El peso de todo lo que sucede a mí al rededor ya lo comienzo a sentir como una inmensa roca que descansa sobre mis hombros, una presión constante que amenaza con aplastarme. ¿En serio soy la única que siente este peso? O tal vez, todos los demás están tan acostumbrados a él que ni siquiera lo notan. Eso me... me tranquiliza, o puede que me engaño lo suficiente para poder creerlo. Pero yo lo siento notoriamente, y lo expreso con desesperación. Lo siento en cada latido de mi corazón, en cada pensamiento que atraviesa mi mente.
Tiene sentido. Pero no quiero que todo lo tenga.
Siempre pienso que la vida es un torrente incontrolable de eventos, una cascada interminable de momentos que se suceden uno tras otro sin dar tregua. Es... algo escalofriante, en mí caso. Pero es extraño, porque me siento como una actriz en un escenario, atrapada en una obra en la que no escribí el guion. Las palabras y acciones fluyen a mi alrededor, y siento que no tengo más opción que seguir el guion impuesto, incluso cuando cada fibra de mi ser clama por un descanso, por un respiro.
Tengo la horrible sensación de que no puedo permitirme detener la vida que estoy teniendo. ¡No puedo! La inexorable marcha del tiempo, las responsabilidades que se acumulan como una montaña de piedras sobre mi espalda, los compromisos que me atan a un curso predeterminado, ¡Me volveré loca! No importa cuánto quiero detenerme, la vida sigue su curso, y yo debo seguir adelante con ella. ¿Por qué es tan injusto?
Pero solo estoy aquí, castigada, claro, fregando los platos. Miro fijamente, como lo he estado haciendo los últimos veinte minutos, el azulejo blanco que no para de recibir el salpicado del agua, siguiendo con mi vida como si nada. Como si no hubiera visto verdaderamente a Tyler con dos alas negras, como si no me hubiera lanzado de una azotea, como si no hubiera descubierto que el secuestro sí pasó, como si no me hubieran llamado Ademia, como si las personas no actuaran raro conmigo, como si él no hubiera descubierto mi secreto, como si no hubiera intentado desesperadamente borrar ese recuerdo de mi mente e ignorara el almanaque cambiado, como si haber donado ese maldito libro no hubiera puesto un stop a mi pasado.
Frego los platos, e ignoro todo. Estoy en el punto exacto en el que, o la locura me toma, o la valentía que todavía no tengo, realce.
De todos modos, ¿realmente importa si tengo razón o no? Si al fin y al cabo... Todo es malditamente inevitable. Todo está tan mal y distorsionado. Ya no puedo detener estos pensamientos pesimistas, ¡Pero son cruelmente realistas! No siempre puedo controlar mi suerte, mucho menos mi destino, aunque me desespera. A veces, tal vez, deba ceder ante las fuerzas que están más allá de mi comprensión y poder.
¿Cómo puedo encontrar el equilibrio entre la necesidad de avanzar y el deseo de detenerme?
Cierro el grifo. Tomo el repasador y me seco las manos.
BINABASA MO ANG
Ademia ©
Mystery / Thriller¿Qué ocurriría si tu nombre no es tu nombre? ¿Si tú no eres quien crees que eres? ¿Y si lo que piensas que es real es una ilusión creada por tu mente atormentada? ¿Cómo te sentirías? En esta historia, la fantasía es el telón de un mundo donde Chlori...