Parte 3

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Las aptitudes de supervivencia de Bjorn probaban estar realmente filosas. Ni por un segundo pestaño más lento de lo necesario, más al predecir correctamente que su compañía estaba asquerosamente indisciplinada, al asentar campamento cayeron rendidos al cansancio. Los hubiera despertado de un grito ensordecedor, pero no eran tan importantes para él, después de todo podrían estar ayudándolo a cazar a Reghel pero en verdad Gyled lo rodeó de espías para asegurar su parte del trato... trato que Bjorn no tenía en sus pensamientos cumplir.

Sin embargo Eafill probó ser el más disciplinado de toda la compañía de Gyled, se encontraba afilando una lanza, sentado sobre un tronco caído con la calidez de la fogata iluminando su rostro marcado por los surcos de la vejez. Era reconfortante saber que por lo menos unos sabía por qué había venido. Aunque; inexorablemente; el sueño también se apoderó del experimentado capitán de armas, bien entrada la noche. Los insectos nocturnos cantaban a sus alrededores, camuflados por la oscuridad y entre los pastos.

-Esto es todo lo que aguanto. Me voy a dormir- Bjorn asintió, como también el gigante.

Los gigantes eran criaturas de pocas palabras en cuanto a conversar con los humanos. Muchas habían sido las guerras que se libraron entre hombres y gigantes, hace milenios atrás, pero las heridas de aquellos conflictos no se escapan de la memoria de ninguno, puesto que las muertes de ambos bandos fueron demasiadas. Su aspecto era igual de los humanos, sólo que tres o cuatro metros más altos, la piel era de un tinte celeste claro en el que al llegar a la mayoría de edad tenían la costumbre de tatuarse sus hazañas, leyendas antiguas de su pueblo o algún rezo a sus dioses .

Y a pesar de ser el triple de fuertes se podría decir que ellos perdieron la guerra, puesto que es el humano quien tiene el poder en las tierras de Vaenar, con sus hijos esparcidos de costa a costa, contrario al gigante quien nunca más pudo recuperar sus reinos de antaño.

Bjorn le quedó mirando. El gigante también, con ojos inquisitivos y amarillos. El príncipe de Karadahr rompió el silencio con una risa que contuvo por temor a que Reghel los estuviera observando.

-¿Qué es tan gracioso?- preguntó el gigante, sin esconder su enojo.

-Nada. Sólo es que me resulta interesante saber cómo un guerrero como tú es capturado por guerreros como estos- dijo ya acallando su risa, debido a que los gigantes no eran famosos por tener sentido del humor.

-De la única manera en que podían... mientras dormía- el gigante dijo con cierta melancolía en su voz.

-¿Por qué no te liberaste de las cadenas oxidadas de earl Gyled cuando todo el castillo dormía? Para devolverles el favor-

-Porque... no sé el camino a casa. ¿Qué sentido hubiera tenido asesinarlos si después me matan a mí? Así que esperé a lo que me deparara. Ustedes los humanos les hubieran encantado tener mi cabeza colgada en su salón sin hacerse demasiadas preguntas-

Bjorn sintió como su risa resurgía pero la ahorcó al instante.

-¿Qué te parece gracioso?- el gigante preguntó ya con poca paciencia.

-Creo que te reconozco-

-¿Nos habíamos visto? ¿En batalla?-

-No, nunca nos vimos, pero tu hermano me contó de ti. Esta preocupado y me pidió que si te encontrara te llevase hasta él-

-Mi hermano nunca confiaría en un humano- dijo descreído.

-Lo hizo cuando le conté mi historia. Me dijo que sabían lo que era vengar a su propio padre del tal Hkrakir. Al oír que recorrí el continente me pidió mi ayuda para encontrarte, dijo que tarde o temprano me toparía contigo. Incluso me dio su nombre, que sólo la raza de los gigantes sabe, para probarte mi historia. Alkanim. Rey Alkanim-

-Es imposible-

-Es verdad- aseguró Bjorn completamente serio.

-Si lo que dices es verdad- contempló- entonces ¿Cuál es mi nombre?-

Bjorn dibujó una mueca.

-Tu hermano no me lo dijo, me informó que sólo tú me podrías dar tu nombre, no era algo que le correspondía decidir por ti-

El gigante llevó su mano a su mentón inquisitivamente, mirándolo con extrañeza.

-No creo en ti- dijo finalmente- los humanos no me caen bien... aunque, por alguna razón, quizás sea mi idiotez, creo que eres el que me cae mejor de toda tu raza por lo que no te haré daño mientras no me des excusas-

-De acuerdo-dijo conciliador- Sé que los humanos no te hemos dado razones para que confíes en nosotros, pero sin embargo le hice una promesa a tu hermano, y yo me tomo muy en serio las promesas que hago-

-¿Entonces qué harás príncipe humano? ¿Me arrastrarás hasta mi reino todo el camino? ¿Le llevarás mi cabeza diciendo que no me pudiste salvar?- el gigante dijo, casi cómicamente.

-Oh, no. Nunca me atrevería a presentarme ante tu hermano llevándole tu cabeza, no al menos que quisiera que me torturen viciosamente- tomó su hacha de mano y la aferró- pero si te diré que quizás quieras mover tu cabeza antes de que la agujereen-

Por un segundo los ojos del gigante se le abrieron como platos, y ante la comprensión, salto del tronco antes de que la flecha llegase a su cráneo. La flecha que surgió desde la oscuridad del bosque le hizo tan sólo un rasguño por encima de la oreja derecha, y quedó clavada firmemente en el árbol detrás de Bjorn, pero este ni se inmuto, sostenía en su mano el hacha con el que mataría a Reghel.

-¿Qué...- las palabras se le escapaban al gigante.

-Ese ha sido Reghel- respondió Bjorn calmadamente- No tienes de que preocuparte, ya se ha ido-

-¿Cómo puedes estar tranquilo luego de ser atacados por alguien a quién no podemos ver?- el gigante le dijo irritado. A pesar de la situación la compañía de Gyled seguía dormida como cadáveres.

-Qué tú no puedes ver-acentuó -Ya ha hecho su matanza de hoy, lo tuyo fue para probar hasta donde podía empujar su suerte; y lo ha descubierto y se ha ido-

-¿Matanza?- el gigante se encontraba desorientado y con un fuego que empezaba a expandirse- Pero no me ha matado.

-A ti no, pero a los soldados de la compañía...-

El gigante miró hacia la compañía quienes dormían alrededor de la fogata. Diez habían sido los soldados que vinieron, pero para su sorpresa el gigante comprobó que había ocho.

-Dos fueron a los bosques poco después de que se sus compañeros cayeran de sueño y no han regresado todavía, a Eafill se le pasó por alto este detalle también- explicó Bjorn- Ahora no sé tú pero el cansancio me está ganando. No he dormido bien desde hace semanas, y que estemos cerca de Reghel me refuerza mis ánimos- luego se levantó, dejó su hacha apoyada contra el tronco y simplemente Bjorn cerró los ojos, soñando con la gloria de batallas y de la venganza.

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Saga de BjornWhere stories live. Discover now