Escribir los recuerdos en el viento

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Nadie se ha preguntado por qué un lunes por la mañana la luna sangrienta está en el cielo.

Ni siquiera se preguntan por qué pueden ver la luna ni por qué pueden hacerlo cuando no está previsto en el calendario, pero todos siguen su rutina, descrita perfectamente como trivial donde incluso los delincuentes siguen haciendo sus fechorías sin preocuparse mayormente del asunto aparte de la policía.

Y yo, sentado en el parque, completamente solo después de buscarme un respiro del tedio de la mañana estoy aquí, fijándome en algo que nadie se ha fijado, sin tener a ninguna persona siquiera que esté de acuerdo conmigo en que la situación es extraña.

El cielo tiene un extraño tono rojizo, la tierra uno amarillento, los edificios son grises incluso a pesar de sus grandes ventanales color azul.

Los árboles tienen espinas que ensartan cuanta ave se pose allí y la gente parece indiferente a las cuchillas del suelo que les desgarran los pies, dejando felizmente un rastro de sangre como si un último recuerdo sobre la tierra fuera para ellos.

No lo entiendo.

Las nubes rondan alrededor de la luna de sangre. Destilan lágrimas doradas que mojan el suelo que la gente pisa y aun así, continúan indiferentes.

No lo entiendo.

Incluso si me acerco a la gente esta sigue con su rutina como si estuviera programada en lo más intrínseco de su ser.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó el día?

El blanco cielo se oculta tras el manto de nubes.

La luna desaparece disuelta entre los rayos del sol.

Los edificios se derrumban arrastrando con ellos a sus habitantes y el parque sigue tragándose tanto pájaro se pose en sus árboles, enredándolos entre espinas perforantes que los desangran y se alimentan con ellos.

Pero las personas se conforman con dejar su rastro de sangre en el suelo.

A dejar las huellas de su paso en la arena.

A peinar los cabellos del viento durante su trivial rutina diaria que trasciende incluso de la luna roja y el suelo cortante.

Mientras, sigo aquí, sentado en una banca, observando este espectáculo irracional.

Al parecer, a nadie parece importarle que esté aquí, desapareciendo de sus recuerdos.

A la final, el único que entendió que todo estaba mal, desaparecerá.

Los Frutos del Tiempo; Relatos cortos IIIWhere stories live. Discover now