Vannessa

77 7 5
                                    

—Hace millones de años, cuatro hermanos crearon la Tierra que habitamos: Tellus creó junto a su hermano Ignis la Tierra, formando montañas, cráteres, cordilleras y todo lo que se puede apreciar hoy en día como tierra y lava. Nera creó los océanos y mares, ríos y cascadas, llenando de agua gran parte del planeta. Y por último Éra creó el aire respirable para nosotros, combinó gases y formó así la atmósfera terrestre. Pero notaron que faltaba algo, no había nadie quien habitara la Tierra, así que con el poder que poseían, se unieron los cuatro y usaron sus dones para crear vida, reptiles y anfibios reinaron la superficie terrestre y los océanos se llenaron de peces —Florence se detuvo un tiempo para que procesáramos la información recién adquirida para después de unos segundos continuar—. Gracias a esos cuatro hermanos existimos.

—Espera un segundo —dijo Kenneth, acomodándose en la silla para mirar a la chica más de cerca—, ¿estás diciendo que el Big Bang es toda una mentira? –protestó Kenneth, volviendo a acostarse mientras soltaba un suspiro—. Y quieres que nos comamos que los creadores del mundo fueron cuatro hermanos con nombres raros. ¿De dónde salieron ellos, de todos modos?

Florence negó con la cabeza mientras se levantaba, dirigiéndose a un estante repleto de expedientes. —No lo sabemos con certeza, pueden ser seres de otro planeta, o simplemente aparecieron de la nada. Como Dios o algo así.

—¿Y qué tenemos que ver nosotros aquí? —preguntó Zara, tragando saliva—. Solo somos cuatro personas comunes y corrientes.

Florence abrió uno de los cajones para comenzar a buscar en ellos algo desconocido por nosotros. —¿Nunca se han preguntado por qué tienen esos nombres? —soltó mientras escudriñaba entre la fila interminable de carpetas anaranjadas, hasta que pareció encontrar lo que buscaba.

Sentí como mis hermanos se observaban entre sí, pensando exactamente lo mismo que yo. —Porque a nuestros padres les gustaban y ya.

La chica hizo un sonido con su boca antes de volver a sentarse en el borde del escritorio, con las carpetas abiertas en su mano. —Error —ella abrió uno a uno los expedientes, mostrándolos delante nuestro—. Jorden, Kenneth, Vann y Zrak —pareció que nuestras expresiones le dieron a entender que no sabíamos a lo que se refería, por lo que rodeó los ojos, terminando de explicar—. Tierra, fuego, agua y aire. Cada uno de sus nombres proviene de uno de los cuatro elementos naturales...

—Eso no explica nada —la interrumpió Jordan, enojado. Sabía que él se ponía a la defensiva cuando alguien le estaba intentando sacar de su zona de confort, y parecía que Florence estaba adentrándose mucho más de lo que quisiera.

—Sí —La chica asintió lentamente mientras volvía a recoger los papeles, arrojándolos encima del escritorio—, tienes razón. ¿Pero cómo explicas el hecho que puedan controlar un elemento respectivamente? —Controlar un elemento. Yo no sabía si era capaz de hacerlo, puesto que no lo intenté, y no pensaba confirmar su punto. Pero, por lo que vi de mis hermanos, es verdad que algo raro estaba sucediendo, y cada elemento concordaba con nuestros nombres. La mujer cruzó los brazos sobre su pecho, victoriosa—. Eso creí.

Comenzó a caminar por la habitación, alejándose de nosotros pero sin apartar la vista. —Ustedes tienen un gran poder —dijo, sonriendo entusiasmada—, y muchos quieren apoderarse de él para usarlo de mala manera y destruir todo lo que conocemos como Tierra.

Hubo un silencio donde estábamos pensando una respuesta apta para la situación, y como si pensáramos como uno, Jordan alzó la voz. —¿Cómo sabemos que ustedes no quieren usar nuestro "poder" de mala manera? —dijo, haciendo énfasis con las manos para luego volver a dejarlas caer al costado de su cuerpo—. ¿Cómo sabemos que tenemos que confiar en ustedes y no en otros?

—Porque nosotros los salvamos —habló con una voz calmada y dulce, como si eso le quitara importancia a lo que realmente había sucedido aquella noche. Me daba asco—. Y ustedes...

—¿De qué se supone que nos salvaron? —le pregunté, interrumpiéndola intrépidamente—. ¿Cómo quieres que confiemos en ustedes si no nos explican qué es lo que está pasando? —Zara posicionó una mano sobre mi hombro, tratando de calmarme. La miré fugazmente unos segundos para luego cerrar los ojos y respirar profundo. Una vez logré regular mi respiración, me dirigí a la rubia con enojo—. Además, nosotros no pedimos ser "rescatados" por ustedes.

—¿Todavía no los convences de quedarse? —los cuatro nos giramos al mismo tiempo para ver al dueño de esa ronca voz que nos había sobresaltado. Apoyado en el marco de la puerta, un chico de no más de dieciocho años nos miraba sin expresión alguna. Y aun cuando estaba a contraluz podía notar que era más alto que yo, incluso más que mis hermanos. Tenía los brazos notablemente trabajados al igual que el resto de su cuerpo y, aún cuando no tenía alguna cicatriz visible de algún ataque, sabía que algo en él me indicaba que ha peleado más de una vez con otro chico. Sí, creo que leer muchas novelas románticas te ha hecho mal. Clásico chico malo. Me giré, con resignación para volver a centrar la vista en la rubia sonriente delante mío—. Será mejor que te apures, Florence. No tenemos todo el día.

La muchacha borró su sonrisa, pasándose la mano por el rostro, mostrando un lado que no nos había enseñado antes. Como si se hubiera olvidado que estábamos sentados justo frente a ella. Expectantes. —Ya lo sé, Seraphine —soltó, rendida—. Pero ellos no sabían nada sobre sus poderes, sobre los elementos y menos sobre quiénes eran...

Reí por lo bajo al darme cuenta lo que realmente significaba su nombre. Y, aunque traté de disimular, él logró escucharme. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó mientras se acercaba a mí, algo molesto—. Si tienes algo que decir, hazlo.

Recordé que leí una vez, de puro curiosidad al encontrarlo en un libro, sobre distintos tipos de mitologías y creencias. Y aun cuando fue hace mucho tiempo atrás, recuerdo perfectamente qué era. —Tú nombre viene de la palabra Seraph, si no me equivoco. Conocido también como "llama ardiente" —no tomé mucho tiempo para llegar al veredicto final—. Supongo que tu "elemento" es el fuego. ¿No es así?

El chico sonrió levemente para luego asentir, como si fuera la primera vez que alguien le dijera eso, o siquiera que lo notara. —Eres una chica lista. No cualquiera se daría cuenta de un pequeño detalle como ese.

Sonreí para mis adentros, orgullosa de mí misma. —Si no me hubieran dicho que nuestros nombres tienen que ver con nuestro "poder", no me había dado cuenta.

Noté como lentamente las comisuras de sus labios se alzaban más. —¿Y cuál es tu nombre?

Me enderecé en mi dura silla sin apartar la mirada de sus profundos ojos cafés. —Vannessa.

Instantáneamente su cuerpo se tensó y la sonrisa que antes enseñaba sin escrúpulos se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. —Vann. Elemento agua.

Asentí en modo de respuesta, sin tener muy en claro por qué su cambio drástico de actitud. —Eso fue lo que nos explicó Florence.

Kenneth miró a la rubia frunciendo el ceño antes de acomodarse en la silla, tosiendo. —¿Y qué quieres que hagamos? —mis hermanos y yo lo miramos con un significativo "¿qué estás haciendo?" en todo nuestro rostro, a lo que él respondió simplemente encogiéndose de hombros—. ¿Qué? No quiero estar sentado aquí toda la vida. Mi trasero duele.

—¿Decidieron quedarse aquí? —preguntó, levantando una ceja. Parecía dudar, pero en su rostro se reflejaba completamente la victoria.

Jordan suspiró negando con la cabeza, como si la respuesta fuera tan obvia que explicarla fuera una estupidez. —No tenemos donde ir, Florence —se pasó su magullada mano por su largo cabello, teniendo bastante cuidado para no dañarla más de lo que ya estaba—. Si no lo recuerdas, "de lo que sea que nos salvaste" mató a nuestros padres y no sabemos nada de nuestros otros parientes.

—Y aunque nos vayamos de aquí ustedes nos perseguirán —dijo Zara, algo asustada—. ¿No es verdad?

Florence sonrió complacida. No bastó palabras para saber esa respuesta: nos seguirían hasta fin del mundo para tenernos con ellos. La chica se acercó más a nosotros, mostrando una perfecta hilera de dientes blancos. —Entonces, bienvenidos al Campamento Elemental.

¡NUEVA PARTE!
¿Les gustó? ¡No olviden votar!
¡Nos leemos! ♡

El LegadoWhere stories live. Discover now