Sentir algo por Kem Wood no está en los planes de Ruby Graham, no después de que él le arrojara agua desde su balcón y estropeara su libro. Sin embargo, cuando los sentimientos comienzan a florecer, las traiciones y los celos también lo hacen.
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Al día siguiente, lunes, desperté sobresaltada gracias a la alarma del celular. Con rapidez me duché y luego me vestí con el uniforme del colegio refunfuñando de calor. Cuando bajé al vestíbulo, Amber ya me esperaba junto a Kylan conversando amenamente.
Ni bien llegué, ella gritó alzando algo en su mano.
—¡Ya llegó mi licencia!
Corrí a abrazarla.
—¡Genial! —grité en su oído—. ¡Felicidades, Am!
Kylan reía al vernos gritar de emoción.
—Ven, papá me prestó el auto. —Me tomó del brazo para llevarme afuera, donde el auto que usualmente lo utilizaba Ada, ahora estaba aparcado en la acera—. Ahora yo seré la conductora designada. ¡Yo nos llevaré al colegio!
Volví a gritar de emoción.
Lo que Amber más deseaba al cumplir dieciocho años era manejar un auto. Y ahora que tenía su licencia estaba más que feliz.
Nos abrió la puerta de su auto y yo por inercia abrí la puerta de atrás. Amber, ya acomodada dentro, tocó la bocina.
—¡Tú adelante conmigo! —gritó abriéndome la puerta del copiloto. Cuando me subí no pude evitar fijarme en que llevaba el collar que le había regalado. Yo también lo portaba con orgullo.
—Iremos lento porque soy nueva conductora. —Sacó sus lentes de sol de un estuche y se los colocó luciendo más sofisticada—. ¿Cómo me veo?
—Perfecta —murmuré. Cuando Amber sonrió y colocó las manos en el volante pero no arrancó el auto, la miré confundida—. Eh, Amber...
—¡Ahí estás! —gritó ella a alguien más, interrumpiendome. Al instante volteé la mirada y vi a Dan trotar hacia nosotros. Gemí mientras cerraba los ojos al ver las intenciones de Amber. Iba a llevarlo al colegio con nosotros. Quería matarla.
Dan sonrió con alegría al verme.
—Hola, Ruby.
—Hola, Dan —dije con incomodidad.
Amber nos miraba atentamente.
Dan se subió al auto sentándose al lado de Kylan.
—¿Por qué tardaste tanto? Creí que no querías venir con nosotros —comentó ella encendiendo el auto—. Y no quería que te perdieras a mí viéndome conducir.
—Lo siento, no quise despegarme de mi cama. Es muy cómoda y suave —respondió a la ligera, pero podía sentir su mirada quemándome la nuca—. Y me alegro por ti, Am, por fin conducirás.
Amber rio y yo decidí ignorar a todos mirando por la ventana. Ya me sabía el camino de memoria, pero como no quería lidiar con Dan. Am tenía una increíble conducción que me sorprendió, se detenía en los semáforos y daba pase siempre que podía. Manejaba con serenidad y no volteaba ni siquiera un segundo a mirarnos, tenía la mirada enfocada al frente.
