Capítulo Doce

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La primera vez que la besó, Amberly pensó que estaba soñando.
¿Qué otra cosa podría ser si no?

Pero conforme los segundos iban pasando y la realidad de lo que estaba sucediendo la embargaba, el corazón se le encogía.

Era por pena. Tenía que serlo.
¿Por qué si no de repente y de la nada...?
Pero entonces él se separó de ella unos instantes para recobrar el aliento.

Y al abrir los ojos ella lo vio en él; el anhelo.

Por ella.

Uno tan intenso que acabó provocando que, tras besar suavemente su mejilla y la punta de su nariz, sus labios, de forma inevitable, volvieran a encontrarse.

Y allí a Amberly no le cupo duda, el duque la estaba besando. A conciencia.

Y no tenía ni idea de por qué, pero tenía toda la intención de disfrutarlo hasta el último instante. Así que, despacio, subió sus manos de su pecho a su cuello y lo aproximó más hacia ella.

El suspiro que él emitió como respuesta le provocó un escalofrío.

William no podía parar. Y no quería hacerlo.
Su aroma, su suavidad, su dulzura, su pasión. Lo quería todo de ella. Así que sus manos pasaron de la cintura de ella a su pelo, del que se llenó las manos.

-Amberly.- imploró él.

Ahora que sabía a lo que sabía su nombre, no quería dejar de pronunciarlo.

Ni ella que lo hiciera. Especialmente cuando acariciaba de aquella suave forma su labio inferior con el pulgar mientras ambos recuperaban el aliento.

Y mucho menos cuando la miraba así, con aquella intensidad que la hacía creer que su mundo, en ese instante, empezaba y acababa con ella.

-Will...- pero la satisfacción de decir por primera vez su nombre, como símbolo de la intimidad que por fin había nacido entre ellos y no de una burla, como había sido habitual, le fue arrebatado de pronto.

Y de la forma más inesperada; con un grito.

Instintivamente, y aún en medio de la difusa nube de placer en la que se hallaba, el duque se posicionó delante de ella, cubriéndola con su cuerpo de la invisible amenaza.

Pero aquella voz no venía desde la puerta, se dieron cuenta sorprendidos.

El grito provenía de la ventana abierta que tenían detrás. Y más concretamente, de la escena que a través de ella se veía; Victoria en una esquina del balcón, con el vestido medio bajado y a Jeremy, con la camisa desabrochada, cubriéndola con su cuerpo ante la horrorizada mirada de una dama que se tapaba, incrédula, la boca con la mano.

Amberly negó con la cabeza, paralizada ante la escena que acababan de presenciar y que el duque observaba con silenciosa determinación y ninguna sorpresa.

-Dios mío.- dijo ella de pronto.

William y Amberly intercambiaron entonces una mirada, pro primera vez desde la interrupción. No hizo falta que ninguno de los dos dijera en voz alta lo que ambos, a la vez, acababan de pensar.

Los descubiertos podrían, perfectamente, haber sido ellos.

El duque actuó con calmada rapidez tras evaluar de nuevo unos segundo la situación a través de la ventana; se acomodó el uniforme y caminó hacia la puerta ante una Amberly que continuaba inmóvil por el miedo y la impotencia, no solo de lo que era, si no de lo que podría haber sido.

Justo antes de atravesar el marco de la estancia, Lord Devonshire se detuvo, indeciso.

Su mente volvía a batallar contra su corazón. Pero en esta ocasión, ganó la primera.

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⏰ Last updated: Apr 21 ⏰

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Lady Soñadora Adams ( Saga héroes de guerra 3)Where stories live. Discover now