REINA BLANCA NIEVES.

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Multimedia: Evanescence- Snow White Queen.

— ¿Qué pasó anoche Denise? —me pregunta una vez que nos separamos. Los dos nos encontramos sentados en la sala, yo me encuentro recargada en su pecho, mientras que él me extiende su brazo para abrazarme —. Quiero seguir besándote, estar así por más tiempo contigo. Pero antes de eso debemos hablar.

—Tienes razón —me levanto para recargarme en el sillón, él me imita para que podamos hablar mejor —. Solo... tenme paciencia —frunce el ceño sin comprender —. He estado recibiendo anónimos —miro en otra dirección que no sea su rostro —. Ha estado ocurriendo desde antes de que muriera Helena.

— ¿Los recibes en tu casa? —me pregunta con voz alarmada. Niego con la cabeza —. ¿En el malecón?

—Si —paso una mano por mi cabello que ha de estar hecho un asco —. No tengo la menor idea de quien sea. Cuando recibí el primero estaba asustada, pero pensé que como había estado ausente por lo de Helena me iba a dejar en paz. Pero no fue así —toma una de mis manos —. Cuando estuve viajando con Rebecca y después contigo pensé que ese asunto ya estaba zanjado. Pero no. Los anónimos subieron de tono.

— ¿Qué decían? —me pongo de pie para tomar la cartera que se encuentra en la mesa de la cocina de Gael. Regreso hasta dónde está y saco todos los papeles.

—Son todos —le digo una vez que se los entrego. Conforme los va leyendo veo que va apretando la quijada.

— ¿Este cuando lo recibiste?

—Anoche —me abrazo a si misma —. Me encontraba hablando con mis amigas. De hecho le estaba preguntando a Angie por César, ya que uno sonaba como si hubiera sido escrito por él.

— ¿Y qué te dijo tu amiga? —deja todos los papeles en la mesa de la sala.

—No cree que se trate de él. Él sigue ahí en el pueblo, de hecho ya está dejándome por la paz. Ya que no le ha vuelto a dar lata a Ian —recargo la cabeza en el respaldo del sillón —. Pero es que si no es él, ¿Quién podría ser?

—Denise, esto es serio. Si fue y llevo este último recado hasta tu casa con semejante mensaje, es señal que te ha estado observando de lejos —pasa una mano por su cabello —. ¿Notaste algo fuera de lo normal anoche?

—El gato... —murmuro al recordar la actitud de toby anoche —. No dejaba de maullar sin dejar de mirar hacia fuera. De primero pensé que era por la lluvia, pero ahora ya no estoy tan segura.

—Catalina no está todo el tiempo en casa, y aun así tu arriesgas la vida al venir del malecón —lo volteo a ver para ver qué es lo que quiere decir —. ¿Qué opinas de vivir aquí? —lo miro con expresión desencajada —. Descuida, hay dos habitaciones. Una más pequeña que la otra —miro hacia atrás al ver que las señala —. Tú podrías dormir en mi habitación, y yo puedo dormir en la otra pequeña.

— ¿Esa tiene cama? —le pregunto al ver algunas cajas de cartón dentro —. ¿Y es habitable?

—Pues hace falta hacerle una limpia, tirar algunas cosas —se estira un poco —. Y en cuanto a dormir, puedo poner una colchoneta y listo —me cruzo de brazos al oír eso —. En estos tiempos de calores, ¿para qué quiere uno dormir en una cama cuando puedes dormir en el suelo?

— ¿Quieres que yo duerma cómoda en la cama y tú en el suelo?

—Lo cierto es que esa era la habitación en la que dormía un amigo —ahora que lo menciona, si, recuerdo que Dominique me había dicho algo la primera noche que había pasado aquí —. Marco conoció a una chica de origen americano, se casó y se lo llevó para tierras del Trump.

La única excepciónWhere stories live. Discover now