Capítulo Uno

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Amberly se balanceó sobre sus pies una y otra vez, ansiosa.

Lady Mary llevaba esperando en una esquina cinco minutos, sola.

¿Dónde demonios estaba Lord Byron? Se suponía que debía haber hecho acto de presencia hacía cinco minutos, y sin embargo...

Oh, ahí estaba.

Amberly sonrió feliz y observó con ilusión como el caballero se acercaba con un ramo de violetas en la mano, para el cotillón, y se las daba a una sonrojada Mary, quien las recibió con lágrimas en los ojos.

Bien, pensó mientras sacaba disimuladamente una libretita del escote de su vestido y tachaba los nombre de la lista, una vez más había cumplido su misión y ya podía disfrutar tranquila de la velada.

Con aquel matrimonio ya sumaba catorce, observó maravillada, si seguía así superaría las cifras del año anterior.

La joven negó divertida.

Y pensar que todo había comenzado como un simple juego.

Porque así es como se lo tomó cuando Margaret Hamilton, su charlatana vecina, apareció un día en su puerta suspirando "agónica y desesperadamente" de amor por James Darshwood, un caballero que, cualquiera que tuviera dos dedos de frente, vería que bebía los vientos por ella.

¿Cómo es que Maggy no lo veía? No es que no la amara, era simplemente que James era muy tímido.

Divertida y tras cavilarlo un poco Amberly había llegado a la conclusión de que aquellos dos lo único que necesitaban era hablar, por lo que se las había ingeniado para que estuvieran a solas y, tres meses más tarde, había asistido a su boda.

Ella acudió entusiasmada al enlace, se sentía exultaste y entusiasmada.

Cosa que no era de extrañarse si tenemos en cuenta que a Amberly Adams le gustaban dos cosas muy por encima del resto; el amor y hacer felices a las personas.

¡Y había logrado las dos!

Se sentía completamente satisfecha y realizada.

Si tan solo pudiera hacerlo de nuevo... pensaba ilusionada.

Una vez, tan solo una vez más y se conformaría.

Y quiso el destino que así fuera, pero no solo una vez más, si no muchas, muchísimas más.

Todo había comenzado cuando Margaret había mencionado por "accidente" a su desdichada prima solterona como había conseguido casarse y esta, esa misma tarde, había acudido a ella.

Dos días después ya estaba prometida.

Todos habían observado estos dos enlaces con ojo crítico y curioso y, poco a poco, el secreto había ido pasando de boca en boca y había acabado siendo oído por todas las personas que conformaban a la sociedad londinense.

Solteronas empedernidas, madres desesperadas, viudas aburridas, damas con título pero sin dinero, con dinero pero sin título...

Todas habían llamado a su puerta desesperadas y, una vez hubieron pasado por sus manos, habían acabado casadas y felices.

Veinte la temporada pasada, catorce (por ahora) en esa y muchas más la siguiente, o al menos eso esperaba Amberly, cosa que no sería para nada extraña teniendo en cuenta cómo, lo que en principio había sido un susurro, ahora era un secreto a voces.

Algo que la alegraba profundamente pues, cuantas más personas lo supieran, más acudirían a ella.

-Lady Amberly.- la saludó Lady Susan con una inclinación de cabeza. Ella le sonrió.

Lady Soñadora Adams ( Saga héroes de guerra 3)Where stories live. Discover now