El único deseo del villano

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Después de largos años de trabajar como villano profesional, solo y aislado del mundo, Xilean se vio ahogado en oscuros pensamientos una mañana fría del 10 de abril.

Mientras deambulaba por la sala de su escondite principal, aquejado de su enfermedad terminal, se lamentó el no haber logrado cumplir ninguno de sus planes propuestos desde la juventud.

- Soy grande, soy poderoso - dijo adolorido - aún entre las sombras de esta terrible enfermedad he estado un paso por delante de los héroes. Mis inventos han revolucionado a la humanidad, no tanto por sus funciones como por la necesidad de neutralizarlos. Mis descubrimientos han traído bienestar a miles, no como Xilean el villano si no como Edrian el científico. He hecho tanto bien como mal he podido y aun así, con legiones de seguidores, mecánicos y humanos, estoy solo y despreciado por el mundo.

Aunque su queja fue a viva voz, no había nadie allí para escucharla. El vacío humano rellenado con tecnología no podía corresponder a sus lamentos y solo su asistente virtual movía inquieto pixeles por la pantalla como si de alguna manera comprendiera al menos su dolor.

Viéndose ignorado de nuevo, o más bien amparado por la soledad, quiso sentirse bien de algún modo, para lo cual recurrió a su preciada colección de artefactos antiguos, fruto y huella casi olvidada de quienes como el, quisieron hacer un cambio y no se sabe nada de ellos. Las cosas siempre han sido así, pero igual le afectan.

Revisando tanto artefacto como pudo, tratando de recordar sus documentos sobre cada uno de ellos, se distraía con las supuestas funciones de cada uno de ellos.

Tenían diversas formas, desde tótems humanoides hasta objetos de forma indefinida inscritos por antiguas lenguas olvidadas que tal vez, ni sus contemporáneos entendían.

Entre algunos escombros encontró uno que le llamó la atención.

El artefacto, hecho de lo que parecía roca volcánica, no tenía forma definida pero en relieve se destacaban ciertos glifos desconocidos que le dieron cierta importancia.

Al intentar sacarlo de entre los otros, se produjo una pequeña avalancha que provoco que un artefacto más definido, de obsidiana en específico, caiga sobre el primero, partiéndolo y dejando a la vista su interior.

Xilean, decepcionado por su torpeza y amargado de añadir más frustraciones a su vida, se acercó para tratar de ver si podía arreglarlo.

Sabiendo que la roca no se puede reparar de ninguna forma, pensó incluso en unir los pedazos con cinta adhesiva pero pronto se dio cuenta que detrás de la cascara de roca, había un artefacto, tal vez metálico y en forma de disco, ostentando más claro aquellos glifos que apenas se veían sobre su coraza de roca.

Sorprendido por su descubrimiento y olvidando su dolor y sus pesares por la emoción, busco un cincel y un martillo para tratar de seguir abriendo la roca, con suerte, sin resultados ante tremendo acto negligente.

Se sentó a pensar un poco antes de proseguir.

El objeto que partió la roca era contemporáneo a la misma así que pensó que podría investigar algo sobre el tema.

La cuchilla ceremonial de Xilean, cultura a la cual debe su nombre, estaba documentada como una antigua llave capaz de liberar un gran poder de las entrañas de la tierra.

Fue construida por los dioses antiguos quienes extirpándola de un volcán, le dieron forma con una herramienta legendaria de la cual no se tiene constancia.

Teniendo en cuenta estas cosas, solo se le ocurrió azotar la cuchilla sobre la roca, partiéndola con éxito y liberando su contenido.

Busco compulsivamente toda referencia sobre el objeto descubierto.

Los Frutos del Tiempo; Relatos cortos IIIWhere stories live. Discover now