LA CARTA

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El ruido de la puerta abriéndose abrupta mente me había sacado de mi profundo y tranquilo sueño, Rose entro rápidamente abriendo las cortinas lo mas que podía

-señorita, despierte su padre llego y desea reunirse con usted lo antes que pueda-dijo apurada y casi en pánico.

-Que esta pasando Rose- dije somnolienta-porqué padre desea reunirse conmigo- le dije con un poco de curiosidad y miedo, ya que no era común que el solicite mi presencia.

-No lo se señorita, los sirvientes están diciendo que llego blanco como papel y con una carta en sus manos se encerró en su oficina no sin antes pedirle a un sirviente que usted se reúna con el urgentemente- me comentaba rose mientras me ayudaba a vestir, era raro que rose solo se enterara de una parte de la historia ya que no había nada que se les escape a los sirvientes y muchos menos a los oídos de rose

-Crees que es algo malo por eso solicite mi presencia- le pregunte mientras veía como peinaba mi cabello atravez del espejo, sus ojos conectaron con los míos por un segundo, pero fue suficiente para ver la preocupación en ellos.

-No lo se señorita- me dijo con una voz suave que hacia que casi siempre me tranquilizara, solo que esta vez no estaba funcionando, no podía evitar pensar en algo malo ya que la ultima vez que había visto a mi padre había sido hace mas de un año y medio, era obvio que no era la hija mas querida ya que mi nacimiento había manchado su reputación.

-ya esta lista señorita- dijo rose llamando mi atención, la mire y  sonreí como agradecimiento ya que las palabras se negaban en salir de mi boca, me fije en mi apariencia antes de salir del cuarto, mi cabello negro estaba perfectamente peinado , mis ropas aunque no eran lujosas eran presentables para la ocasión.

salí de la habitación para dirigirme en el edificio principal de la mansión, al llegar a la puerta gruesa de roble di pequeños golpecitos apenas audibles esperando el permiso para poder pasar

-pase- dijo aquella gruesa voz que usaba solo para dirigirse a sus soldados o sirvientes, pasé lentamente hasta quedar a unos pasos enfrente al escritorio.

-Como has estado padre, me han dicho que deseabas reunirte conmigo- le dije mientras veia como leía lo que parecía ser la carta que me había comentado rose.

-toma asiento susan- dijo levantando su vista y mirándome con su usual frialdad dirigida a mi, tenia un rostro mas marcado por la edad y ahi estaba nuestra diferencia de aspecto, su cabello tan rubio como rayos de sol y ojos tan celestes como el cielo, la casa Elias siempre había buscado nobles con similitud a estas para que los hombre tomaran matrimonio, mujeres de piel blanca porcelana, cabellos dorados como sol y ojos claros como mar, es por eso que toda la casa Elias tenían los mismos rasgos y ahí estaba yo , la bastarda de nuestra casa, la casa Elias era una de las mas respetables en la nobleza, intachables ya que todos en la casa elias servían a su majestad como generales de ejércitos, por esa posición lleva-vamos el titulo de conde, tres lineas abajo del rey desde hacia ya muchas ascendencias. El nacimiento de una bastarda con cabellos negros fue un escándalo para la casa elias en la corte.

-si, padre- tome asiento -

-hoy me ha llegado una carta de su majestad- dijo parándose y dándose la vuelta para mirar por el enorme ventanal- es una carta de matrimonio para el duque andrea, su majestad a pedido una hija de la casa elias para casarse con el duque-me quede sin respiración no se necesitaba mucho sentido común para entenderlo- ya sabes los rumores del duque andrea y no puedo arriesgar a mis hijas con alguien así - se dio la vuelta mirándome con la misma frialdad, "mis hijas" claro yo ya sabia que era menos que eso , un error era la mejor manera de describirme, al ser una bastarda tenia muchas cosas que no podía ni debía hacer, vivir en el edificio principal con la familia era una,vivía en el ala sur de la mansión, solo me daban un sirviente para que me sirva, y esa era rose que era como una madre, y solo un escolta, ese  era alex, la persona de mas buen corazón que había conocido, el se había ofrecido a ser mi escolta miestras que para el resto de los soldados servirme era como una vergüenza a su nombre, ellos eran lo mas cercano a una familia que tenia y me gustaba , los lujos estaban casi prohibidos , solo se me proporcionaba ropa y joyas que a mis hermanas mayores le parecía viejos y de mal gusto, nunca me sentí atraída por la moda así que estaba bien, eso no era un problema para mi.

-entonc yo , tu quieres - de mi boca no podía salir lo que estaba pensando, rogaba que solo fuera mi imaginación, aunque era bastante obvio lo que pasaría, pude ver como se sentó tranquilamente mientras arreglaba unos papeles para leerlos

-mañana saldrás para el norte, llegaras sin mas tardar en 5 días , enhorabuena. ahora ve a alistarte-salí de la oficina para dirigirme a mi habitación, ya no había nada que podría hacer discutir era un lujo para mi. Odiaba todo, vivir sometida era lo único que aspiraba una mujer en esta época, noble o plebeyos no importaba siempre la palabra mayor tenia un hombre, ser educada para la felicidad de un esposo y la crianza de niños eso era lo único que tenia que aprender a una mujer.

CUATRO PAREDESWhere stories live. Discover now