Medidas extremas

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Todos vivían bajo el mismo cielo, pero nadie lo veía de la misma forma.

Los ojos se acostumbraban al gris de las nubes que impedían ver más lejos, pero fácilmente se podía contrastar con el azul intenso del cielo al salir de las ciudades.

Desde su observatorio, enterrado en el campo más distante y aislado, él no se centraba en las estrellas sino más bien, en donde habitaba la gente.

Era un fenómeno extraño, las ciudades parecían envolverse en su propia cúpula grisácea, aislando unas de las otras y desarrollando sus propias identidades y perspectivas.

No había una explicación clara a esto y hasta pensaba que tal vez era producto de la intensa contaminación que emanaba de estas.

Un denso miasma destructivo afectaba a la salud de sus habitantes, tan lento que no se daban cuenta, pero tan rápido que derivó inevitablemente en sus muertes, aunque eso no les importaba. Ellos lo sabían bien.

El miasma, aparte de matarlos lentamente, también establecía sus propios ciclos climáticos.

Desde el observatorio era posible ver que, aunque el cielo estuviera despejado, llovía en algunas ciudades mientras que en otras, no. Se despejaba a ratos y dejaba ver la luz del sol. La temperatura bajaba o subía indiferente de la estación en la que se encontraran.

Cada ciudad tenía su propio clima.

El miasma era capaz de crear ciudades cubiertas por niebla y otras devastadas por huracanes.

También era posible ver nieve a pesar de la localización tropical del país.

Pero esto no era lo único que cambiaba en su interior.

El comercio entre ciudades nunca se detuvo, sin embargo sus habitantes luchaban si fuera necesario para volver a sus hogares lo más pronto posible.

Sus mentalidades, sus ideologías e incluso sus razas estaban tan diferenciadas entre las ciudades, que no era raro que los comerciantes entraran en conflicto al intentar conseguir recursos.

Eran muy diferentes a pesar de estar separados por unos cuantos kilómetros.

Sus días podrían ser noche para los demás, por lo que el turismo era también algo frecuente.

Mientras unos dormían, otros hervían en intensa actividad, pero a nadie le parecía extraño.

El siguió observando sin cambiar su expresión. Sabía que no podía hacer nada para cambiar esto a pesar de haberlo visto iniciar; y al saber cómo comenzó, también sabía cómo lo podía acabar.

Sus recursos son limitados.

Una mascarilla para visitar las ciudades sin ser influenciado y el escaso dinero que gana en su trabajo en el observatorio.

Va y vuelve constantemente, no importa cuán largo sea su viaje, es un error quedarse mucho tiempo en las ciudades.

Ha visto a sus amigos y familiares ser influenciados por la niebla gris y estos terminaron desconociendo. De estas relaciones no queda más que un nombre en la red, el cual recibe los pagos de diferentes trabajos que hace de vez en cuando. El, está solo en el mundo.

Su último viaje ha dado resultados.

Los análisis de la ciudad más cercana ha dado positivo a contaminación ambiental, pero negativo a una forma planificada de control mental.

Las personas no cambiaron por el miasma, sino por su propia voluntad, y el clima cambió por las personas en lugar de la contaminación.Al verse aislados quisieron independizarse de los demás.Forjaron su identidad y moldearon la naturaleza según sus caprichos. Él lo sabe porque vio su inicioSe encerraron en un escudo que los retiene en sus mundos. Él lo sabe, porque los vio hacerlo.Despejaron el cielo del denso miasma que creaban y él lo sabe, porque les enseño como hacerlo.

Las soluciones contra el cambio climático nunca han sido definitivas y él ahora se cuestiona si la suya ha sido la mejor.A diario duda si ha valido la pena mientras crea una alternativa.Una que no aisle a la gente de la naturaleza ni destruya el medio ambiente.

Se sienta a lo lejos en la seguridad de su observatorio mientras vigila la ciudad cercana y ve una gran explosión que destruye su escudo.Orienta su telescopio a otra ciudad y comprueba que sucede lo mismo.

Sigue la secuencia de destrucción en orden, como si supiera cuándo van a suceder y vuelve su atención de nuevo a la primera ciudad, de la cual se fugan negras humaredas mezcladas con el gris miasma.

Los generadores climáticos se han salido de control y lanzan todo su poder al ambiente creando enormes tormentas cataclísmicas que devastan las ciudades, arrastrando consigo toda clase de químicos, mezclándolos en el aire mientras estos reaccionan entre sí.

La potencia de estos desastres es tal que puede lanzar al espacio montones de escombros, que salen despedidos de la atmósfera para no volver jamás.

Él sigue mirando desde la seguridad de su observatorio.

El nivel de devastación es tal que ni la propia naturaleza ha logrado tanto daño en tan poco tiempo y espera a que pasen algunas semanas, tras lo cual vuelve a mirar.

De las ciudades no queda nada más que escombros cubiertos por una gruesa espuma gris casi sin peso, que se puede apartar fácilmente con las manos.

Viaja en una antigua bicicleta con calma. Lleva recursos para admirar el paisaje a pesar de que sabe en todo el mundo, los desastres siguen ocurriendo. Él lo sabe, porque lo vio iniciar.

Llega hasta la primera ciudad que vigilaba, casi sin aliento se detiene para comer algo.

Respira con profundidad y siente una brisa fresca, mientras ve al cielo azul y el sol calienta su piel con delicadeza.

Guarda sus cosas y comienza a excavar.Al fondo de un montón de ruinas encuentra una pequeña puerta metálica. Él sabe que es inmensamente gruesa, así que simplemente se sienta a esperar junto a ella.

Al cabo de unos días, esta puerta se abre por sí misma.

De ella sale primero, una persona muy asustada que revisa la seguridad afuera.

Luego salen más que le siguen mientras ríen y agradecen estar vivos,otros lloran al ver la devastación.

El observador, mientras tanto, sube a lo alto de una pila de escombros y les dice:

— Señores, les propongo un reinicio.

Él sabe que aceptaran. porque el lo vio iniciar.

Se agachó con cuidado ante ellos y les mostró la espuma gris.

—¡Miren! ¡esto es lo que queda de la contaminación, una espuma gris que se puede utilizar de infinitas maneras!

Aunque las personas lo acusaron de ser el causante del desastre e intentaron matarlo, no lo lograron. Ellos estarán de acuerdo tarde o temprano. Él lo sabe, porque se asegurará de que sea así.

Estaban bajo el mismo cielo, de eso no cabía duda; sin embargo, nunca eran iguales.

El color plomizo de la esfera izquierda contrastaba con el azul de la derecha. Sentado en la cima de su observatorio no encontraba la explicación lógica a aquel fenómeno. Las ciudades se aislaban unas de otras, parecían envolverse en su propia identidad, que nunca era la misma. Tras esas dos urbes se fueron sumando las demás. Cada una diferente a las demás. Por muy cercanas que estuvieran su biosfera era diferente. Pequeños microclimas aislados, que podían alternar entre ellas y nunca compartir.

Si en A llovía en B hacia sol, en C niebla, en D podría nevar o ser arrasada por un huracán.

Fue cuestión de tiempo que incluso el ritmo circadiano cambiara. Si una ciudad dormía la otra bullía de actividad.

Él observaba sin cambiar su expresión. No estaba en su mano cambiar lo que sucedía, pero ese día decidió actuar...

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⏰ Last updated: Feb 14, 2020 ⏰

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Los Frutos del Tiempo; Relatos cortos IIIWhere stories live. Discover now