Capítulo 1: El reloj

10.4K 956 1.3K
                                    

Las primeras gotas de lluvia comienzan a caer mientras yo estoy a punto de cerrar la biblioteca

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Las primeras gotas de lluvia comienzan a caer mientras yo estoy a punto de cerrar la biblioteca. Afuera, el viento sopla con fuerza y el frío logra traspasar mi fina protección por culpa de salir apurada en la mañana. Mi impermeable hace lo que puede, pero le exigo mucho. Me subo la capucha para protegerme del aguacero antes de salir.

Justo en ese momento, miro para atrás y veo a un chico alto casi empapado bajo la lluvia corriendo los últimos pasos hasta llegar a mí.

—¡Vaya tormenta! —exclama—. ¿Llegué a tiempo?

Sus ojos miel resaltan intensamente en contraste con el gris del cielo, y su pelo empapado deja caer gruesas gotas de agua por su rostro.

—Uhm, no, justo ahora estoy cerrando. —Respondo lo suficientemente alto para que me oiga y no se pierda mi voz entre el ruido de la lluvia. ¿A quién se le ocurre venir a esta hora y con esta tormenta?

—¿Cómo? ¡Dice que cierran a las 5pm —señala el cartel—, y son las 4.55pm!

—¡Sí, cerramos a las 5pm, pero ya es pasada la hora!

—¡Faltan cinco para las cinco!

—Que no...

—¡¿Qué?!

—¡Dije que...! —No hay caso.


Trato de poner mi mejor cara cuando ingreso nuevamente a la biblioteca y lo hago pasar. Él sonríe en agradecimiento. Me quito la capucha y camino unos pasos hasta el mostrador, dejando charcos de agua en en transcurso, detrás del mismo está el enorme reloj de madera que mi jefe adquirió de su familia paterna desde Italia. No traigo mi móvil, por lo que no sé qué hora es exactamente.

—Mire, ahí dice que son las... ¿Ah? —Mis palabras se detienen al notar que las manecillas del reloj no se mueven. Doy la vuelta al mostrador y me acerco al reloj. Lo golpeo suavemente esperando que vuelva a funcionar, pero sigue inmóvil.

¿Ha dejado de funcionar justo ahora? Este día solo confabula en mi contra para hacerme perder la paciencia a toda costa, pero no podrá vencerme.

—Vale... Hoy es tu día de suerte. El reloj se averió.

—Creo que necesitas repararlo —Sugiere, también mirando el reloj—, ¿Entonces?

—Seguramente... —Trueno mi cuello y lo masajeo un poco—. Sí, faltan cinco para las cinco. Así que, ¿Qué se te ofrece?

Ademia ©Where stories live. Discover now