchi que había conseguido y los arrojó rápidamente al otro lado del muro. Los pequeños frutos cayeron en la hierba nevada del patio con apenas un susurro, camuflándose entre el césped.

Con su corazón latiendo con anticipación, Gendo observó con atención mientras los frutos envenenados quedaban a merced del destino. Ahora, solo tenía que esperar y confiar en que el pingüino, tentado por la apariencia apetitosa de los frutos, los encontrara y cayera en la trampa que había preparado.

Mientras tanto, ajeno a los oscuros planes de su padre, Shinji se encontraba en la panadería del pueblo, seleccionando cuidadosamente los bollos más frescos y apetitosos para la merienda de Kaworu, deleitándose con los deliciosos aromas que emanaban de los productos recién horneados.

Con una sonrisa en los labios, Shinji examinaba cada opción con atención, asegurándose de elegir los mejores bollos para su amado. Su mente estaba llena de pensamientos felices y expectativas para la tarde que pasarían juntos en la mansión. Ajeno al peligro que acechaba y completamente inconsciente del mal que se cernía sobre su amado compañero.

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Pen Pen, curioso como siempre, recorría la mansión con su característico andar saltarín, explorando cada rincón con entusiasmo. Al adentrarse en el patio trasero, sus ojos avispados se posaron en unos pequeños frutos rojos que yacían sobre el suelo, desprendiendo un aroma tentador y familiar. Eran similares a las frambuesas, una de sus delicias favoritas.

Intrigado por el hallazgo, Pen Pen se acercó cautelosamente a los frutos, observándolos con atención. Su instinto animal le dictaba que aquellos frutos podrían ser una deliciosa golosina, y su estómago respondía con un ligero rugido de anticipación. Sin sospechar el peligro, Pen Pen se preparó para dar un bocado, a lo que con un rápido y ávido picoteo, Pen Pen devoró todos los frutos que descansaban en el suelo del patio, disfrutando de su sabor jugoso y agridulce en cada bocado mientras los frutos desaparecían uno tras otro.

Sin dejar rastro alguno de su festín, Pen Pen limpió el suelo con sus patitas, asegurándose de no dejar evidencia de su travesura. Sin embargo, dos pequeños frutos quedaron olvidados en el césped, escondidos entre la hierba, fuera del alcance de su voraz apetito. Estos pasaron desapercibidos para el pequeño pingüino, que continuó su exploración por la mansión, ajeno al peligro que había ingerido.

El vendedor De cerillas-Segunda Parte [KawoShin Xmas]Where stories live. Discover now