Parte 4

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Su sueño había sido placentero, sentía su cuerpo con una energía que recorría sus venas con vitalidad. Le despertaron los murmureos de creciente preocupación de la compañía, oyó sus voces con una gran indiferencia pues el descanso había sido óptimo.

-¿Dónde están?, ¿Cómo es posible que nos los hayamos olvidado?- le pareció distinguir, mientras despertaba muy pausadamente, la enojada voz de Eafill.

-Desaparecieron en el bosque, luego ni rastro de ellos- dijo el gigante compartiendo su preocupación.

Abrió gentilmente su ojo como una flor, la mañana estaba brillante y llenaba de una vida vigorosa a aquella arboleda, y daba a las montañas un esplendor propio en sus picos de nieve. Hubiera querido disfrutar el momento unos segundos más, sabía que Reghel no se iría a ningún lado y no tenía idea de cuando podía experimentar esto de nuevo, la idea de paz era algo que se le escapaba más allá de su entendimiento por momentos; pero decidió levantarse al oír las acusaciones de Gutharn.

-Has sido tu, bestia- dijo el muchacho, al desenvainar se oyó un sonido chirriante- mi espada está propiamente afilada, más te vale decirnos que hiciste con nuestros compañeros. Dilo y tendrás una muerte rápida-

Cómo un caballo de guerra tomado por la locura, Bjorn se abalanzó sobre Gutharn con letal rapidez. Su golpe fue certero y rompió la nariz del joven guerrero sin mucho esfuerzo, pero Bjorn no escatimó en fuerza, el golpe fue tal que hizo retrocederlo cinco pasos atrás antes de caer; desorientado y con toda la sangre corriendo por su cara.

-¡Déjate de juegos tontos, niño!- se impuso el príncipe de Karadahr, su rostro se tensionó, y mantuvo el ceño fruncido- ¡No escucharé más de sus quejas o acusaciones infantiles! La próxima vez que sientan la urgencia de decir algo, no lo hagan, sino... - Bjorn miró a cada uno con ojos feroces, se tomó su tiempo, pero ninguno de los jóvenes le mantuvo la mirada- pueden invitarme a desafiarme-

La compañía se mantuvo en silencio y con la mirada gacha, como los niños que eran.

-Y de ahora en más no quiero que maltraten al gigante. Es más honorable que ustedes- señalo a los jóvenes pero hizo la distinción de obviar a Eafill- por lo que desde ahora he decidido que el será su capitán.

Todos se quedaron confundidos, intercambiaban miradas esporádicamente, inclusive el propio gigante.

Pero para Bjorn el tema se había abierto y se había cerrado inmediatamente. Tomó su hacha y las riendas de Harad, con el deseo de venganza intacto. Pero sin embargo no había terminado para Eafill. Mientras la compañía recogía sus cosas bajo el mando del gigante sin nombre, el capitán de armas se quedó inmóvil en su puesto. Bjorn lo contempló con curiosidad.

-¿Debes decir algo?- le dijo.

Eafill se quedó pensativo y en silencio, la ausencia de sonido concurrió por varios segundos.

-Dije que...-

-Sí- le interrumpió Eafill.

Bjorn dejó caer las riendas y mantuvo una mano apoyada en el mango del hacha. La compañía los volvió a observar expectantes.

-Eres un gran guerrero Bjorn Yormsson, y temido, de eso no hay duda. Tu reputación te precede, pero no aprecio que hayas tomado liderazgo sobre mí compañía, debo recordarte que estamos a servicio de earl Gyled, tú no puedes mandarnos- la voz de Eafill no tembló por un instante, contrario a las patas de sus subordinados.

-Tu earl parece no entender las cosas. Yo cumpliré mi venganza, esta es MÍ misión y no voy a permitir que tu compañía arruine esta oportunidad. Son niños que juegan con espadas de verdad, espadas de guerreros, por eso puse al gigante sobre ti. Y esa es mi decisión final sobre el tema-

-Pero no la mía- volvió a atacar Eafill. Ahora desenfundado su espada con intenciones de asesinar- no llegará el día en que me mande un monstruo de las montañas, ni que mi honor se manche por los caprichos de un príncipe perdido.

-¿Es así cómo lo quieres?- dijo Bjorn, tanteando la empuñadura.

-Toma un arma, de ninguna manera matare a un hombre desarmado. Luego mataré al gigante como me plazca y cabalgaré hasta Karadahr para darles las noticias de su príncipe muerto-

Ni bien Bjorn empuño su hacha Eafill avanzó con pasos seguros y fue él quien atacó primero. El experimentado capitán era más ágil de lo que aparentaba y obligaba a Bjorn a usar la rapidez de sus piernas para evitar ser flanqueado. La espada de Eafill parecía como la aguja de una avispa rabiosa. Una estocada lo agarró desprevenido, le provocó un corte en su brazo izquierdo, no muy preocupante pero sangraba bastante. Se vio obligado a ceder terreno, mantuvo su hacha levantada marcando distancia entre ellos. "Es un buen guerrero. No sabía que era bueno" se dijo "Si le mato será una gran pérdida en la batalla contra Reghel, y si me mata será una muerte digna, y mi venganza no será. Los dioses son crueles"

Ahora Bjorn fue quién atacó, sin miedo alguno en sus venas, pero precavido al ver el talento de su contrincante. Por primera vez chocaron acero, el de Karadahr probó ser el mejor, ni siquiera se movió un centímetro, contrario a Eafill, que el golpe le hizo retroceder y rearmar su posición. Hubo un momento de silencio entre los dos hombres. Sus miradas se cruzaron con un odio intenso, pero a la vez que denotaba respeto por el otro, que no necesitaba decirse. Luego Eafill hizo algo que Bjorn no se le hubiera ocurrido ni en sus sueños más profundos. Simplemente se abalanzó hacia él, a toda velocidad como los propios caballos de Karadahr cuando corren en estampida a la guerra. Eafill lo sujeto con sus dos manos por la cadera y lo empujó hacia el suelo. La acción fue tan rápida y tan inesperada que poco pudo hacer Bjorn. Su cabeza golpeó fuertemente contra el pasto, por un momento las cosas se volvieron difusas pero el dolor intenso lo despertó devuelta. En la confusión Eafill tomó su mano izquierda y le mordió los dedos meñique y anular. El dolor recorría todo su brazo. Pudo distinguir como el hueso y las falanges se iban separando ante la presión de los dientes. Mordía con la fuerza de un animal salvaje. Eafill las arrancó por completo, Bjorn distinguió. El dolor era atroz, pero sin embargo no emitió grito alguno. Eafill rodó lejos de él hacia su izquierda, en dirección a su espada, pero con gran sed de venganza e ira Bjorn no lo quiso dejar escapar tan fácilmente. Tomó devuelta su hacha y, aprovechando el momento de descuido, alcanzó a la mano derecha de Eafill.

Él tampoco grito, sólo se quedó mirando con asombro como la mitad de su mano cercenada quedó colgada.

-Ahora que tú no puedes empuñar tu espada yo no empuñare mi hacha contigo- le dijo, y la tiró lejos de él. Sin perder más tiempo Bjorn corrió hacia él y lo derrumbó.

Se posicionó sobre él y una y otra vez sus puños descendían sobre su cara. El dolor en su mano izquierda era tormentoso pero la sed de venganza era más poderosa. La cara de Eafill se volvía más roja, manchado de la sangre de Bjorn y de la suya. Eafill propinaba algunos agarrones o empujones molestos pero Bjorn respondía con golpes aún más fuertes que el último. Incluso cuando ya Eafill se dejó de mover le siguió desfigurando la cara, era algo fuera de sí que le impulsaba a seguir. Nadie alrededor se atrevía a detenerlo, incluso el gigante se limitó a ver, quién por primera vez se sintió tan bajo como un humano.

El pasto se había tenido de rojo, adornado con el cerebro salido del cráneo de Eafill, o lo que quedaba de él. Quedaba apenas una masa de carne y hueso de aquella persona, los ojos salidos de sus cuencas, la mandíbula pulverizada, el cráneo partido en pedazos, quién era antes había desaparecido para siempre, había dejado de importar, nadie podría reconocerlo.   

Saga de BjornWhere stories live. Discover now